Nina Métayer: la filosofía de la mejor pastelera del mundo

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Nina Métayer: la filosofía de la mejor pastelera del mundo

Charlamos con la chef francesa sobre su visión sobre la cocina y el premio que la ha coronado como la reina de la repostería.

Para Nina Métayer (La Rochelle, Francia, 2 de mayo de 1988) la pastelería ha supuesto y sigue suponiendo una manera más de ver la vida. Con casi dos décadas de trayectoria culinaria, ha conseguido hacerse un hueco importante en la gastronomía francesa. Entre su lista de logros resalta con especial intensidad el más reciente: el premio a Mejor Pastelera Mundial del Año 2023, otorgado por la Unión Internacional de Panaderos y Pasteleros. Ya en 2015 logró notoriedad pública al participar en la tercera temporada del show culinario “Qui sera le prochain grand pâtissier?”. Desde entonces, su carrera no ha hecho más que ascender.

En 2020, funda junto a su marido, Mathieu Salomé, su propia pastelería (online), Délicatisserie, que causa furor en París y en todos los rincones de Francia. En Instagram reúne más de 340.000 seguidores, y comparte regularmente su trabajo, así como talleres de cocina con sus dos hijas, Anastasia y Adèle. Hemos hablado con ella acerca de su filosofía culinaria y de cómo ejerce la pastelería en su día a día.

En la imagen superior, retrato de Nina Métayer, Mejor Pastelera Mundial del Año 2023. Sobre estas líneas, Oh my crush! creación preparada por la chef para conmemorar el día de San Valentín. Está hecha a partir de crujiente de nuez, mousse con ralladura y compota de pomelo, cremoso de vainilla, praliné casero 100% de pacana y flores en teja y mazapán comestibles.

Pregunta. El pasado octubre, la Unión Internacional de Panaderos y Pasteleros le otorgó el título de Mejor Pastelera Mundial del Año 2023. ¿Qué cree que le diferencia de otros profesionales del sector y le distingue como pastelera?

Respuesta. Para empezar, creo que este título supone un gran reconocimiento. La razón principal de esta distinción es dar importancia al valor del artesanado y de la pastelería francesa. Este valor es muy significativo para mí, puesto que llevo 18 años dedicándome a este oficio. Personalmente, nunca ha sido fácil el poder llegar a donde quería o realizar los proyectos que tenía en mente. Además, los valores principales del oficio se basan en la transmisión y en el recorrido. He conseguido este título gracias a las personas que me han formado, que me han transmitido su pasión.

La cocina en general consiste en la transmisión del gesto, del saber, de la pasión y del amor que ponemos en cada trabajo. Y, cómo no, está también la labor del equipo. La cocina es un deporte de equipo, un trabajo en común. Desde el productor de la materia prima hasta el chef que se levanta temprano para trabajar y pulir este producto; todos importan en el resultado final. Y evidentemente, luego está el apartado de ventas, esa faceta comunicativa que es tan importante. Es esto último en lo que me gustaría poder destacar frente a otros profesionales: mi lado humano.

Nuestro rol cuando creamos pasteles es compartir placer, es una cuestión de generosidad, una generosidad que debe estar de principio a fin. Hay que saber en determinadas ocasiones situar los pasteles en un segundo plano. Por ejemplo, un dulce puede salir imperfecto, ya sea porque lo ha hecho un aprendiz o porque hacía más calor o más frío en el momento de su elaboración. La pastelería no es un arte lineal, debido en gran parte a la labor vocacional que realizamos como artesanos. Cocinar consiste en aceptar las pequeñas imperfecciones que embellecen la cotidianeidad de preparar postres.

Nina Métayer el 25 de octubre de 2023 en Múnich, Alemania, durante la entrega de los premios a Mejor Pastelero Mundial y Mejor Panadero Mundial. En la imagen aparece acompañada de Günther Koerffer, antiguo presidente de la Unión Internacional de Panaderos y Pasteleros, y de Wu Tzu Ching, ganador del premio a Mejor Panadero Mundial.

P. Cuando era adolescente, tuvo la oportunidad de realizar un intercambio escolar en México. Fue entonces cuando se dio cuenta de que realmente quería promover la cocina francesa a nivel internacional. ¿Qué cree que hace única a la gastronomía de un país como Francia?

R. Nuestro país representa un poco esa elegancia que envuelve la pastelería o, incluso la moda me atrevería a decir. Creo que destacamos en la atención al detalle y en el refinamiento. Además, tenemos la suerte de tener una ciudad como París, donde siempre ha habido pastelerías de renombre. Toda nuestra cultura gira alrededor de la celebración, es decir, que la pastelería se celebra. Refiriéndome a esto podemos encontrar las pièces montées, los pasteles de cumpleaños, etc. Incluso en los tiempos de reyes, ya existían los pasteles de celebración y los entremeses; podría decirse que ya había establecido un arte en torno a la mesa. De hecho, pienso que este es el verdadero punto fuerte de nuestra cultura francesa: el arte del servicio y de la comida gourmet.

En sus creaciones, Nina Métayer intenta jugar con las texturas para agradar a los comensales a la vez que los sorprende. Un ejemplo es su postre de avellanas, leche de almendras helada y gelatina de limón.

P. ¿Por qué decidió especializarse en pastelería y no en otros tipos de cocina? ¿Cuál cree que es el secreto del éxito de los postres?

R. Creo que en mi caso, mi interés principal no era necesariamente dedicarme a la pastelería, sino crear encuentros y agradar a la gente. Soy francesa y en Francia tenemos esa larga tradición de hacer pan y pasteles. Es algo que nos encanta hacer y se aprecia bastante porque hay chefs reconocidos que transmiten su pasión y su savoir-faire a los más jóvenes. Pienso que es gracias a estos encuentros que he terminado donde estoy. Pero no solo me pasa con los pasteles, sino con otras especialidades como las pizzas. Adoro hacer pizzas, crear a partir del fuego, de la masa… Pero si he terminado especializándome en la pastelería, creo que ha sido por los encuentros concretos que he experimentado a lo largo de mi vida y a los valores que me han aportado.

Corona primaveral realizada por Nina Métayer con motivo del Día de la Madre. Hecha con crema de almendras, compota de ruibarbo crujiente y flor de saúco comestible.

P. En 2020 pudo abrir su primera pastelería digital para concienciar sobre el medio ambiente. ¿Siente más presión cuando trabaja a las órdenes de otra persona o cuando dirige su propio proyecto?

R. Creo que hay más presión cuando trabajas en tu propio proyecto. Las decisiones recaen sobre tus hombros, tú eliges la hoja de ruta y eres el único responsable de que salga bien o mal. Sé que supone mucha más presión, pero después te das cuenta de que se trata de una presión positiva. Es muy importante tener esta presión positiva a diario para hacer las cosas bien. Si no hay presión, no puedes asegurar un buen resultado. También me gusta mucho trabajar para alguien porque se te proporciona un tema y una dirección. Me gusta trabajar desde ambas perspectivas. Recomiendo trabajar para otros y probar diferentes roles.

Le Flocon, como su nombre indica, es un dulce con forma de copo de nieve. Es parte de la colección navideña 2023-2024 de Nina Métayer. Consiste en un crujiente de semillas de mijo, praliné casero de nueces pecanas y avellanas, crema de vainilla, mousse ligera de vainilla, tejas crujientes, bola de caramelo y vainilla con notas especiadas de vainas de India, Madagascar y México.

P. ¿Observa alguna diferencia en la forma de visualizar sus creaciones entre el momento en el que empezó a cocinar y este instante? ¿Cómo cree que ha podido cambiar su forma de crear?

R. Muchísimo. Hay una gran diferencia entre esos dos momentos porque cuando comenzamos a aprender pastelería no hay creación, sino reproducción. Antes de empezar a crear, hace falta controlar, integrar y saber gestionar todo hasta que salga. Y es a partir de ese momento en el que ya podemos hacer creaciones. Hay que tener destreza con respecto a las herramientas que vamos a utilizar, las recetas… Y también considero que es importante saber apropiarse de la creación a través de nuestras emociones y del sentido que le queremos dar. Afortunadamente, mi manera de crear evoluciona constantemente, no lo hago igual que el año pasado o que el anterior. Creo incluso que evoluciona cada día, al final de las temporadas, de las experiencias, de los éxitos y de los fracasos. Y son sobre todo estos últimos los que aportan significado a nuestra obra, porque los fracasos nos hacen aprender a través de la revisión de nuestro punto de vista.

La tarta de limón de Nina Métayer está hecha con pasta dulce, crema de limón y de almendras y merengue de lima.

P. Durante el periodo navideño, su equipo y usted tuvieron la oportunidad de sacar el niño que llevan dentro para preparar diferentes creaciones como las galettes de roi, entre otros dulces. ¿Se siente más cómoda cocinando cuando hay un tipo de público específico, como los niños, o prefiere las situaciones en las que no hay un público definido para sus creaciones?

R. Para empezar, me gusta muchísimo crear para un público, porque eso nos da un tema, y el tema nos da direcciones. Cuando no hay una temática, podemos ir en todos los sentidos que se nos ocurran. Yo personalmente prefiero tenerla: los niños, los pasteles de navidad o incluso una fecha específica del año donde tengamos que trabajar a conciencia. Hay que tener la mente puesta en el momento y en la situación, como lo puede ser sentarse a comer con la familia o con los amigos para compartir un recuerdo. El tema y sus obstáculos nos aportan creatividad.

La galette des rois, torta consumida durante el período de la Epifanía en Francia y ciertas partes de Bélgica, es el equivalente galo al roscón de Reyes. Nina Métayer prepara las suyas con mantequilla de denominación de origen protegido de Charentes-Poitou y harina molida a piedra en el molino Moulins Viron.

P. ¿Hay algún ingrediente específico que cree que será popular este año?

R. Creo que depende de lo que cada uno tiene más accesible. En mi opinión, un ingrediente popular es un buen ingrediente que va a ser bien trabajado, al final la simplicidad toma más importancia que la rareza que pueda tener un producto. No sirve de nada recorrerse el mundo y buscar un ingrediente exótico si no tenemos clara la manera de tratarlo o la manera en la que vamos a trabajar este producto, a quién vamos a comprárselo; es gracias al cuidado y al mimo puesto en el proceso lo que va a contribuir a que se convierta en un ingrediente increíble. Si escojo una manzana, tendremos la mejor manzana a través de su cocción y en relación con lo que queremos hacer con ella. Porque, en cuestión de hablar de cuál es la mejor denominación, puede haber de por sí 300 variedades de manzanas dependiendo de lo que tengamos en mente. Si por el contrario, escojo la mejor manzana para ir en la mejor dirección, el resultado será memorable. Respecto a este año, como con cualquier otro, creo que el mejor ingrediente es ese que escogemos en confianza, con sumo respeto a todo el proceso, de principio a fin. Ya sea para hacer una tarte tatin, un sorbete o un scone, hay que ser capaz de poder darle un sentido a su compra. En conclusión, el buen ingrediente es aquel que es bien respetado y que se trabaja al máximo.

Tronco de Navidad de la colección navideña 2023-2024 de Nina Métayer. Hecho con crujiente de coco rallado, bizcocho de almendra, compota de mango y fruta de la pasión con vainilla y haba tonka. También lleva dados de mango fresco, mousse de coco, ganache de lima y decoración de chocolate blanco.

P. ¿Cuál cree que es la lección más importante que una persona puede aprender mediante la cocina?

R. La cocina es un aspecto extremadamente importante de nuestras vidas, porque se construye a través de reunirse y trabajar en compañía. Cuando hacemos pasteles juntos, vamos a tener al final del proceso un pequeño objeto, una pequeña creación, que vamos a poder compartir. Vamos a pasar un buen momento porque lo que se comparte en pastelería no es una comida, sino un regalo hecho con amor para nuestros invitados. Por otra parte, creo que los niños pueden aprender muchas cualidades. Hago pasteles todos los fines de semana con mis hijas, y cocinar se convierte en un ritual donde aprenden a contar y a leer con la pastelería. Entienden la importancia de elegir un ingrediente, aprenden a contar, a restar y a sumar. Y todo esto mientras se interiorizan habilidades humanas como lo son la precisión, la atención y la paciencia. Creo personalmente que deberíamos tener clases de cocina y de pastelería en las escuelas, porque gracias a disciplinas como estas se enseña paso por paso mientras se entiende y se disfruta el arte de cocinar.

Nina Métayer elaborando una de sus creaciones. En sus redes sociales, suele publicar la preparación de recetas acompañada de sus hijas.