El ábaton es un lugar sagrado; un término referido a la parte santa de los templos griegos donde se guardaba la figura del dios. Una palabra que escogió el estudio de arquitectura madrileño ÁBATON, uno de los referentes del sector nacional e internacional, para dar nombre a su marca haciendo referencia a la exclusividad y tradición de sus proyectos.
El equipo formado por Camino y Carlos Alonso e Ignacio Lechón lleva más de 20 años dedicado a los servicios de arquitectura, diseño de viviendas, construcción de casas, reformas de apartamentos y promoción inmobiliaria singular. Uno de sus proyectos más reconocidos es la reforma de un establo –que ganó el ‘2013 Architizer A+’ en la categoría ‘Architecture + Sustainability’– enclavado en un terreno de la provincia de Cáceres. Un espacio equino abandonado que fue convertido en 2013 en una casa familiar.
A raíz de la pandemia de Covid-19 nuestra manera de vivir y entender el espacio se ha visto alterada. El teletrabajo se ha impuesto con fuerza en una sociedad cuyas prioridades, tras el confinamiento, han cambiado, dando paso a una creciente demanda de casas en el campo, con espacios más amplios y pueblos de la España vacía que -quién sabe- podrían volver a sus orígenes.
¿Pero qué tiene este proyecto de especial? Probablemente su capacidad para convertir lo rústico en contemporáneo; con el matiz de que, según ÁBATON, no se trata de conceptos opuestos, ya que, para Camino Alonso, “lo que consideramos rural probablemente no es más que el uso de unos determinados materiales, piedra en muros, vigas de madera en la estructura, que tradicionalmente se encontraban en el lugar, además de unas limitaciones de dimensiones en huecos o distancias entre muros, etc, impuestas por las características de estas piezas”.
En su opinión, la contemporaneidad se puede conseguir con los mismos productos, pero liberándolos de sus limitaciones originales, “así podemos abrir grandes huecos en muros de mampostería de piedra utilizando refuerzos ocultos e incrementar las distancias entre muros con tensores o estructuras mixtas“. Es decir, pueden usar los mismos materiales de proximidad, nada más contemporáneo, pero con un lenguaje distinto tan moderno y rompedor como quieran. “Esta es, probablemente, la mejor simbiosis, no tenemos por qué renunciar a la calidez de los materiales naturales tradicionales como los morteros de cal, la madera, los barros… ni a la libertad espacial que nos permite la tecnología”, sentencia.
En este caso, este trabajo de Ábaton fue muy especial porque apostó por la sostenibilidad mucho antes de que se hubiese empezado a hablar de ello y fue pionero en ser una propiedad absolutamente autosuficiente. Según reconoce el equipo a CLASSPAPER, el éxito fue conseguir una imagen armónica y respetuosa con el entorno natural y con un interior contemporáneo de diseño exquisito.
Respeto a la arquitectura preexistente
La idea se asentó sobre la necesidad de construir un lugar que disfrutase de la naturaleza sin que el paisaje se viera invadido por la intervención. “Quisimos que pareciera que la casa siempre estuvo allí”, añaden. Y reconocen que aprovecharon la sabiduría de los ganaderos locales, que instalaron allí en origen el edificio, para disfrutar del soleamiento óptimo y la protección en el valle de los vientos más fríos. Se unificaron aperturas conjuntas de dos plantas con una sola contraventana y se fabricaron enormes correderas para las puertas del salón para conseguir el mismo efecto. “Desde el monte parece una casita, pero su interior alberga amplios espacios comunes para disfrutar de la estancia con muchos invitados. Se planteó un espacio común diáfano para el salón, cocina, comedor y zona de cine“, añaden. La finca, de cinco hectáreas, cuenta con 322 metros construidos, con seis habitaciones y cuatro cuartos de baño. Todo ello acompañado con techos de gran altura y enormes ventanales que permiten disfrutar de la naturaleza desde todos los espacios.
Coinciden en que tal vez la clave del éxito de este trabajo sea el respeto por las enseñanzas de las edificaciones tradicionales del entorno. “Antes de desarrollar el proyecto estudiamos las construcciones de nuestros vecinos y observamos ciertos invariantes que se repetían en todas ellas y respondían a una atenta lectura de las condiciones ambientales; eso a lo que ahora llamamos, un poco pomposamente, eco-construcción“, añade Camino Alonso. Adoptar esas enseñanzas les garantizó automáticamente la correcta inserción en el entorno, “y ya solo nos teníamos que preocupar de adecuar las condiciones de escala. El lenguaje con el que definimos la intervención en el interior podía ser rabiosamente contemporáneo, a la vez que la concepción el edificio era respetuosa con la tradición”, concluye.
Además, les pareció importante preservar el sabor de la arquitectura tradicional, “pero a la vez incorporar un concepto espacial del interior más contemporáneo, menos compartimentado y muy funcional”. Y explican que, tanto en reformas de pisos antiguos como en este tipo de intervenciones en zonas rurales, el enfoque es siempre el mismo: el respeto a la arquitectura preexistente incorporando una visión modernizada. Así, los dos estilos conviven de forma armónica y se complementan perfectamente.
En esta vivienda predominan materiales básicos, pero por encima de todo destaca la piedra: “Era un establo antiguo de ganado, por lo que recuperamos toda la piedra de los muros preexistentes y reforzamos su estructura para garantizar su solidez. Esta misma piedra que reflejaba el paso del tiempo se dejó vista también en muchas zonas del interior de la casa como cuartos de baño y la fuente construida en la parte central del salón”.
Tras analizar las tipologías del entorno, la orientación sur, la posición del edificio al abrigo de la sierra de Gredos se reconoce en esta arquitectura rural una pieza mucho más inteligente de lo que a simple vista pueda parecer. “Es por esto, y por la bella naturaleza en la que se ubica, que la intervención repite la volumetría y los materiales existentes”, detallan.
Aunque de manera natural la vivienda es térmicamente estable, se solucionaron los problemas derivados de la falta de suministros de electricidad y agua corriente mediante los sistemas de sostenibilidad que la empresa aplica a todas sus obras: “Se diseñó un sistema de paneles solares con acumuladores que permite el suministro de energía en verano; se instalaron turbinas que aprovechan el cauce de dos arroyos que pasan por la finca y que nutren de corriente eléctrica a los acumuladores en invierno. Una de las terrazas de cultivo se convierte en alberca, piscina natural por la que corre el agua de manera constante y que sirve de riego para los pastos. Ningún interior se priva de las vistas del lugar en el que se ubica”, añade Alonso.
Por último, otra de sus premisas fue procurar la colaboración con proveedores y artesanos locales para limitar al máximo la huella ambiental por transporte de materiales: “Conseguir que una construcción tenga bajo impacto implica todo el proceso, desde la concepción del edificio, la solución energética, la definición constructiva, la ejecución de la obra y finalmente –pero no menos importante– la forma de vivir la casa…”.
Una reforma de esta envergadura puede rondar los 1400€/m2, aunque variará mucho según el estado de conservación del edificio original.