Fue Ronnie James Dio (Portsmouth, Estados Unidos, 10 de julio de 1942 – Houston, Estados Unidos, 16 de mayo de 2010) quien inmortalizó el símbolo del rocanrol cuando se unió a la banda Black Sabbath en 1979. El cantante entraba al escenario extendiendo los dedos índice y meñique en señal de amor. A pesar de las connotaciones satánicas que se le han atribuido a la mano cornuta, era un signo que el músico aprendió de su supersticiosa abuela para alejar el mal de ojo.
Han pasado más de 40 años desde aquellos días, pero todavía hoy es difícil acudir a un concierto de rock y no toparse con esos hombres rudos vestidos con chaquetas de cuero negras que, apasionados por el estruendo de la guitarra eléctrica, agitan sus largas melenas y apuntan hacia el cielo el signo de los cuernos. Es ese espíritu salvaje lo que ha inspirado el último reloj de Richard Mille, el modelo RM 66 Flying Tourbillon.

Este lanzamiento supone para la marca suiza uno de los más extravagantes de su colección que recuerda mucho al RM 052 Tourbillon Skull, presentado en 2012, con un calibre en forma de calavera. El modelo ha sido concebido por Cécile Guenat, directora creativa y de desarrollo de Richard Mille. La artesanía se ha confiado al maestro grabador Olivier Vaucher, encargado de perfeccionarlo a mano.

La caja curvada está mecanizada principalmente en titanio de grado 5 con inserciones de oro rojo pulido 5N, lo que contrasta con el bisel de carbono TPT. Es resistente al agua hasta 50 metros gracias a dos juntas tóricas de Nitril.
El calibre cuenta con un movimiento tourbillon volante situado a las 12 horas entre el índice y el meñique, totalmente visible gracias a la sensación de antigravidez causada por eliminar el puente superior y al impecable cristal de zafiro antirreflejante. El barrilete de cuerda rápida encajado a las 6 horas proporciona una reserva de marcha de 72 horas. Los guiños al rock continúan con los índices de las horas en forma de púa de guitarra fijados al bisel de titanio. Tanto el mecanismo como la corona están decorados con una calavera en el centro como referencia al RM 052 Skull Tourbillon.

Solamente la creación de esta corona ha requerido horas y supone una “sutil alquimia” para Julien Boillat, director técnico. “Entre su desarrollo y finalización, dedicamos más de 200 horas a esta pieza, además de las 12 horas requeridas para mecanizar y terminar una sola corona. Pulir titanio es mucho más difícil que oro o acero. Y no sólo eso: el pulido también dificultó la sujeción de la corona sin que resbalara, por lo que tuvimos que utilizar accesorios especiales para fijar la pieza desde el interior”, añade.

En total, Richard Mille ha dedicado más de 1.500 horas de investigación y desarrollo para concebir el RM 66 Flying Tourbillon. El resultado es una edición limitada de 50 relojes que encapsulan la esencia rebelde del rock en un producto de auténtica artesanía suiza. El precio supera los 990.000 euros.