Surfear el nordeste de Brasil de la mano de Mundo Expedición

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Surfear el nordeste de Brasil de la mano de Mundo Expedición

Un viaje a medida para los amantes de los deportes acuáticos, en las mejores playas cariocas.

Brasil se ha convertido en la mejor opción para vivir una experiencia de turismo activo. Mundo Expedición ofrece la posibilidad de viajar y surfear la costa brasileña, visitando los destinos más recónditos de un país que ofrece 800 kilómetros de litoral, lo que equivaldría a la longitud entre Barcelona y Almería, repletos de playas paradisíacas, ríos, el segundo mayor delta del mundo y pueblos de pescadores frente al mar.

La agencia de viajes personalizados se enorgullece de “no tener catálogos ni folletos que enseñar”. Sus experiencias –que no sólo viajes–, parten del deseo del cliente. Su equipo de “aventureros, viajeros incansables, amantes de los lugares escondidos” escucharán su viaje soñado, realizaran una ruta a medida, fuera de los circuitos turísticos habituales, y adaptarán su propuesta hasta que coincida 100% con las preferencias y estilo de vida del viajero.

Los amantes de los deportes acuáticos encontrarán, por tanto, en sus propuestas en el país carioca un destino inigualable. Factores como el buen tiempo y su gran extensión de litoral explican que Brasil sea una de las potencias mundiales en el mundo del surf, como refleja el éxito de surfistas internacionales como Mateus Herdy o Lucas ‘Chumbo’ Chianca. Otro ejemplo fue Rodrigo Koxa, que, en 2018, consiguió romper el récord mundial gracias a una ola de 24 metros, la más grande de la historia, aunque posteriormente fue superado por el alemán Steudtner.

Enormes dunas de Lencois Maranhenses.
En la imagen superior, un deportista practicando kitesurf. Sobre estas líneas, las enormes dunas de Lençóis Maranhenses.

Una expedición-tipo de las que proponen para comenzar con el diseño concreto, titulada Brasil, kitetrip de emociones, comienza en Fortaleza, a bordo de jeeps rumbo al norte, acompañados de guías y expertos. Para disfrutar del camino se debe parar a visitar y degustar manjares como el peixe grellado, ostras recién abiertas o el mítico açai que ha conquistado las calles de nuestro país. Concretamente, al norte de Brasil existe una zona mágica, aislada del mundo, donde el viento no cesa durante 6 meses al año. Por esta razón, Jericoacoara es un auténtico paraíso para los deportes acuáticos y de viento

Deportista practicando deportes acuáticos
Brasil es uno de los países con mejores deportistas acuáticos, entre ellos Mateus Herdy o Lucas ‘Chumbo’ Chianca.

También conocido como Jeri, las playas de la zona se caracterizan por su arena blanca y su agua cristalina, pero también por sus olas de gran tamaño y el viento que las acompaña. Esta es la primera parada del viaje, una encantadora y animada villa que actúa como refugio para kitesurfers y windsurfers. Sus calles se encuentran sin asfaltar, cubiertas de arena blanca. La ciudad está llena de vida y se respira una atmósfera mágica que invita a regresar una y otra vez. Frente al pueblo se encuentra la majestuosa Duna Do Sol, donde cada tarde cientos de personas suben a presenciar un atardecer único. Tras el espectáculo de la naturaleza, las calles de Jeri cobran vida durante la noche llenándose de gente, puestos de artesanía, música en vivo y la energía contagiosa del forró, un estilo de samba típico de la región.

Otra de las paradas obligatorias es el Delta del Parnaíba, considerado el segundo más grande del mundo, formado por 85 islas y distintos paisajes. Para los que aún no hayan oído hablar de este lugar, se trata de una exuberante jungla rodeada de dunas de arena blanca.

Sus canales albergan una gran variedad de vida salvaje, hogar de animales como yacarés (especie autóctona de caimanes), boas, numerosas aves y cangrejos. Cruzar este delta, donde no existen medios de rescate ni poblaciones a cientos de kilómetros de distancia, supone una aventura única y emocionante. Llegar a la mitad del delta justo al atardecer, con vientos de hasta 30 nudos soplando y con olas de 2 metros a tus espaldas, es una sensación que quedará grabada en la memoria del visitante. Probablemente sea el mejor lugar para disfrutar de los deportes acuáticos.

Atardecer en duna brasileña
La impresionante vista que ofrecen las playas de Brasil, con su agua cristalina y su arena blanca, desemboca en uno de los atardeceres más fascinantes.
Personas practicando deportes acuáticos
El norte de Brasil es considerado el paraíso para los amantes del kitesurf.

En mitad del delta se puede dormir en algunas de las pousadas del lugar, sencillas pero realmente bellas.  Estas se suelen encontrar rodeadas de los canales por los que por la noche se sale a disfrutar del ambiente. Cruzando la otra mitad del Delta al día siguiente, el turista se encontrará con playas de dunas donde no hay absolutamente nada más que naturaleza. Este paraje único destaca por sus paisajes lunares y por los canales que se crean con la crecida del mar. Estos se convierten en piscinas gigantes de kilómetros de largo, rodeados de arena, hasta llegar a un lugar mágico llamado Atins.

Lagunas en medio de un desierto de dunas. Es el Parque Natural Lençóis Maranhenses, un desierto que una vez al año se llena de agua dulce.

Atins es la puerta de entrada a los Lençóis Maraenhses, un espectáculo de la naturaleza muy poco conocido. Un desierto de dunas blancas como harina entre las que se forman cientos de lagoas (lagunas) durante la época de lluvias, de aguas cristalinas con una riqueza biológica incalculable. Esta temporada dura desde diciembre a junio, por lo que la mejor época para visitar este rincón único del planeta, protegido como Parque Nacional desde 1981, es entre junio y agosto.