A bordo del Evrima, el primer barco de Ritz-Carlton Yacht Collection

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A bordo del Evrima, el primer barco de Ritz-Carlton Yacht Collection

Asistimos como únicos periodistas españoles al bautizo e inicio de actividad de la embarcación civil más cara, sofisticada y lujosa construida nunca en nuestro país.

De las 150 botellas de Moët Chandon que viajan a bordo del Evrima, una de ellas, la más voluminosa, se hizo felizmente pedazos este fin de semana en la cubierta del primer barco de crucero de la historia que lleva el nombre de Ritz-Carlton. Como manda la tradición, corrió el champagne en el bautizo el Evrima, tras oír las palabras de rigor pronunciadas por un joven sacerdote con alzacuellos y los discursos emocionados de los responsables de este proyecto, que comenzó a fraguarse hace ya una década y que ha pasado por su propia mar gruesa.

El mar estaba calmo en Lisboa en este día marcado en el calendario del turismo de lujo y que un par de cientos de personas vivimos con emoción en la cubierta del barco civil más caro, sofisticado y lujoso construido nunca en España. La travesía del Evrima no ha sido precisamente un camino de rosas: quiebra de astilleros, sobrecostes, litigios, pandemia mundial, graves problemas en la cadena de suministros y hasta siete retrasos en las fechas previstas de arranque. Pero todo eso pareció quedar atrás este fin de semana en Lisboa, cuando la botella se partió en pedazos y todos brindamos por este momento tan esperado.

Hace poco más de cuatro años, el 9 de octubre de 2018, asistí a la botadura del barco en Vigo. Su acero tocaba por primera vez el agua y unos pocos periodistas de todo el mundo fuimos invitados a la ceremonia. Como otros asistentes, recibí de regalo una pequeña maqueta del barco, que desde entonces me acompaña en mi mesa de trabajo. Durante estos años extraños de tantos altibajos nunca imaginados, la he mirado muchas veces y de formas diferentes: desde la admiración hasta la incertidumbre. Con esta mezcla de imágenes en mi cabeza, llegué el sábado a la capital portuguesa. Sin bajarme del taxi divisé su estilizada proa azul marino cerca de la popa de un buque portugués. En este momento había solo dos barcos en el puerto de Lisboa. “¿Va usted al Basco de Gama o a ese que se parece al yate de Abramovich?”, me preguntó el taxista.

El buque, de 190 metros de eslora y 26.500 toneladas, dispone de 149 camarotes, capacidad para 298 pasajeros y un staff de 246 personas.

El Evrima, en efecto, se asemeja a uno de esos mega yates reservados para los magnates de Silicon Valey, los príncipes árabes o los oligarcas rusos que no sabemos bien por qué aguas navegan. El Evrima encara hoy su primera travesía atlántica tras haber hecho su primer viaje inaugural desde Barcelona el pasado 15 de octubre y haber estado en aguas mediterráneas de España, Marruecos y Francia. Desaparecida la incertidumbre, queda la admiración y, por qué no decirlo, la envidia por lo que en estos momentos hacen los pasajeros que están a bordo del buque, en sus elegantes interiores, en su amplias cubiertas. Todo me resultó muy Ritz-Carlton: tonos crudos, crema, marrones, buenos materiales y acabados.

Un diseño muy cuidado para una embarcación que empezó a construirse en Vigo y terminó en Santander, bajo la responsabilidad de Astander Shipyard. Sus espacios recuerdan, en algunos momentos, más a un resort que a un barco. Hay un espléndido gimnasio y un excelente spa más amplio y mejor equipado que el de muchos hoteles Ritz-Carlton. No hay esas grandes escaleras llenas de dorados que tantas veces hemos visto en otras lujosas compañías de cruceros. Ni lámparas ostentosas. “Nuestra referencia son los yates, no solo en estética, también en estilo de vida a bordo”, me explica durante la comida en el restaurante asiático del Evrima, antes de la ceremonia de bautizo, Douglas Prothero, CEO de The Ritz-Carlton Yacht Collection.    

Llama especialmente la atención ya no la generosa amplitud de los camarotes, sino la altura de sus techos.

La entrada de Ritz-Carlton en el sector del yatching supone además el desembarco de la hostelería de lujo en el segmento que más crece en todo este universo. La extensión de la marca heredera de los postulados de César Ritz es un movimiento natural hacia un segmento que está creciendo a un ritmo del 17% anual. Ritz-Carlton no será el único en dar un movimiento que incluirá otros dos buques similares, encargados esta vez al astillero francés Chantiers de l’Atlantique. Four Seasons anunció este mismo mes la entrada en el sector de cruceros y ha ordenado al astillero italiano Fincantieri la construcción de un barco de lujo de 207 metros de eslora y 95 camarotes, con opción a dos buques adicionales. Lo mismo está haciendo la compañía hotelera de ultra lujo Aman. Para su proyecto Sama cuenta nada menos con el fondo soberano de Arabia Saudí (conocido como PIF), que financiará el primer barco de cruceros de Aman (180 metros de eslora y tan solo 50 camarotes).

La entrada de estos nuevos players se prevé que tenga el efecto colateral de atraer nueva clientela al segmento. “La mayoría de las reservas son de personas que nunca han hecho un crucero antes”, señala al respecto Chris Galbaldon, vicepresidente de marcas de lujo de Marriott, grupo en el que se engloba Ritz-Carlton. Este es el caso de un matrimonio español con el que charlo durante la ceremonia de bautizo, antes de que veamos hacerse pedazos la botella de Moet-Chandon y alcemos nuestras copas. Intuyo que son los únicos de mi nacionalidad en el pasaje de esta primera travesía oceánica, que terminará dentro de algo más de una semana en Barbados. “Siempre quisimos cruzar el Atlántico navegando, pero no nos sentíamos demasiado atraídos por la idea de hacer un crucero. Por lo que leímos del barco y lo que conocemos del servicio de Ritz-Carlton, nos pareció la opción perfecta”, señalan.   

Sala para reuniones o cenas privadas, decorado en tonos crudos, crema, marrones, con buenos materiales y acabados.

Además del reconocido servicio Ritz-Carlton, el propio producto tiene sus especificidades, que consideran un híbrido entre crucero y superyate, tanto por su diseño como por su estilo de vida a bordo. Grandes y elegantes espacios exteriores, una espléndida marina desde la que lanzarse al mar. Nada de casino ni mega escenario para grandes shows, pero sí entretenimiento refinado. Además, dispone de seis restaurantes, uno de ellos a la carta asesorado por Sven Elverfeld, del Aqua, con tres estrellas Michelin en el Ritz-Carlton de Wolfsburgo (Alemania). Todos los concierges de las marcas de lujo de Marriott en los puertos de llegada, a su servicio además de los propios del barco, incluido uno especializado solo en arte. Su tamaño le permitirá ir a puertos pequeños donde no pueden entrar otros barcos más grandes, como St Barth, Saint Tropez o Ibiza, donde permanecerán alguna noche para que sus clientes puedan disfrutar de la vida nocturna de estos destinos.

El buque, de 190 metros de eslora y 26.500 toneladas, dispone de 149 camarotes, capacidad para 298 pasajeros y un staff de 246 personas. El barco recibió unas 41.000 solicitudes para cubrir estos 246 puestos. Aproximadamente la mitad proviene del mundo de los hoteles de lujo y la otra de los cruceros de alta gama. La ratio empleado-cliente es de 1 a 1,21, una de las más altas de sector, como lo es también el metro cuadrado por pasajero. El camarote más espacioso (todavía no está operativo) tendrá 102 metros cuadrados con terraza de 55 y el más pequeño 29 metros cuadrados y seis de terraza. Como en otras compañías de cruceros de lujo, sólo hay suites con balcón.

La cubierta exterior combina líneas arquitectónicas y el mejor diseño brindando la energía chill-out de las mejores azoteas del mundo.

El diseño ha salido del estudio sueco Tillberg Design, con excelentes credenciales particularmente en yates. “Crear una marca desde un papel en blanco es apasionante”, señalan desde el estudio. “Hemos seguido, naturalmente la identidad de Ritz-Carlton, pero más bien de sus resorts más informales”. Esa era la idea, un híbrido entre barco y yate, entre crucero y resort, una especie de elegante boutique resort flotante, podríamos decir. Un resort con el famoso credo de la compañía Ritz-Carlton: “Damas y caballeros al servicio de damas y caballeros”. El staff me pareció especialmente amable, con esa actitud de hacer las cosas fáciles y agradables a los huéspedes durante la travesía. Más que en ningún otro sitio, en los cruceros son las personas, las que conoces, las que te hacen la vida más agradable, las que entienden la filosofía de Ritz. Y eso es justamente eso lo que me apetecería experimentar, lo que no puedo disfrutar por mucho que mire la maqueta del Evrima. Definitivamente, ahora la observo con unos ojos, muy, muy diferentes.