Richard Mille es un tipo peculiar (con todo lo que esta palabra signifique). Millonario. Coleccionista de coches clásicos y de Fórmula Uno. Amante de la vela, de los súper yates de lujo, del arte, de la arquitectura y del diseño. Su fama se debe, en gran medida, a la firma de relojes homónima, que se ha convertido en una de las más apreciadas, exclusivas y técnicamente impecables del mundo.

Sobre estas líneas, el nuevo Atlantic se restauró basándose en copias de dibujos de la goleta original.
Antes de que a Rafael Nadal le robaran el reloj que Richard hizo especialmente para él (y con el que sale, o salía, a jugar), valorado en 500.000 euros, permanecía en la sombra para el gran público. Pero en el ecosistema de los guardatiempos ya era considerado un alquimista del tictac situado en el Olimpo. Vive y trabaja en su castillo de la Bretaña francesa, cerca de Moubouan. Es el principal patrocinador de The Bridge, una carrera anual de coches que se celebra en los Hamptons de Nueva York (y a la que sólo se puede acceder con invitación). Pero tenía una espina clavada: organizar su propia regata de barcos de época. Y lo ha conseguido.
Testigos de la historia
“Los veleros clásicos son un testimonio vivo y palpable de los valores más elevados de la artesanía, el patrimonio y la tradición transmitidos a lo largo de los siglos. Con la creación de este reto, aspiramos a devolver la vida a estas embarcaciones de alta gama”, apunta Richard Mille. Del 10 al 25 de junio veleros de época competirán entre Gran Bretaña y Francia, de Falmouth a Le Havre, con escalas en Dartmouth y Cowes, lugares emblemáticos para el mundo de la vela. Para William Collier, organizador de la afamada Regata Fife desde 1998, y que se ha pasado su vida restaurando yates de otros tiempos, “la Copa Richard Mille pretende recuperar el espíritu del circuito británico de regatas que existía antes de la guerra. Consideramos que estos veleros son importantes bienes culturales”.

Con su sabiduría y experiencia, se ha convertido en el socio idóneo para este (nuevo) empeño del señor Richard Mille. Aunque, bueno, tampoco esto de las jarcias, el gratil, la baluma, la driza o la botavara es nuevo para él, ya que desempeñó un papel importante en la creación del Team Fife en la localidad de Brest. Su objetivo, reunir una flota de los legendarios yates William Fife de origen escocés (se reconocen por ese dragón furioso tallado en el tablón del casco) para compartir experiencias y esas cosas que se traen entre manos los egregios dueños de esos barcos.

Autenticidad, recuperar la pompa de aquellas icónicas embarcaciones artesanales. Ese es el espíritu que envuelve como una bruma la 1ª Edición Copa Richard Mille: “Sin embargo, la restauración por sí sola no es suficiente. Estos yates necesitan un entorno en el que puedan prosperar, y por eso es tan importante implicar a los clubes náuticos para que los competidores se mezclen en una atmósfera evocadora del verdadero espíritu de la época anterior a la Guerra”.

En total se van a ver 15 veleros de principios del siglo XIX hasta finales de los años 30, que competirán en las categorías de Goleta y Cúter. Entre ellos, dos espectaculares tres mástiles de 60 metros de eslora. Navegarán a lo largo de las costas de ambos lados del Canal de la Mancha, con final en la Société des Régates du Havre. En la competición estará Pierre Casiraghi (en la familia velera de Richard Mille desde 2018) que se empleará a fondo como navegante en el Tuiga, legendario buque insignia del Yacht Club de Mónaco. ¿Qué le espera al ganador? Richard Mille ha encargado el trofeo, de un metro de altura, a Garrard, joyeros de la familia real británica desde hace 300 años y que diseñó, hace 170 años, el galardón de la primera America’s Cup. Como es una obra de arte en sí misma, y de musculosas dimensiones, los afortunados que lleguen los primeros recibirán una réplica artesanal de 40 cm, realizada a mano por Garrard.
