La Fundación Amigos Museo del Prado presenta su último proyecto: La grandeza de Rubens. Este libro ilustrado recopila las ponencias de diversos historiadores del arte sobre el gran maestro flamenco. La presentación tuvo lugar en el auditorio principal del Museo del Prado. El origen de esta publicación se encuentra en el ciclo de conferencias en torno a Pedro Pablo Rubens organizado por el museo el año pasado. Esta iniciativa contó con la participación de 18 especialistas en el artista.
Los textos que este libro recoge fueron elaborados especialmente para las conferencias organizadas. Entre los involucrados en este proyecto se encuentran María Belmonte, escritora e investigadora, y Alejandro Vergara, especialista en Rubens y en pintura flamenca del siglo XVII y organizador del ciclo.
El acto fue presidido por Andrés Úbeda, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo Nacional del Prado. Y contó con la presencia de Carlos Zurita, duque de Soria y presidente de la Fundación. Estas dos personalidades junto con las otras dos mencionadas anteriormente conversaron en presencia de centenares de asistentes.
Los participantes trazaron un recorrido completo por la producción artística del flamenco, desde sus inicios como paisajista hasta su final como maestro de la representación mitológica, pasando por su Grand Tour en busca de inspiración por Italia. El título escogido (La grandeza de Rubens) no es un mero recurso poético: Pedro Pablo Rubens es analizado en toda su grandeza en este libro.
El hombre que amaba a las mujeres
María Belmonte comenzó su intervención presentando al pintor como “el hombre que amaba a las mujeres”. Su análisis artístico parte de una premisa femenina, desde la visión de Rubens como un apasionado del cuerpo y la belleza de la mujer. El artista, precisó la escritora, pintó a la mujer en todas sus facetas: diosas, vírgenes, santas, ninfas, madres, hijas, prostitutas… Supo captar lo sublime de la esencia femenina e inmortalizarlo con su pincel.
Especial importancia cobra el pecho femenino en este sentido, ampliamente representado por el flamenco a lo largo de su obra. Sobre el cuadro El nacimiento de la vía láctea (1636), María Belmonte comentó que esta pintura de madurez, realizada tan solo cuatro años antes de su muerte, se enmarca en un momento en el que Rubens sintió una pasión más fuerte que nunca por los mitos grecolatinos.
El óleo captura el momento en el que Hera amamanta a un niño, que bien podría ser Hércules o Mercurio. En cierto momento, la diosa, que aparece como figura central con el pecho entre sus manos, derrama su leche y esta se esparce por el cielo. Es así como se crea la Vía Láctea, que se convertiría en el camino de los dioses al Olimpo. Este tópico, que coloca a la mujer como protagonista y creadora de la galaxia que habitamos, fue recuperado por Rubens con toda intención.
La adoración de Rubens por el cuerpo femenino se hace evidente en sus creaciones. Las formas sugerentes y evocadoras de las modelos que eligió le permitieron explorar la anatomía humana. A menudo, estas musas eran las mujeres a las que amaba fuera de su faceta como pintor. Es el caso de su segunda esposa Helena Fourment, “la mujer más bella de Amberes”.
Pedro Pablo Rubens la retrató vestida con opulentas telas y joyas, desnuda saliendo del baño, como madre con sus hijos en el regazo… La jovencísima Helena protagonizó muchas de sus composiciones, entre ellas una de las más populares del artista: El juicio de Paris (1638). Rubens retrató a su mujer como Venus, la diosa más bella y ganadora entre las otras dos Gracias.
No obstante, María Belmonte puso el foco en otra pintura: La fiesta de Venus (1636). Esta complejísima composición captura la esencia de Rubens a la perfección, con su predilección por los “amorcillos” que cargan a la composición de ternura, el ambiente festivo y la belleza de la naturaleza. Belmonte presta especial atención al grupo de la izquierda, en actitud dionisíaca, entregado a los placeres y el disfrute. La mujer central, que mira al espectador con serenidad mientras un sátiro la alza en brazos, es Helena Fourment.
En esta sesión en el Museo del Prado, Rubens quedó retratado no solo como un artista de éxito profesional y financiero, sino también como un hombre que alcanzó la plenitud y la felicidad en su vida. Es, en gran medida, su gusto por el cuerpo femenino el que le permitió explorar nuevos campos y desarrollar un estilo de pintura sin precedentes, que abriría el camino tanto a sus coetáneos como a sus posteriores.
Rubens como refugio
Este pintor del color, de la luz y, por encima de todo, de la belleza ha dejado un legado bastísimo. Supo cómo dotar de alma a las formas, cómo darles el brillo capaz de conmover. Belmonte puso el ejemplo del espléndido caballo del Retrato ecuestre del duque de Lerma (1603), protagonista indiscutible de la composición. Rubens es una de las grandes joyas del Prado y como tal se le trata en el libro.
María Belmonte concluyó el acto con una reflexión. La escritora estableció un símil entre el contexto sociopolítico barroco y el actual. Nacido en 1577, Rubens se vio obligado a vivir en una sociedad tumultuosa, en constante agitación. Los conflictos religiosos, bélicos y económicos, fundamentalmente, arrasaban el continente europeo. En ese contexto, el artista consiguió transformar todo ese dolor en belleza.
La experta señaló que “en estos tiempos, es un consuelo acudir a Rubens en busca de alegría, de pasión por la vida. Sumergirse en este maravilloso libro que he tenido el honor de presentar es todo un placer”. La investigadora invitó a evadirse por medio de las imágenes del flamenco y a recrearse con esos fabulosos jardines llenos de agua en movimiento por donde juguetean los “amorcillos” y las ninfas.
Editado por Planeta, el libro ya está disponible en la tienda del museo y otras librerías por un precio de 45 euros.