Tras algunos retrasos, como consecuencia del complejo proceso de desarrollo, homologación y producción, la firma alemana ha comenzado a entregar la serie especial limitada AMG ONE. Su peculiaridad son los más de mil caballos de potencia, 1.063, que desarrolla su sistema de propulsión híbrida heredado del monoplaza de Fórmula 1 W07, el que utilizaron en la temporada 2016 Lewis Hamilton (Stevenag, Inglaterra, 7 de enero de 1985) y Nico Rosberg (Wiesbaden, Alemania, 27 de junio de 1985) con el que este último se convirtió en campeón del mundo.
El Mercedes-AMG ONE se mostró por primera vez en el Salón del Automóvil de Frankfurt en septiembre de 2017, entonces denominado Project One, con el objetivo de entregar las primeras unidades en agosto de 2019. Pero ha habido que esperar casi cuatro años más para que los ingenieros, mecánicos y especialistas de Mercedes-AMG High Performance Powertrains (HPP) en Brixworth (Gran Bretaña) –la que configura los motores de F1– y de Mercedes-AMG en Affalterbach (Alemania) pudiesen cumplir la normativa de emisiones y homologar para la circulación por carretera un vehículo propulsado por un motor de Fórmula 1 pero más pesado.
Philipp Schiemer (Alemania, junio 1964), CEO de Mercedes-AMG, la división creada en 1967 para preparar los modelos Mercedes a altas prestaciones, reconoce que fue un proceso duro y difícil. “Durante el desarrollo hemos traspasado varias veces los límites conocidos. Los inmensos desafíos técnicos que suponían adaptar la cadena cinemática de un monoplaza de Fórmula 1 para su uso en vías públicas han exigido mucho más de lo habitual y ha habido momentos en el proceso en los que pensamos que era irrealizable”, confiesa. En estos años también ha cambiado el papel del AMG ONE, que ha pasado de ser el ejemplo del liderazgo de Mercedes en la F1 a abanderar la transición a la sostenibilidad.
Más allá de su deportivo aspecto exterior y el llamativo frontal con unas personales ópticas de led sobre los abultados pasos de rueda, incorpora un innovador sistema de propulsión híbrido. Combina un motor térmico V6 turbo de 1,6 litros y una potencia de 574 caballos con cuatro motores eléctricos. Dos de estos motores, de 120 kW (164 caballos), están situados y actúan sobre el eje delantero, sobre el trasero el térmico y otro eléctrico, también de 120 kW, que también sirve para la recuperación de la energía de frenada. El cuarto motor eléctrico, de 90 kW (123 caballos), como los de los monoplazas de F1, acumula la energía para utilizarla cuando es necesario un golpe de aceleración y está conectado directamente al turbocompresor. En total desarrolla una potencia de 1.063 caballos, con un sistema de tracción integral AMG Performance 4MATIC+.
Para cumplir las normas de emisiones ha sido necesario incorporarle cuatro catalizadores metálicos, dos de cerámica y dos filtros de partículas, además de un nuevo terminal fabricado íntegramente en titanio. El motor de combustión sólo interviene cuando se ha alcanzado la temperatura correcta del catalizador. Jochen Hermann, director técnico de Mercedes-AMG, reconoce que “adaptar el sistema de postratamiento de gases de escape fue sin duda una tarea hercúlea”. Los ingenieros de AMG tuvieron que emplearse a fondo para poder utilizar gasolina Superplus en lugar del combustible de carrera. Con un consumo homologado muy contendido, 8,7 litros a los 100 km, se ha conseguido una aceleración de 0 a 100 km/h en 2,9 segundos y una velocidad máxima limitada a 352 km/h.
La energía que se produce en las frenadas y la desaceleración se acumula en una batería de iones de litio, derivada directamente de la de los monoplaza de la escudería Mercedes-AMG Petronas, con una capacidad de 8,4 kWH que le da una autonomía para circular en modo exclusivamente eléctrico durante 18,1 km. También integra un innovador cambio manual automatizado de siete velocidades, con embrague de carbono y el diferencial autoblocante integrado.
El conductor puede elegir entre seis modos de intervención del motor: Race Safe, el predeterminado, híbrido y con arranque eléctrico; Race, circulación híbrida con estrategia de carga activa; EV para la tracción exclusivamente eléctrica; Race Plus, para circuito con aerodinámica activa y diferentes ajustes de la suspensión; Strat 2, también en circuito, que aprovecha la máxima potencia en todos los motores, e Individual que permite personalizar los ajustes.
Entre los sistemas de seguridad incluye ABS y control de tracción, que no tienen los monoplazas de F1 pero se pueden desconectar. Los frenos son carbocerámicos y ventilados con pinzas de seis pistones en el eje delantero y de cuatro en el trasero.
El interior es sobrio, de inspiración deportiva, con un minimalismo necesario para contener los pesos y un uso generalizado de la fibra de carbono con algunos detalles en alcántara. Los dos asientos de tipo baquet están unidos al suelo y al reposapiés. Los respaldos se pueden ajustar en dos posiciones, a 25º y 30º.
Hermann explica que para arrancar un F1 es necesario “todo un equipo de ingenieros equipados con ordenadores portátiles. En este Hypercar es suficiente pulsar un botón para conseguir lo mismo, lo que muestra la experiencia de los especialistas en software que desarrollaron este vehículo”.
El Mercedes-AMG ONE se empezó a producir el pasado mes de agosto de forma artesanal en la fábrica de AMG en Coventry (Gran Bretaña), mientras los motores –térmico y eléctricos– se producen en Brixworth (Inglaterra). La primera unidad se entregó hace sólo unas semanas y las siguientes irán saliendo de este taller de lujo a lo largo de los próximos meses. Para conseguir uno hay que ser cliente de Mercedes y firmar que no se va a especular con él.
Precio Mercedes-AMG ONE: 2,5 millones de euros (dependiendo de los opcionales que se incorporen).