Existe un lugar único en la península de Baja California, al noroeste de México, en el que se esconde el hotel Viceroy Los Cabos. Con el agua como principal fuente de inspiración para el diseño, el nuevo concepto arquitectónico de Miguel Ángel Aragonés, uno de los más prolíficos del país, es un espacio que plantea infinidad de historias de inmersión y cuya única finalidad es trasladar a sus huéspedes a un estado de paz permanente. Además, su ubicación es ideal, ya que las calles del centro histórico de San José del Cabo se sitúan a pocos minutos del resort.
Moderno, minimalista y de estética vanguardista, aquí los viajeros encontrarán un refugio en el que relajarse, descansar y disfrutar de la experiencia entre sus 198 lujosas habitaciones, incluyendo espaciosas casitas, villas junto al mar y residencias permanentes, cinco experiencias culinarias, cuatro piscinas –una solo para adultos en el rooftop–, tratamientos de spa y un centro de fitness de última generación rediseñado por el entrenador personal americano Harley Pasternak. “El complejo destaca por ser provocativo y sensacional. Impulsa la búsqueda de Viceroy de ofrecer experiencias de lujo modernas e individuales en los destinos más codiciados del mundo”, explica Bill Walshe, CEO de Viceroy Hotel Group.

Para aquellos que busquen la máxima privacidad, la propuesta más reciente de Viceroy Los Cabos son las villas de cuatro dormitorios, casitas de tres habitaciones e increíbles penthouses decoradas con un mobiliario moderno, colores neutros relajantes y un diseño que maximiza las vistas al océano gracias a ventanas que van del suelo al techo. Además, algunas cuentan con balcones amueblados y productos de baño ROIL y Natura Bissé. Para elevar aún más la estancia, cada habitación cuenta con un asistente dedicado a atender las necesidades de cada viajero.
Entre sus alojamientos más convencionales destaca la junior suite –de 93 metros cuadrados y dotada de terraza y piscina privada, iluminación ambiental con atenuador ajustable y cafetera Nespresso– o la suite de dos dormitorios frente al mar, con 233 metros cuadrados, terraza privada, sala de estar, isla en su cocina e impresionantes vistas sobre la Nidito Beach y el Poolside Bar.

Nido, restaurante insignia
Además de sus alojamientos de primer nivel, el gran reclamo del resort son sus cinco restaurantes con una cuidada gastronomía, además del rooftop, el bar o el spa. La mente creativa detrás de esta variedad de experiencias culinarias es el chef ejecutivo César Pita, que ha trabajado en restaurantes con estrellas Michelin en España y Francia. Su buen hacer se refleja en los platos del restaurante Casero, el ceviche en NIDO, los cócteles en Nidito Beach + Poolside Bar y el Otro Bar… o la gastronomía con vistas del Cielomar Rooftop. Como novedad, acaba de inaugurar Dalia, una experiencia al aire libre con reminiscencias mediterráneas.

El restaurante más solicitado es Nido, cuyas especialidades son el robatayaki –una parrilla japonesa junto a la mesa– y los productos más frescos del mar. En cuanto a Casero, está más enfocado en la cocina mexicana con guacamole, tacos, marisco y tortillas frescas preparadas en cualquier momento del día o la noche.
Pero la gran novedad es Dalia, una experiencia gastronómica al aire libre con un jardín en el que crecen sabores mediterráneos, rodeado de plantas autóctonas. Aquí la cocina fusiona influencias culinarias mediterráneas y mexicanas para crear platos como el carpaccio de salmón y la pasta ateniense de langosta… con una extensa lista de vinos regionales y cócteles artesanales.

Bienestar para sibaritas
Convertido en uno de los resorts más exclusivos de México, Viceroy es también el refugio ideal para los más hedonistas, ya que cuenta con un spa de inspiración local dotado de piscinas revitalizantes y salas termales a diferentes temperaturas así como elementos de hidromasaje, fuentes de hielo, duchas experienciales y tratamientos como masajes en pareja y a cuatro manos.
Y eso sin olvidar su gran profusión de obras de arte, con una audaz colección de talentos internacionales de primera línea y una galería en la que disfrutar de clases de pintura inmersivas dirigidas por artistas locales. Por último, el espacio plantea numerosas actividades como paseos en bicicleta por la playa, inmersiones en el desierto e incluso su propia sala de cine.
Precio medio por persona en el restaurante Nido: 50 euros.
Precio por noche y persona: desde 700 euros.