La relojería y la gastronomía mantienen una suculenta relación desde hace décadas. Ambas tienen mucho en común y no solo por la importancia vital del tiempo de cocción de cada alimento, sino porque en los dos casos el disfrute comienza por la mano, la misma que dirige la cuchara hacia la aprobación final del paladar y sirve de hábitat natural para el reloj.
No es infrecuente ver cómo las marcas relojeras más prestigiosas adoptan como embajadores o amigos de la marca a grandes chefs; de hecho, existen innumerables casos de este binomio, amén de colaboraciones con instituciones, eventos y premios como La Guía Michelin, Madrid Fusión o el Bocuse d’or. Además, los chefs han adquirido el mismo y heroico estatus (en versión sofisticada) que un astro del fútbol.
Es por esto por lo que la asociación entre la firma francesa Bell & y el pastelero Julien Dugourd para crear un postre tan delicioso como original nos resulta natural. Lo que sí es algo inusual es cómo surgió la idea de esta asociación.

El pastelero enamorado de Bell & Ross
Dugourd, originario de los Vosgos, descubrió su pasión por la cocina y luego por la pastelería a una edad temprana. Desde entonces ha trabajado con los más grandes: Veyrat, Michalak, Ducasse, Klein, y en las casas más atractivas para la gastronomía: La ferme de mon père en Megève, la Plaza Athénée en París, el Louis XV en Mónaco. En 2010, se incorporó al Chèvre d’Or, una institución con dos estrellas Michelin situada en Eze, entre Niza y Menton.
En su libro Mes Pâtisseries, mon parcours, ma résilience repasa su carrera a partir de entrevistas a sus mentores y de 60 creaciones dulces icónicas, que van desde la bollería hasta la repostería, pasando por los postres en plato. Julien descubrió Bell & Ross en la muñeca de otro maestro pastelero francés, Christophe Michalak, cuando trabajaron juntos en el Plaza Athénée de París. Desde ese día se enamoró de la marca, con la que más tarde comprobaría compartir muchas pasiones.
Recientemente, este pastelero de 39 años tuvo la oportunidad de compartir su trabajo en el paddock con los pilotos del equipo Alpine, antiguo Renault F1 Team, con el que la marca mantiene una asociación desde 2016. Así fue como, entre bocado y bocado, tuvo ocasión de hablar de sus vínculos con Bell & Ross, descubriendo muchos puntos en común con los fundadores de la casa, Bruno Belamich y Carlos Rosillo.
Una dulce y animada colaboración

Es así como ha nacido la primera colaboración: una tarta de chocolate y caramelo que emplea los códigos estilísticos del modelo BR 01 Cyber Skull Bronze recientemente lanzado. Un reloj para saborear que guarda una sorpresa… un autómata acciona el movimiento de la parte inferior de la mandíbula de la calavera como si ésta se dispusiera a saborear el pastel creado por Julien Dugourd. Este detalle dice mucho de la actitud de este inusual reloj, que se ofrece en una edición limitada de 500 piezas y que ostenta la insignia de Jolly Roger llevada por piratas y paracaidistas de élite.
El pastel creado por Julien Dugourd no es menos complejo que el reloj BR 01 Cyber Skull. Es una fidelísima reproducción del reloj mediante varias capas que forman una caja de reloj tipo sándwich que, además, se puede degustar desde hace unos días en su recién inaugurada pastelería en la Plaza de Garibaldi de Niza.

La base del BR 01 Cyber Skull gourmet consiste en un crujiente caribeño sobre el que se fija una galleta de chocolate recubierta de caramelo, ambos rodeados de mousse de chocolate. El conjunto se cubre con manteca de cacao, coloreada con ingredientes naturales, para crear un efecto bronce, el material elegido para la ejecución del reloj dado que sus propiedades naturales permiten que la oxidación cambie su aspecto con el tiempo para conseguir un acabado único en cada muñeca. Una pequeña oblea de chocolate salpicada de oro duplica el emblema de la calavera, que se asienta sobre dos tibias.