Gran Meliá ha presentado su decimoquinto proyecto en el mundo: Villa Le Blanc, concebido como un prototipo de hotel neutro en carbono que se corona como el primero de la isla. Con estancias exquisitamente diseñadas -con piscina privada y suites de hasta 130 metros cuadrados- el hotel se erige en un entorno natural idílico de la costa de Migjorn, en la playa de Santo Tomás, a medio camino entre Mahón y Ciutadella. Un enclave ideal para descubrir todos los atractivos culturales y naturales de la isla de Menorca, declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 1993.
Villa le Blanc es “la máxima expresión de lujo mediterráneo, sostenibilidad y autenticidad“. Así lo define Gabriel Escarrer, CEO de Meliá Hotels International, quien sostiene que son los tres atributos que mejor definen este hotel y componen su fórmula de futuro: “crear hoteles verdaderamente responsables e integrados en el entorno, que recojan la esencia única del destino y ofrezcan experiencias memorables a nuestros clientes”.

En este sentido, el verdadero lujo de Villa Le Blanc es poder encontrarse en estado puro con la esencia mediterránea y el alma relajada de la isla a través de un viaje por todos los sentidos. La pandemia y los cambios sociales atravesados como consecuencia han generado un gran impacto en el concepto de lujo actual. Hoy en día, “el lujo es sinónimo de seguridad, privacidad o espacio personal y, por otro lado, son también momentos ligados a experiencias únicas capaces de crear una huella imborrable para toda la vida”, explica Escarrer a CLASSPAPER. Como consecuencia, garantiza que el turismo de lujo se está desvinculando progresivamente de la noción clásica del lujo material, acercándose a una lógica más experiencial y sostenible, más consciente de la necesidad de armonía y equilibrio. “A raíz de la pandemia también hemos presenciado un cambio de consumo, donde el cliente más exigente valora y prioriza cada vez más su seguridad y privacidad”, añade.
El diseño de Villa Le Blanc
Álvaro Sans, arquitecto responsable del proyecto, indica que el diseño del hotel balear responde a un profundo respeto por la arquitectura mediterránea y por la necesidad de crear un edificio de emisiones casi nulas. “Esta arquitectura local está presente en todos los espacios, tanto exteriores como interiores, así como en el diseño de jardines, con árboles y plantas autóctonas”, matiza.
Abierto al mar, la luz mediterránea inunda el espacio a través de los arcos del hotel. Su belleza es elegante y la sobriedad se refleja en la arquitectura de líneas sencillas tallada en piedra blanca, tan característica de Menorca.

Para Sans, la arquitectura mediterránea se basa en cinco premisas de diseño: el blanco, los patios, el arco, los materiales y el porche. “Desde Grecia hasta las torres de Hércules hay un común denominador que responde a una climatología compartida, donde las casas se pintan de blanco para protegerse del sol y crear una armonía de conjunto. Así, el propio nombre del hotel, Le Blanc, se compromete con esta premisa, el hotel blanco”, confiesa.
Nos cuenta que los patios se utilizan para protegerse de los vientos dominantes y crear –desde el tiempo de los griegos– el lugar de encuentro. Así, el edificio del hotel es un gran patio cerrado a los vientos del norte y abierto al sur y al mar, donde los espacios públicos se fusionan como las ágoras griegas. “Desde los romanos, el arco ha sido el símbolo del mediterráneo. Se utiliza como elemento estructural que abre grandes huecos para divisar y enmarcar el mar. En Villa Le Blanc, el arco está presente como elemento de diseño, enmarcado los espacios tanto exteriores como interiores dando una sensación importante del lugar. La piscina principal también tiene la forma de un gran arco de piedra blanca”, añade Sans.
Si hablamos de los materiales, en el Mediterráneo éstos siempre han sido del lugar y naturales; piedra, madera y barro. El hotel los tiene como base tanto en el interior como en el exterior: el mármol blanco, la madera de norte vieja y el barro mediterráneo. Por último, en cuanto al porche, éste es, sin lugar a dudas, el espacio más importante de la arquitectura mediterránea, presente en todos los edificios públicos y privados. “Es un espacio ecológico que es la transición entre el interior y el exterior. Villa Le Blanc es un gran porche abierto al mar, todas las zonas comunes no precisan climatizar ya que la ventilación cruzada y los porches lo hacen de una manera ecológica”, concluye su creador.

Sostenibilidad
Escarrer confiesa haber elegido un destino tan significativo como Menorca, declarado Reserva de la Biosfera, para desarrollar su prototipo de hotel neutro en carbono. Para ello, nos explica que con la reforma del hotel han incorporado calderas de biomasa, energía geotérmica y recuperación de calor, energía fotovoltaica, recuperación de aguas limpias y grises y tecnologías digitales para medir y controlar la huella hídrica y reducir los consumos de energía y agua. “Todo ello nos va a permitir reducir un 87% las emisiones del hotel y, el resto, serán íntegramente compensadas, de modo que borremos el impacto negativo que nuestra actividad turística pueda tener en el medioambiente”, añade.
El proyecto es un referente en eficiencia energética gracias la mejora de la envolvente del edificio con sistemas de aislamiento térmico de alta eficiencia, el uso de biomasa como fuente de energía en calderas, placas fotovoltaicas para producción de energía, el uso de la geotermia como fuente de energía renovable para la climatización del edificio y la recuperación del agua para usos alternativos y control del consumo con tecnología. “Con todo ello se consigue una reducción de las emisiones contaminantes de un 87% y una clasificación energética A. El resto de las emisiones serán compensadas”, garantiza el arquitecto.

Menorca, paraíso del arte y la cultura
Menorca es uno de los paraísos mejor conservados y un lugar idóneo en el que conocer el auténtico estilo de vida mediterráneo. Villa Le Blanc refleja las raíces del destino balear, su cultura, su estilo de vida o sus costumbres locales en su arquitectura, en su diseño y, por supuesto, en las experiencias que ofrece, “donde hemos puesto foco en la artesanía local o la gastronomía, por ejemplo, colaborando con iconos del ámbito culinario local como S’Amarador, trayendo al hotel el reconocido restaurante ubicado en Ciutadella”, asevera Escarrer.
Pero Menorca también es una isla donde el arte se da en la arquitectura vernácula, en la manera de entender el clima y su relación con el paisaje y en el urbanismo de sus pueblos. “El hombre ha intervenido de una manera racional en el entorno y ese es el verdadero valor de la isla. Su cultura es muy importante, desde la talayótica hasta la pasión por la ópera y las nuevas iniciativas de galerías de arte que son interesantes como la de la Isla del Rey”, expone Sans.

También es cierto que todo este encanto está provocando que la masificación se empiece a convertir en un problema global en los lugares de moda… y hoy Menorca está de moda. “Yo recomiendo visitar Menorca en los meses de abril-mayo y septiembre-octubre, que es una época maravillosa”, propone el arquitecto. En cualquier caso, privacidad y tranquilidad es lo que el cliente va a encontrar en Villa Le Blanc, porque se enorgullecen precisamente de haber diseñado un hotel con una visión más humana, consciente y comprometida con el destino. “Respecto a la masificación, por supuesto que me preocupa, ya que perturba tanto al viajero como a los residentes; por ello siempre he defendido que el turismo en Baleares debe crecer en calidad, no en cantidad. Así, nosotros hemos apostado por reformar y mejorar la categoría de nuestros hoteles para contribuir a un turismo más cualitativo, pero me preocupa que la oferta turística no reglada siga creciendo de manera descontrolada, generando una carga de turistas para la cual la isla no está dimensionada en absoluto”, concluye Gabriel Escarrer.
Precio medio habitación estándar: Desde 750 euros/noche
Precio de las suites: 1.200 euros/noche