Así es el madrileño Club Prim 5: abierto de mente, desenfadado y con buen paladar

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Así es el madrileño Club Prim 5: abierto de mente, desenfadado y con buen paladar

“A nosotros nos da igual cómo te apellides”, afirman los socios, Juan Erburu y Tote González, que se conocieron trabajando en el restaurante Saddle.

Los viajes, la cultura, la gastronomía y un declarado amor por el Dry martini son las aficiones compartidas de los fundadores del Club Prim 5, recién inaugurado en esta calle del barrio de Justicia, uno de los más efervescentes de Madrid. “Desde el principio, nuestra idea fue crear un club privado con gente diversa, que incorporara también a socios jóvenes y fuera desenfadado, sin ese envaramiento que a veces se percibe en los clubs más tradicionales. Un lugar lo más abierto posible donde, por descontado, las mujeres también se sientan cómodas”, explican los propietarios, vestidos con ropa casual y deportivas de diseño. Aquí la corbata no es obligatoria.

Los dos socios se conocieron por casualidad hace cuatro años en el restaurante Saddle de Madrid. Abogado de profesión, Tote (Madrid, 30 de noviembre de 1978), era y sigue siendo socio fundador de este espacio de alta cocina, mientras Erburu (Pamplona, 8 de noviembre de 1982), con experiencia en el sector de la hotelería y la restauración, ejercía de director comercial y de eventos. “Cuando Saddle ganó su primera estrella Michelin, cayeron cinco Dry martinis”, recuerdan entre risas. Su buena sintonía y las ganas de emprender confluyeron en este proyecto compartido, animados además por el boom que está viviendo Madrid como destino turístico de lujo.

Cultivar aficiones, compartir ocio, buena mesa y, en muchos casos, practicar deporte, normalmente en un ambiente distinguido, componen la esencia de un club privado. En la capital conviven aproximadamente una docena, desde los más antiguos (como El Nuevo Club, fundado en 1888) a los más contemporáneos (caso del Club Matador), pasando por el Club Alma (orientado a mujeres) o el Monteverdi (que fomenta el desarrollo de las Artes a través de la filantropía). “Hemos estado en la mayoría de ellos, aunque no somos socios de ninguno. Queríamos crear uno nuevo, más acorde con nuestro estilo e intereses”, afirman Erburu y González.

Tras hacer una prospección de mercado y comprobar que había hueco para más, decidieron apostar por el barrio de Justicia, conocido como el Soho madrileño por su ambiente multicultural y sus animadas calles llenas de edificios de fachadas clásicas, restaurantes, galerías de arte, hoteles boutique y tiendas de moda y diseño. “Esta amalgama hace que el perfil de los potenciales socios sea más internacional, abierto y moderno”, razonan.

Todavía huele a nuevo al traspasar la puerta del club, inaugurado sottovoce a comienzos de 2024. Situado en un señorial edificio del siglo XIX, con vistas al Cuartel General del Ejército de Tierra, ocupa unos 400 metros. “Para ganar espacio tuvimos que derribar el tabique que separaba dos antiguos locales comerciales”, precisan. Las paredes lacadas de color verde oscuro evocan a los antiguos Gentlemen’s Clubs que surgieron en Gran Bretaña a lo largo del siglo XVIII; esos lugares de recreo “solo para caballeros” entre los que aún perviven el White´s, el Boodle´s y el Brook´s, por citar algunos de los más renombrados. Pero, más allá de ese guiño british, este club madrileño poco tiene que ver con ellos. Por descontado, tampoco aspiran a competir con otros clubs españoles más señeros, dignos herederos de la tradición inglesa, como La Sociedad Bilbaína (Bilbao), el Nuevo Club (Madrid), el Círculo Ecuestre (Barcelona) o el Real Club de Andalucía (Sevilla), conocido popularmente como El Aero.

Más adaptado a los nuevos tiempos, Club Prim 5 “quiere ser una extensión de tu casa”, prosiguen nuestros anfitriones. “Unos socios le darán un uso corporativo -para sus reuniones, sobremesas o cierres de negocios- y otros más social. En cualquier caso, la idea es que aquí se genere un networking interesante”, explican mientras muestran las diferentes estancias: un restaurante, una sala polivalente de reuniones para unas 18 personas, una “sala roja” más privada para seis comensales y el luminoso salón principal de casi 30 metros cuadrados, presidido por la barra del bar y provisto de una gran pantalla con proyector y una mesa de mezclas donde ya han pinchado Dj’s como Joao Riveiro, de Beso Beach.

Del acogedor interiorismo se encargó Marta Banús (Banus Arquitectura), “que supo interpretar lo que queríamos, como las paredes lacadas en verde”. En el salón cuelgan obras de Álex Guijarro (conocido por sus originales pizarras de física cuántica, que fotografió en prestigiosas universidades del mundo), cuadros de Paul Anton y Bea Aiguabella o esculturas de Belin. “El espacio puede funcionar como galería de arte; algunas piezas son nuestras y otras están cedidas. Irán rotando”.

“El club propone y el socio dispone”

De momento, sus puntos fuertes son la gastronomía y el vínculo con marcas de bebida como Laurent-Perrier y Macallan, o de moda como Zegna. El jefe de cocina es Adam Cordero, procedente del Saddle y del hotel Santo Mauro, donde ya practicaba una refinada cocina de mercado con toque internacional. “El ticket medio es de unos 45 € sin vinos, pero algunos socios nos han propuesto menús especiales de 100 a 300 €”, afirma Erburu, que antes de abrir el club ya era propietario del restaurante Playing Solo (inspirado en las tabernas izakaya de Japón) y de la coctelería Momus, ambos locales situados en Madrid. Entre las experiencias que ofrece el club están visitar la bodega de Laurent-Perrier, en Champagne, y un servicio de sastrería a medida a cargo de Josué Martín Torralba, creador de Hathaway Tailored y uno de los 40 sastres autorizados por Zegna.  Todas las propuestas son bienvenidas: “El club propone y el socio dispone”.

En cuanto a las cuotas de socio, hay dos tarifas: una individual (1.500 € de cuota de ingreso, más 2.500 de cuota anual) y otra corporativa (1.500 de cuota de ingreso y 9.000 anual, que incluye acceso a tres socios, cada uno de los cuales puede invitar a tres personas o más). El rango de edades oscila entre los 35 y los 55 años, “pero lo que cuenta es la mentalidad”, aclaran los propietarios, cuyo criterio de selección pasa por tener una charla informal con el potencial socio, al estilo del club de negocios barcelonés The Wild Bunch, con el que tienen correspondencia.

Al principio llegó un señor presumiendo de dinero… y no superó el casting. “Nos dijo que era miembro de la mayoría de los clubs madrileños y que no veía con agrado la presencia de mujeres. Ni siquiera nos dio opción a preguntarle, y no es lo que buscamos aquí. De hecho es todo lo contrario”. Elitismos, los justos: “A nosotros nos da igual cómo te apellides y cuál sea tu cuenta corriente”, concluyen. Más información, en info@clubprim5.com