Un siglo de historia da para muchas historias. El barón Magnani ofreció una descripción detallada a un pequeño taller del centro histórico de Parma para construir una fragancia destinada a su uso personal: debía ser cítrica, limpia y fresca. En aquel momento de perfumes densos y profundos, no se imaginaba que estaba creando una tendencia que incluso hoy se considera moderna. Bautizada simplemente como Colonia, pronto la sociedad de Parma, y las élites europeas donde se movía el barón la convirtieron en el secreto más buscado y mejor guardado. La encarnación de ese lujo silencioso, tan valorado en la cultura occidental. Como suele suceder con los verdaderos hallazgos, la creación sobrepasó a sus creadores y en los años 30 la Colonia Acqua di Parma era un must have que ya se comercializaba con las mismas señas de identidad que han llegado a nuestros días.
Son claves muy conocidas. Las líneas sencillas de su frasco modernista, también ideado por Magnani. El tapón de baquelita negra. El estuche, un icónico cilindro amarillo que remite a las fachadas de la Parma barroca. Rasgos externos que se complementan con el logotipo del escudo, inspirado en el blasón ducal de Parma en la época de la Reina María Luisa, figura clave en el desarrollo de la cultura y el arte de la ciudad.
Más tarde, en los 50 y primeros 60, los años dorados de Cinecittá, las grandes estrellas americanas que se asentaban en Roma por temporadas mientras duraban sus rodajes –Cary Grant, Ava Gardner, David Niven, Joan Fontaine, Audrey Hepburn…– se interesaron por ese olor tan característico que desprendían los trajes a medida que se encargaban en los mejores sastres de la ciudad. Estos tenían la costumbre de rociar sus maniquíes y toiles con la Colonia, que por entonces distribuían en sus establecimientos. De ahí a convertirse en símbolo de la elegancia italiana, solo había un paso.
Acqua di Parma, que hoy forma parte del grupo de lujo LVMH, mantiene su carácter artesanal y se produce con las mismas técnicas centenarias y los materiales y acabados a mano de siempre. Todos sus elementos son genuinamente italianos, desde sus ingredientes fundamentales, como la rosa del Piamonte o la bergamota calabresa, hasta el papel utilizado en el packaging o las etiquetas, pegadas una a una en cada estuche. Como declaran desde la firma, “es una celebración de la simplicidad ligada a sus raíces, una oda al arte di vivere, comprometida con la conservación de la naturaleza, la cultura y el arte”.
Las notas principales que componen esta partitura olfativa tan equilibrada como chispeante son el limón, la naranja dulce y la bergamota de Calabria. Tras esta primera explosión cítrica hace su aparición la rosa de Bulgaria, con sus notas ricas y aterciopeladas, que se endulzan con la lavanda y se enriquecen con acordes de verbena, romero, vetiver, sándalo y pachulí. Aunque fue creada para perfumar a un hombre, las damas le hicieron bien pronto un hueco en sus atestados tocadores, sin ser conscientes de estar creando el pionero concepto de aroma sin género, hoy genderless.
Acqua di Parma 500 ml estará a la venta en la web oficial Acqua di Parma y en establecimientos del ramo a partir del 1 de marzo de 2024, al precio de 500 euros.