Desconecta2, un hotel con mirador de estrellas al sur de Extremadura 

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Desconecta2, un hotel con mirador de estrellas al sur de Extremadura 

Cercano a la localidad de Monesterio, no es fácil llegar a este establecimiento, pero cuesta mucho más irse.

Monesterio es una pequeña localidad del sur de Extremadura sobre la Vía de la Plata famosa por sus jamones. Está a 119 kilómetros de Badajoz, a solo 94 de Sevilla y ha sido siempre una división natural con Andalucía, lo que la sitúa en esa ambigüedad de los territorios fronterizos. Muy cerca de allí, en una posición privilegiada sobre el embalse de Tentudia, que se crea en el río Bodión, se esconde Desconecta2, un pequeño hotel boutique de lujo, sumergido en la dehesa extremeña donde se mezclan la sostenibilidad y la naturaleza con el arte. Tiene una impresionante terraza con piscina, un mirador sobre el valle donde en la noche las estrellas ponen el espectáculo. 

Hasta este lugar llegó hace unos años Sam Brocal (Cartagena, 16 junio de 1978), un emprendedor y empresario en formación digital que buscaba crear el proyecto de sus sueños. A los 18 años se fue a Irlanda a estudiar informática en el momento de mayor apogeo del Tigre Celta, cuando las grandes multinacionales desembarcan en el país y surgen múltiples posibilidades de formación. Allí dejó de ser Samuel, porque no le gustaba cómo sonaba su nombre con acento inglés, y trabajó en Dublín de barman, el único español que consiguió ese puesto.

En la imagen superior, la terraza, de 450 metros cuadrados y sobre la piscina exterior, se convierte en una ampliación del restaurante La flor de la candela, en el que se puede comer y cenar sin estar alojado. Sobre estas líneas, vista aérea del hotel Desconecta2, en la dehesa extremeña, cerca de la localidad de Monesterio.

En 2011 crea su propia empresa especializada en programas de formación y evaluación online que actualmente tiene filiales en Nueva York y Miami, pero con la sede central en Sevilla. El crecimiento de su negocio, Media Interactiva, fue muy rápido y les permitió hacer realidad el proyecto que había imaginado con su mujer y colaboradora en la empresa, la psicóloga Laura Morillo (Sevilla, 12 agosto de 1978), una casa rural. “Conocí esta zona de Extremadura hace tiempo y me gustó muchísimo la dehesa, la luz, la gente, el jamón…, así que cuando la empresa estuvo estabilizada y pude tener un poco de tiempo libre volví a buscar un lugar”, explica.

El acceso al hotel no está asfaltado para preservar la sensación de espacio integrado en la naturaleza. El embalse de Tentudia, en la imagen, se extiende a los pies del hotel y es el destino de diferentes paseos.

Y lo encontró en 2017, una finca de 30 hectáreas, un enclave con vistas sobre el embalse. “Lo que más me impacto fue la naturaleza y las vistas desde aquí arriba, me dije este era el sitio”, confiesa. Desde entonces, y hasta la apertura a principios de 2022, fueron cuatro años de desarrollo del proyecto, que cuenta con el apoyo de la Junta de Extremadura y casi dos de construcción. 

Sam cuenta que “había una casona muy antigua que tuvimos que tirar entera” y que él y Laura se implicaron desde el principio trabajando mano a mano con los arquitectos en el diseño y la creación de los espacios. El resultado es un edificio de unos 1.000 m2, construido alrededor de un patio central, y con una enorme terraza de 450 m2 al fondo, que cubre todo el ancho de la construcción. Bajo esta terraza está la piscina y a sus pies, el embalse. “Utilizamos materiales que nos ayudaron a mimetizar al máximo posible el hotel con la naturaleza y la dehesa (piedra, hierro, cristal y pizarra), manteniendo en el exterior un toque rural moderno y en el interior un lujo cuidado”. El objetivo era integrar de la mejor forma posible todo el proyecto en el entorno. Para ello se estudió la orientación del edificio, de las habitaciones, el bar y el restaurante. Laura fue especialmente cuidadosa en el feng shui de las habitaciones. 

La piscina del hotel, que invita a la desconexión digital, aunque el establecimiento sí dispone de wifi.

Para reservar la sostenibilidad, el jardín que se había proyectado inicialmente se sustituyó por plantas autóctonas y se eliminó el césped previsto en las terrazas. “El huerto ecológico, con cultivos de temporada para abastecer al restaurante, fue parte inicial del proyecto”, revela Sam. Los clientes pueden visitarlo y recoger lo que luego van a comer. 

El hotel cuenta con placas solares con una capacidad de 65 kW y baterías de la misma potencia para recuperar la energía por la noche que les permite ser “casi autosuficientes”. Para el agua cuenta con el apoyo de pozos, aunque depende también en parte de la pública. Sam cuenta la preocupación del hotel en reducir al máximo el consumo en el lavado de la ropa y que recurre a empresas sostenibles para los jabones y el resto de las amenities, y además intentan que los clientes sean conscientes de la sostenibilidad. 

La pared frontal del spa es una cristalera que permite tener desde la piscina unas espectaculares vistas de la dehesa extremeña.

El nombre de este pequeño hotel boutique de cinco estrellas, Desconecta2, es toda una declaración de intenciones de un informático que quiere que quienes visiten el lugar hagan “una desconexión digital, tenemos un consumo excesivo de tecnología”. Aunque, tranquilos, hay wifi. Por eso propone descansar y desconectar, dejar el móvil y la tecnología en la habitación y dedicar el tiempo a pasear, aprovechar las clases de yoga, el spa o el gimnasio. “Volver a establecer un contacto con la naturaleza”. 

Desconecta2 tiene solo nueve habitaciones. Tres de lujo; tres suites, dos de ellas con jacuzzi, una cuádruple para familias, una de lujo superior y una master de 95 m2, aunque todas son espaciosas. Solo hay una habitación familiar con el objetivo de reducir el número de niños que se alojan en el hotel al mismo tiempo y el precio medio es de 250 euros. El objetivo de las 10 personas que están en el equipo de Desconecta2 es ofrecer un servicio personalizado y la mejor atención al cliente. Alrededor del 60% de sus clientes son extranjeros, principalmente suizos, alemanes, portugueses, franceses e ingleses. El hotel abre todo el año, también en Navidad, y ofrece la posibilidad de organizar, e incluso cerrarlo, para eventos o celebraciones.  

Una de las habitaciones, con un amplio ventanal y acceso a una terraza.

Un elemento especial es el restaurante del hotel, se llama La flor de la candela y está abierto a comensales que no estén alojados. Al frente de los fogones desde el inicio del proyecto se encuentra Francisco Javier Mateos, originario de Monesterio, pero formado profesionalmente en Sevilla. Sam, que lo llama Mateo, reconoce que “es mi mano derecha desde que abrimos, lleva la cocina, hace el menú…, yo solo pruebo. La definición de la gastronomía la ha hecho Mateo, yo lo único que tenía claro era que no quería alta cocina. Hacemos una fusión andaluza-extremeña, comida tradicional con sabores que te recuerdan lo que hacía la abuela. Todo se hace aquí, todo lo hace Mateo y eso se nota”. Los productos de la tierra, el cerdo y los quesos, están muy presentes en la carta porque además este restaurante se inscribe en estas rutas gastronómicas extremeñas. 

Desconecta2 es una experiencia diferente en un entorno difícil de fotografiar, Sam asegura que “no creo que sea tanto el paisaje como por la sensación que te trasmite la naturaleza, el entorno y por la noche las estrellas son un espectáculo”. Llegar no es fácil, incuso el camino de acceso, 1,2 km, no está asfaltado intencionadamente. Eso no impidió que recientemente llegarán una excursión de Ferrari, Lamborghini y Bugatti que, como a todos, les costó irse. Y no fue por la falta de asfalto.