Emilio Tuñón Álvarez: “La arquitectura debe huir del espectáculo”

Interiorismo

Emilio Tuñón Álvarez: “La arquitectura debe huir del espectáculo”

El madrileño recibió el pasado mes de julio el Premio Nueva Bauhaus por su proyecto del Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear en Cáceres.

La pandemia retrasó la primera edición de los galardones de Arquitectura del CSCAE (Consejo Superior de los Colegios de Arquitectura de España), un reconocimiento que se venía esperando desde hace mucho tiempo. Por eso en la gala, celebrada en el Auditorio de Caixaforum en Madrid el pasado 14 de julio, no cabía ni una pulga. Ansias por conocer a los ganadores. Entre los nueve afortunados que recibieron la escultura elaborada en obsidiana COMPAC, se encontraba Emilio Tuñón Álvarez (Madrid, 1 de enero de 1959), uno de los arquitectos con más laureles de España, tantos que no sabe ni dónde los guarda.

Último de una familia de diez hermanos, ama Cáceres, en donde se erige el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, y también la estatua de la Cibeles: “Soy madrileño de Chamartín, del barrio de Hispanoamérica, del Real Madrid de toda la vida”, confiesa.

Sin ninguna referencia de sangre que le vinculara al diseño, se matriculó en la ETSAM (Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid). “Recuerdo que entré muy joven, con dieciséis años. La universidad, como para la mayoría de los jóvenes de mi generación, fue una experiencia inolvidable que me abrió las puertas a otra forma de entender el mundo. Allí tuve la suerte de tener como profesores a Juan Navarro Baldeweg, a Francisco Oiza y a Rafael Moneo, maestros los tres de lo que se conoce como la ‘escuela madrileña’”.

Su vocación le llegó pronto: “Recuerdo, cuando tenía ocho años, que mi padre me llevó a Córdoba y visitamos la Mezquita Catedral de Córdoba. Pasear ese espacio sorprendente e increíble me transformó… Fue la primera vez que tuve conciencia de la existencia del espacio… ¡y qué espacio!”.

Foto del Museo Helga de Alvear en Cáceres de Tuñón Arquitectos
En la imagen superior, retrato de Emilio Tuñón Álvarez. Foto: Miguel Fernández Galiano. Sobre estas líneas, Museo Helga de Alvear en Cáceres. Premio Nueva Bauhaus del CSCAE 2022. Foto: Luis Asín.

Los edificios que más le interesan de Madrid son la Plaza Mayor y el Rastro (los domingos), por su condición popular y de alto contenido social: “Es maravilloso pasear estos intensos espacios, tan llenos de gente, tan llenos de vida, con tanta complejidad y contradicción”. Y reniega de esa otra forma nada humana de entender su oficio: “Efectivamente, en nuestras ciudades hay muchos mamotretos y poca Arquitectura. Cuando visitas la Mezquita de Córdoba o Santa Sofía de Estambul, por decir dos de mis edificios favoritos, sientes la arquitectura como una auténtica ‘arqueología de la vida’, sientes cómo los dos edificios son unas construcciones que hablan de las personas que las construyeron, las personas que las usaron, las ciudades que las acogieron, y sobre todo sientes el paso del tiempo sobre ellas… La verdad es que me gusta pensar que en la arquitectura el tiempo es un auténtico material de construcción”, explica.

Pregunta: ¿Qué le ha supuesto recibir el Premio Nueva Bauhaus por el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear?
Respuesta: Desde nuestro punto de vista, el trabajo del arquitecto debe ser entendido como un servicio a la sociedad. Los arquitectos trabajamos para satisfacer las necesidades espaciales de las personas. Nuestra actividad (hablo en plural al referirme a todo el equipo) es un trabajo lento y de mucho esfuerzo, muchas veces solitario, a pesar de ser realizado en equipo, y con menos feedback de lo que pudiera parecer desde fuera de la propia disciplina. Los premios los sentimos como un reconocimiento de la sociedad a ese trabajo colectivo, pero solitario, que te permite comprender cuándo una obra concreta ha sido bien aceptada por la sociedad.

P: ¿Qué es eso de la Nueva Bauhaus de la que tanto se habla últimamente? ¿Se considera seguidor o al menos comulga con algunos preceptos de esta revisitación de Walter Gropius?
R: La Nueva Bauhaus, tal como la enuncia la Unión Europea, trata de introducir nuevas formas de creatividad y una nueva dimensión cultural en el Pacto Verde Europeo, con el objetivo de mejorar la vida de las personas a través de una nueva forma de aproximarse a la arquitectura y a la ciudad, incidiendo fundamentalmente en cuestiones que aplican a la cultura, la sostenibilidad, el diseño inclusivo… Toma el nombre de La Bauhaus de Weimar, al compartir con esta la vocación de integración de las artes, las artesanías y las técnicas, con una fuerte voluntad de tratar de mejorar la vida de las personas. Evidentemente estoy totalmente de acuerdo con esta nueva visión humanista de la vida.

Retrato de Emilio Tuñón Álvarez. Foto: Luis Asín.

P: ¿Cuándo empezó a trabajar en el proyecto y qué ideas tenía en su cabeza de cómo debería ser el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear?
R: En 2005 ganamos, junto a nuestro querido Luis M. Mansilla (Madrid, 1 julio de 1959-Barcelona, 22 de febrero de 2012), un concurso para la construcción de un edificio inmenso en ese mismo solar. Finalmente, el proyecto que se levantó fue desarrollado en 2015, con un programa mucho más ajustado y una superficie construida tres veces menor. Desde el inicio la idea era pergeñar un espacio para acoger la colección Helga de Alvear, estableciendo una conexión, física y cultural, entre el casco histórico y la ciudad nueva, que se presentara como signo identitario de la ciudad. El proyecto tenía como objetivo generar un sentimiento de arraigo ciudadano con la cultura contemporánea.

P: ¿En qué momento diría que se encuentra ahora la arquitectura en España y en el resto del mundo? ¿Piensa que nos estamos olvidando de los ciudadanos y solo se buscan obras pantagruélicas, grandes rascacielos?
R: Efectivamente muchas veces se prioriza una forma de hacer arquitectura en la que prima la espectacularidad, dejando a un lado a las personas. La arquitectura, como otras actividades culturales del ser humano, se encuentra hoy en un momento complejo. La globalización ha diversificado las formas de realizarla, de pensarla, tanto que, a menudo, es difícil entender las razones por las que se han diseñado las arquitecturas que vemos en muchas ciudades.

P: ¿Cómo describe usted su propia manera de concebir la arquitectura?
R: Estamos interesados en una arquitectura local, hecha para las personas, por las personas y con las personas. Silenciosa y discreta, que establezca vínculos con el lugar y la memoria.

Foto del Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León de Tuñón Arquitectos
Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León, obra del estudio madrileño Mansilla + Tuñón Arquitectos (2005). Premio Mies van der Rohe de arquitectura 2007. Foto: Luis Asín.

P: ¿Hacia dónde debería ir la nueva arquitectura? ¿Qué cambios cree que se deben producir?
R: Lo primero que hay que decir es que debe huir del espectáculo y volver a pensar más en las personas y en los lugares concretos donde se ubica. Debe volver a ser entendida como un servicio para la sociedad. Una arquitectura que trate de cómo las personas usan y perciben el espacio, y de cómo estos espacios se integran en la ciudad y en el territorio.

P: ¿En qué proyectos se encuentra ahora metido?
R: Actualmente hemos finalizado una casa de ladrillo en Madrid y una pequeña cabaña en el entorno de la Laguna Negra de Soria. Estamos acabando las obras de reforma de la casa-palacio Paredes Saavedra en Cáceres, para el Hotel Atrio. También en Cáceres, el archivo de la Fundación Helga de Alvear. Además andamos ‘enredados’ con un pequeño edificio de oficinas escalonado tras una fachada industrial en la capital y estamos construyendo un edificio de aulas y biblioteca para una universidad madrileña.

P: ¿Qué le gusta de Cáceres? ¿Cuál es ese rincón que más le inspira?
R: Toda la ciudad histórica es mágica… pero si tengo que apuntar un espacio realmente especial y enigmático ese sería el hermoso aljibe hispano-musulmán que se encuentra bajo el Palacio de las Veletas.

P: ¿Qué factores tiene usted en cuenta a la hora de entregarse a un proyecto?
R: Cada proyecto se lleva una parte de tu vida… En el Museo de Colecciones Reales (en Madrid, en el Campo del Moro) llevamos trabajando desde hace veintidós años; en el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear diecisiete años; en Atrio más de dieciocho años y así podría seguir con cada uno de los edificios en los que hemos trabajado. Es por ello que nos interesa mucho conocer los lugares y las personas con las que vamos a trabajar durante un largo tiempo de nuestra vida antes de aceptar un encargo. Porque nosotros estamos convencidos de que para hacer buena arquitectura es mucho más importante que el cliente sea inteligente y culto, que tener un buen arquitecto.

Foto de casa de piedra en Cáceres de Tuñón Arquitectos
Casa de piedra en Cáceres firmada por Tuñón y Albornoz Arquitectos (2015-2018).

P: El Museo de Zamora, el Centro Documental de la Comunidad de Madrid (actual Biblioteca Regional Joaquín Leguina), el Museo de Bellas Artes de Castellón, el MUSAC en León, el Auditorio Ciudad de León, el Museo de Cantabria, el Hotel y restaurante Relais & Châteaux Atrio, el Museo de Colecciones Reales… ¿De qué obra suya se siente más orgulloso y por qué?
R: Todos los proyectos y obras son como hijos… es muy difícil, y tal vez muy inoportuno, señalar al que quieres más. Sin embargo, he de decir que nosotros estamos especialmente orgullosos de la ya muy larga colaboración que hemos mantenido con la ciudad de Cáceres, con la coleccionista Helga de Alvear para la construcción de la fundación, museo y ahora archivo, con la pareja formada por Toño Pérez y José Polo en la construcción de Atrio y la casa-palacio Paredes-Saavedra, así como con José Gallego y su preciosa casa de piedra.

P: ¿Es usted fiel a sus convicciones arquitectónicas o evoluciona hacia las nuevas tendencias?
R: En realidad, no creo que se trate exactamente tanto de fidelidad como de honestidad. Creo que todos los que nos dedicamos a esta hermosa profesión debemos ser absolutamente honestos con nuestro trabajo, con nuestros principios, y con nuestro compromiso con la sociedad.

P: ¿Cómo ha cambiado la arquitectura, lo que representa, desde que empezó hasta los tiempos actuales?
R: Sin duda, desde que empezamos nuestro trabajo ha cambiado enormemente, pues cuando comenzamos a estudiar todavía vivía Franco… Luego, cuando terminamos los estudios, las cosas empezaron a cambiar. Vivimos momentos de gran optimismo, la llegada de la democracia, la Unión Europea o la bonanza económica. Ahora todo va demasiado rápido, a muchos promotores sólo les interesa el dinero, y no están muy interesados en este arte. Malos tiempos para la Arquitectura.

Foto de casa de ladrillo de Tuñón Arquitectos
Casa de ladrillo en Aravaca, Madrid, firmada por Tuñón y Albornoz Arquitectos (2018-2021). Foto: Luis Asín.

P: ¿Dónde reside actualmente? ¿O es usted una de esas personas que se pasa el día en los aeropuertos de un lugar a otro del planeta?
R: Madrid es la ciudad donde nací y donde vivo con los míos. La verdad es que no tengo ningún interés  en pasar más tiempo en los aeropuertos de lo que me veo obligado… ¡No me interesa nada eso que llaman el mundo nómada!

P: ¿Acepta sugerencias de su equipo o no permite que se mueva una coma de sus proyectos?
R: Formamos un equipo real. A la hora de elaborar un proyecto somos todos iguales. ¡Todas las ideas y aportaciones son siempre bienvenidas!

P: ¿Y en su vida no profesional, es usted maleable, acepta otras opiniones o es rígido en sus ideas?
R: Con sesenta y tres años no se puede ser muy rígido. Sinceramente creo en la flexibilidad por encima de todo.

P: ¿Qué aprendió usted de Rafael Moneo?
R: Luis M. Mansilla y yo solíamos decir que con Rafael habíamos aprendido a ver las cosas a través de los ojos de la arquitectura. También aprendimos mucho de su honestidad y su compromiso con la arquitectura y la docencia. ¡Él es un maestro!

Foto de la antigua fábrica El Águila en Madrid de Tuñón Arquitectos
Antigua Fábrica El Águila en Madrid (1996-2002) de Mansilla + Tuñón Arquitectos. Foto: Luis Asín.

P: ¿Y de Luis M. Mansilla, con el que compartió el estudio Mansilla+Tuñón Arquitectos?
R: Mucho… ¡Todo! ¡Luis era una persona magnífica! Es curioso, porque Luis y yo nacimos el mismo año, pero en momentos opuestos, yo el uno de enero y él el uno de julio. ¡Éramos muy complementarios! Además, tenía siempre una forma muy lírica de ver y explicar nuestro trabajo.

P: En su casa ‘cuelgan’ la Medalla al Mérito de las Bellas Artes, el Mies Van der Rohe (la madre de todos los premios de arquitectura del mundo), el Premio 2017 en la Categoría Arquitectura al Gastropabellón ETH Hönggerberg en Zúrich, el Premio de Arquitectura Española Internacional 2017… y un puñado más. ¿Anda usted por encima del suelo al verse tan reconocido?
R: ¡Ja, ja, ja!, no, la verdad es que no. No tengo ni idea de dónde están muchos de los extraños objetos que te entregan en estos casos. En esta vida, además de la constancia de la muerte, la única cosa que todos tenemos en común es la necesidad de ser queridos. Cada premio te hace sentir valorado, o apreciado, por el colectivo que te concede el reconocimiento. Aunque todos sabemos que lo más importante es sentirte querido por las personas que tienes cerca.

P: ¿Es usted vanidoso o más bien humilde?
R: Como bien sabes es una pregunta trampa, porque si dices que eres humilde en la propia afirmación ya va implícito un cierto contenido de vanidad… ¡Es muy vanidoso decir que uno es humilde! Sinceramente, me considero una persona totalmente normal, a la que le gustaría comportarse con cierta humildad y respeto con las personas en el mayor número de situaciones concretas posibles.

P: Atrio, el Gastropabellón de Zúrich… intuimos que le gusta la buena comida… ¿Cuáles son sus platos favoritos?
R: Decía Juan Manuel Serrat a un amigo común: “Comer es la única cosa que te gusta y que puedes hacer tres veces al día todos los días de tu vida”. ¡Claro que me gusta comer bien! Y, en cierta medida, también me interesa la gastronomía y la cultura en torno a la comida. Pero la mejor cultura gastronómica no es la de los grandes chefs, o la nueva y sofisticadísima nueva cocina, o la de los exitosos programas gastronómicos de la tele. La mejor cultura gastronómica es, sin duda, cuando se reúne un grupo de personas, familia y amigos, alrededor de una mesa comiendo y charlando, donde al final lo mejor es la compañía y no los maravillosos productos degustados. Respecto a mis platos favoritos, como todos los padres de familia, me gusta cocinar para hijos y nietos, cosas fáciles y tradicionales: legumbres, arroces, verduras, tortillas de patata…

Foto del Atrio Restaurante Hotel en Cáceres de Tuñón Arquitectos
Atrio Restaurante Hotel en Cáceres (2005-2010) de Mansilla + Tuñón Arquitectos. Foto: Luis Asín.

P: ¿Cree en la sostenibilidad en la arquitectura? ¿Cómo la aplica?
R: En 1994, ganamos el concurso para la remodelación del conjunto industrial del Águila en Madrid. Nuestra propuesta se basaba en el concepto de Green Building anglosajón, y en el proyecto contamos con la colaboración de Arup. Tal vez fue la primera vez que en España se planteaba una intervención con vocación de sostenibilidad en la rehabilitación de un conjunto industrial. Desde entonces, en mayor o menor grado, la sostenibilidad ha estado presente en toda nuestra arquitectura. Hoy en día todas estas cuestiones están perfectamente reguladas, aunque todavía no se han acometido con la intensidad que se requiere en la rehabilitación energética y termodinámica del parque residencial existente, algo que se debe llevar a cabo en los próximos años en nuestro país.

P: Porque con utilizar unos muros de madera reciclada no es suficiente. ¿Qué elementos  y factores hay que tener en cuenta en un edificio “sostenible”?
R: En términos generales, un edificio que se pueda denominar así, expresado de forma muy elemental, debe estar construido con materiales limpios, reducir los consumos energéticos, de agua y de otros recursos, así como minimizar la producción de residuos durante su montaje, utilización por parte de los usuarios y desmontaje, al final de su vida útil. Nosotros pensamos que la sostenibilidad también va ligada a la elongación de la vida útil, la mejora de la calidad de vida de sus usuarios y la condición ambiental dentro del entorno donde se construye.

P: ¿Se olvidan los arquitectos en ocasiones del urbanismo, de lo que rodea la obra que proyectan?
R: Trabajamos, cada vez más, con equipos multidisciplinares de arquitectos, urbanistas y paisajistas, además de ingenieros y técnicos especializados en medioambiente. No hay arquitectura de calidad sin una interpretación adecuada y respetuosa del entorno, sea este de carácter urbano, rural o paisajístico. Repensar la ciudad en términos urbanísticos y medioambientales es fundamental  para el futuro de la arquitectura.

P: Es usted profesor en un puñado de universidades, ¿Cómo se portan los alumnos? ¿Qué le gusta de enseñar a las nuevas generaciones?
R: La verdad es que los alumnos cada vez están mejor preparados. Las escuelas de arquitectura españolas producen un tipo de técnicos con una diversidad de conocimientos muy amplia, y es por ello que son muy bienvenidos por las mejores firmas de arquitectura internacional.

P: Y a usted, ¿qué asignatura o asignaturas se le atragantaron cuando estudió en la Politécnica de Madrid?
R: He de confesar que yo era un buen estudiante. Quizá la única asignatura con la que me aburrí más fue una que se llamaba en aquel momento ‘Deontología y Legislación’. Una materia fundamental para el ejercicio de la profesión, pero que, en aquel momento, no motivó mi interés.

P: ¿Y sus favoritas?
R: Siempre se me dieron bien las asignaturas gráficas y las de proyectos arquitectónicos, que es de lo que doy clase actualmente. Sin embargo, las que más me interesaban en aquel momento eran las más técnicas: estructuras, construcción e instalaciones. La verdad es que siempre me he sentido miembro de una universidad politécnica más que de una facultad de bellas artes.

P: ¿Cree que algún día se construirán edificios en la Luna? Tal como va el planeta tierra…
R: No sé… me imagino que sí. Pero yo soy una persona a la que le gusta tener siempre los pies en la Tierra.

P: ¿Qué nuevos materiales le están ‘enganchando’ últimamente o cuáles está descubriendo y anda experimentando con ellos?
R: Reconozco que me siento más a gusto con los materiales tradicionales… Pero lo que sí que está siendo una revolución son los famosos tableros contra-laminados de madera, que permiten trabajar con menos peso y un montaje más fácil. Creo que si existe una reforestación sostenible, este sistema constructivo va a cambiar sustancialmente la forma de construir.