El último oasis urbano de la ciudad que nunca duerme dice adiós. Hablamos del restaurante The Loeb Boathouse, situado junto al emblemático embarcadero de Central Park, un refugio -e icono- de lo más discreto donde encontrar la anhelada paz y tranquilidad dentro del bullicio y la energía ecléctica de la isla de Manhattan.
El propietario del restaurante, Dean Poll, presentó hace unos meses una notificación al estado de Nueva York, alegando que, debido al aumento del coste de los productos y la mano de obra, el negocio pretende cerrar definitivamente. Poll ha señalado que el cierre no es consecuencia de la crisis sanitaria provocada por la pandemia de Covid-19. Aunque el restaurante y los respectivos eventos celebrados en el local sí cerraron de octubre de 2020 a marzo de 2021, desde su reapertura ha acogido el servicio de comidas y cenas, bodas y otras celebraciones.

De no encontrarse otro comprador, su adiós -que implicaría el despido de 163 empleados- supondrá el final de una era para este edificio histórico, querido por turistas y neoyorquinos a partes iguales. Pero no todo iban a ser malas noticias. Como era de esperar, el local ha suscitado el interés de varios restauradores e inversores, por ahora anónimos, que estarían en negociaciones para adquirir -por cifras millonarias- el establecimiento.
Una experiencia icónica en la ciudad que nunca duerme
Se trata, hasta hoy, del único lugar para eventos a orillas del lago en Manhattan. The Loab Boathouse también ha sido escenario del séptimo arte en múltiples ocasiones: El mensajero del miedo, Sexo en Nueva York, Tres hombres y un bebé, 27 vestidos… Aunque la más conocida probablemente sea Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989).

Con una elegante propuesta gastronómica con toques europeos, entre sus platos estrella destacan su tostada de langosta, el poké de atún o el pastel de cangrejo. Su interior está decorado con un estilo clásico y tradicional.
Pero para hablar de los orígenes de su diseño tenemos que remontarnos a la década de 1860, cuando los paseos en bote comenzaban a popularizarse, generando la necesidad de instalar un cobertizo dentro del parque para almacenarlos. En un primer momento, los barcos comenzaron a abordarse en desembarcaderos como la Fuente de Bethesda. Sin embargo, el aumento de la demanda requería una solución permanente.

Fue en 1872 cuando el entonces arquitecto y paisajista de Central Park, Calvert Vaux, diseñó un cobertizo de madera victoriano de dos pisos. Años después, en 1924, sería reemplazado por una estructura de madera rústica de la que se desconoce su autor, ya que los registros y recortes de prensa ofrecen pocas pistas sobre su diseñador, financiación, etc.
En marzo de 1954 fue oficialmente renovado -y renacido- como The Loeb Boathouse. Finalmente, el restaurante comenzó su andadura bajo el nombre del banquero Carl M. Loeb y su esposa, Adeline, quienes ayudaron a financiar su construcción. La estructura se ha mantenido intacta como parte de su encanto, ofreciendo la posibilidad de alquilar un bote para navegar por el lago, contratar una góndola veneciana o disfrutar de una gran experiencia gastronómica.

Pendientes de qué pasará con este magnífico lugar, recuerde que, hasta entonces, si visita próximamente la ciudad de Nueva York, no debería olvidarse de pasear por Central Park y comer en este lugar de ensueño -quien sabe si por última vez– o dirigirse al cobertizo y alquilar un bote desde 20 dólares la hora. Precio medio del restaurante por persona: entre 21 a 55 euros.
Nota: La ley de Nueva York contra la Covid-19 exige que las personas de cinco años o más que visiten los restaurantes presenten una identificación y una prueba de que han recibido dos dosis de vacunas, excepto los que han recibido una dosis de la vacuna Johnson & Johnson.