Adolfo Carrau, coordinador de diseño del Alinghi Red Bull Racing

Náutica

Adolfo Carrau, coordinador de diseño del Alinghi Red Bull Racing

Hablamos con el ingeniero socio del estudio Botin Partners que sueña con ganar la Copa América, la única gran competición de vela pendiente en su palmarés.

Barcelona ya calienta motores de cara a la 37ª Copa América de vela, una competición de leyenda que se disputará en 2024. El equipo suizo Alinghi Red Bull Racing fue el primero en mudarse a la Ciudad Condal y lleva un año entrenando en aguas abiertas para conseguir la Jarra de las cien guineas, el trofeo deportivo más antiguo del mundo. “No estamos para competir, estamos para ganar”, afirma el ingeniero uruguayo Adolfo Carrau, socio del estudio Botin Partners y coordinador del departamento de diseño del Alinghi. Figura destacada del yachting mundial, nos recibe en vísperas de las regatas preliminares que se celebrarán del 14 al 17 de septiembre en Vilanova i la Geltrú.  

Adolfo Carrau (Montevideo, 10 de junio de 1975) es uno de los mejores diseñadores navales del mundo. Graduado en ingeniería hidrodinámica de veleros de alta competición, desciende de los únicos tres uruguayos que fallecieron en el hundimiento del Titanic -Francisco Carrau, José Pedro Carrau y Ramón Artagaveytia-, pero asegura que el famoso naufragio no marcó especialmente su vida. Su pasión por la náutica se debe más bien a una infancia ligada al mar y a las regatas. “Empecé a navegar en clase Optimist (vela ligera) a los ocho años”, recuerda. “Además, mi abuelo y mi padre pertenecían a la comisión directiva del Yacth Club de Punta del Este, que en 2024 cumplirá su centenario. Gracias a ello tuve acceso a los barcos más avanzados del momento, los que hacían la regata de la vuelta al mundo entre Southampton y Punta del Este (la actual The Ocean Race). Eso me motivó para estudiar Diseño Naval”. 

Aunque llegó a ser atleta olímpico en Sydney 2000, decidió abandonar su carrera deportiva para centrarse en perseguir su sueño: diseñar los veleros más rápidos del mundo. Tras estudiar un máster en Inglaterra, consiguió una entrevista con el argentino German Frers, uno de los más reputados diseñadores de barcos del momento, que le contrató en 2003. Era su ídolo de juventud. “Cuando yo tenía 18 años, él ya diseñaba yates para la America’s Cup”. De la mano de Frers debutó en la Copa América de Valencia 2007. Y ese mismo año recibió una oferta que acabaría propulsando su carrera a velocidad de crucero: Marcelino Botín, que ya era un cotizadísimo diseñador al frente del estudio Botin Partners Naval Architecture, le ofreció mudarse a Santander con su familia.  

En la imagen superior, el ingeniero uruguayo Adolfo Carrau, uno de los mejores diseñadores navales del mundo. Sobre estas líneas, monocasco AC40 denominado One Design, con el que el equipo suizo Alinghi Red Bull Racing competirá en la primera regata preliminar, que se celebra desde hoy y hasta el 17 de septiembre, de la Copa América de 2024.

El ingeniero uruguayo socio de Botin Partners precisa que llevan “16 años trabajando juntos y desde el primer día nos llevamos fenomenal”. Fundado en 1995, este estudio de ingeniería naval radicado en Santander produce algunos de los yates más rápidos, innovadores y elegantes del mercado; de hecho, sus diseños a medida han ganado las grandes competiciones de vela del mundo…, excepto la Copa América. Una espina que intentarán sacarse en la 37ª edición que tendrá lugar en Barcelona en 2024. Es la gran cita de la “Fórmula 1 de vela”. 

En esta ocasión, Adolfo Carrau participa como coordinador de diseño del equipo suizo Alinghi Red Bull Racing, el primero en aterrizar, hace un año, en la Ciudad Condal con 150 personas y sus respectivas familias. Junto a los otros cuatro desafiantes -el británico Ineos Britannia, el italiano Luna Rossa Prada Pirelli, el americano NYYC American Magic y el francés Orient Express Racing Team- intentarán arrebatar la prestigiosa “Copa de las cien guineas” al vigente campeón, el neozelandés Emirates Team New Zealand.

Vista cenital del velero AC75, de 75 pies (o 23 metros).

Pregunta. ¿Qué significa para usted participar (por cuarta vez) en la Copa América, la competición de vela más legendaria del mundo? 

Respuesta. Es un orgullo y también una responsabilidad, porque lo queremos hacer muy bien. Llevamos muchos años trabajando para ganar este trofeo (el más longevo del mundo, creado en 1851). De conseguirlo, no es que suponga la culminación de mi carrera, pero me encantaría levantarlo porque implica muchísimo trabajo. Tanto mi familia como la de Marcelino hemos hecho muchos sacrificios para intentar ganarlo, mudándonos a aquellos países donde se ha celebrado el torneo.  

P. ¿Se considera más ingeniero o diseñador? 

R. Soy ingeniero mecánico de profesión y diseñador naval de corazón, porque me gusta mucho la parte estética. En realidad, en el estudio Botin Parners diseñamos muchos veleros de recreo custom (a medida, para clientes especiales) y ahí la parte estética pesa muchísimo. En ese tipo de proyectos no sólo me involucro en la parte más científica (arquitectura e ingeniería naval) sino en el diseño de interiores y exteriores del barco. Paralelamente, de cara a la Copa América de Barcelona sólo hacemos regatas con el objetivo de alcanzar la máxima velocidad posible.   

P. Es socio de Marcelino Botín en el estudio Botin Partners, con sede en Santander. ¿Cómo se reparten las tareas? 

R. Llevamos 16 años trabajando juntos y desde el primer día nos llevamos fenomenal. Estamos en sintonía sobre el tipo de barco que nos gusta diseñar y cómo producirlos. En la oficina, aparte de compartir con él responsabilidades de diseño, también gestiono la parte de clientes, que es algo que disfruto mucho y él no tanto. Al poco de entrar me dejó este negociado para que lo desarrollara. La parte de relación con los tripulantes ya la venía haciendo en el estudio anterior. Fue todo muy natural.  

Adolfo Carrau (segundo por la izquierda) junto a Marcelino Botín (en el centro) y otros miembros del equipo.

P. ¿Qué ha aprendido al lado de Botín? 

R. Marcelino es muy creativo y siempre está dispuesto a utilizar la última tecnología para el diseño de nuestros barcos. También es muy objetivo al tomar decisiones: si tiene que cambiar una idea sobre la marcha, lo hace normalmente en base a datos. Otra cosa que he aprendido de él es a generar buen ambiente para que todo el mundo se sienta cómodo a la hora de compartir ideas. 

P. Ha trabajado en escuadras como Emirates Team Newzeland, Luna Rosa de Prada y NYYC American Magic, que serán sus contrincantes en la Copa América de Barcelona. ¿Qué diferencias observa entre sus equipos anteriores y el Alinghi Red Bull Racing, procedente de la F1? 

R. Son equipos culturalmente muy distintos -nada tiene que ver un suizo con un italiano-, de modo que tenemos que sacar lo mejor de cada integrante para que rinda lo máximo posible. Por suerte, en Botin Partners trabajamos para clientes de todo el mundo y estamos muy acostumbrados. Nuestro equipo destaca por la precisión, la organización y la atención por cada detalle, que es esencial en la alta competición. 

Dos Veleros One Design, navegando en aguas de Barcelona.

P. ¿En qué consiste su trabajo como coordinador de diseño del Alinghi?  

R. La mayoría del tiempo lo empleamos en encontrar las mejores soluciones técnicas para que el barco sea lo más rápido posible. El resto es gestión, como procurar que el equipo esté motivado o coordinar las entregas de dibujos constructivos. Mi rol, al estar sobrevolando todo, es asegurarme de que todas piezas del rompecabezas encajen. No puede ser que el grupo que diseña las velas tenga una filosofía y el que crea el casco tenga otra.  

P. ¿Con qué tipo de embarcación compiten? 

R. En las regatas preliminares todos los equipos competimos con el mismo barco: un monocasco AC40 (40 pies o 12 metros de eslora) denominado One Design. Y después está el AC75 (75 pies o 23 metros) de primera generación que le compramos al equipo neozelandés; este nos sirve para entrenar a toda la tripulación, formada por 8 tripulantes, y desarrollar los componentes. En paralelo, un grupo de 40 ingenieros está desarrollando el nuevo AC75 que navegará el próximo año en Barcelona.  

P. Más que flotar en el agua, estos barcos vuelan… 

R. Sí, se elevan en el aire gracias a los foils (alerones). El AC75 es una bestia que alcanza los 50 nudos (100 km/h) y pesa solo 6.200 kg. De hecho, con los gomones grandes nos cuesta seguirlos. El desafío es ser los más rápidos, pero también los más fiables, porque son barcos complicados. Tenemos que tener claro dónde poner el límite. 

Varios miembros de la tripulación del equipo Alinghi Red Bull Racing.

P. ¿Qué características tiene el campo de regatas de Barcelona? 

R. Normalmente navegamos sin oleaje con barcos que vuelan, en aguas protegidas, mientras que en Barcelona se hace a cielo abierto. Aquí no hay donde esconderse y hay más oleaje, lo que añade una complejidad extra al diseño del barco. Por esa razón nos mudamos aquí hace un año, antes que nadie. Va a ser una competición entretenida y espectacular. 

P. El equipo Alinghi está formado por unas 150 personas. ¿Cómo es convivir con esta gran familia en Barcelona a lo largo de un año?  

R. A mí me encanta, es un arte gestionar tanta gente. No es que te vayas a trabajar a una empresa afincada en otro país, aquí la cultura del equipo va mutando en función de la ciudad donde caemos. En Suiza, por ejemplo, se despreocupan más de la seguridad que en Barcelona, donde en las primeras semanas hubo un shock cultural porque los chicos dejaban las bicis sin candar. Al margen de esto, nuestro patrocinador (Red Bull) es muy divertido a la hora de organizar eventos.   

P. Se han rodeado de un equipo muy joven… 

R. ¡Yo soy de los pocos que superan los 40 años! (risas). Fichar a una tripulación tan joven fue una decisión de los dueños y eso a nosotros nos animó a venir a Barcelona. Nos sentimos el equipo local. 

P. ¿La fuerza del equipo está en las sinergias que se crean entre el equipo de diseño y los regatistas?  

R. Exacto. En estos barcos está los que timonean, los que ajustan las velas, los pilotos de vuelo que se encargan de que el monocasco esté siempre en el aire… Y después está el power group (un ciclista, tres remeros y tres regatistas) que generan la energía hidráulica necesaria para mover las velas, los alerones y el timón. Navegamos todo el día y después los sailors o regatistas nos cuentan sus impresiones en base a sus sensaciones. Por nuestra parte, tratamos de explicarles mediante números por qué el barco ha ido más rápido o más lento. Esa sinergia es muy importante. En el departamento de diseño cada vez predecimos la realidad mucho mejor, con simuladores de vuelo y todo eso, pero la exactitud no existe.  

P. Compitió durante 20 años como sailor y fue olímpico en Sydney 2000. ¿No echa de menos aquella etapa?  

R. No; después de las olimpiadas de Sydney vi que había llegado un poco a mi límite y empezó a motivarme la parte intelectual; ese desafío de hacer que tus barcos sean más rápidos es un continuo aprendizaje, y en este momento de mi vida me motiva mucho más. Eso sí, los fines de semana sigo navegando por placer con mi familia (Carrau está casado con María Kent, su novia de toda la vida, con la que tiene dos hijos: Mateo y Felipe, de 14 y 12 años respectivamente).   

P. Supongo que sus hijos son fans incondicionales… 

R. Me apoyan a muerte, pero no me ponen más presión de la que me pongo yo. Les encanta el mar y nuestro estilo de vida, cambiando continuamente de país y de colegio. Estamos siempre buscando el cambio, de lo contrario nos aburrimos.  

P. ¿Contemplan quedar en segunda posición? 

R. Somos muy disciplinados en nuestro trabajo y creo que muy profesionales. No tenemos problema en quedar segundos si sabemos que lo hemos hecho todo bien. Si otro equipo ha sido mejor, no tenemos ningún problema en felicitarlos, pero sabiendo que tenemos que hacerlo mejor la próxima vez. Estamos en ese camino…