La Sastrería Serna presume de tradición y calidad a partes iguales, algo que muy pocas firmas mantienen hoy en día. Es de las pocas, por no decir la única, que realiza cada traje y uniforme de manera totalmente artesanal. En un mundo globalizado donde ya muy pocas prendas se hacen a medida, Agustín García y Lucía Serrano mantienen sus orígenes, además de adaptarse a la modernidad y la llegada de las redes sociales e Internet. Han aprovechado esta oportunidad para posicionarse como una de las sastrerías más especiales del país. Hablamos con Agustín, presente en la Sastrería Serna desde hace ya más de 20 años.
Pregunta: La firma tiene años de historia. ¿Cómo fueron los inicios con Cecilio Serna al mando?
Respuesta: Nosotros somos la tercera generación. El fundador de la sastrería es Martín Arana, en 1954. Le sucedió Cecilio Serna, que era su aprendiz en los años 80, y yo más tarde fui aprendiz de Cecilio. Entré a trabajar con él a finales de los 90. Y al igual que hizo su jefe, decidió enseñarme el oficio desde cero. Ya después, en 2013, cuando yo ya era el dueño de la sastrería, entró en la empresa Lucía Serrano, mi socia, para aprender el oficio de cara al futuro, ya que hay una falta importante de mano de obra.
P: ¿Cómo ha evolucionado la firma?
R: En el origen, tanto con Cecilio como con Martín Arana, la sastrería era súper reconocida por los uniformes militares. A lo largo de los años, la demanda de uniformes ha ido cayendo, sobre todo a raíz de la época dura de ETA, durante los años 80, cuando se dio la orden de no vestir uniformes por la calle.
P: ¿Y cómo es la situación actual?
R: Hemos ampliado nuestro muestrario de uniformes a uniformes históricos. Estamos haciendo en la actualidad los de la Real Maestranza de Sevilla y la Real Maestranza de Granada. Además, trabajamos para las Ingenierías Públicas de España, destacando la de Minas, Agrónomos e Industriales, que son las que más se demandan. Y también hemos hecho el uniforme de Secretaría de Embajada, un frac casi completamente bordado en hilo de oro. Un trabajo que lleva 1200 horas y se ha completado a lo largo de 12 meses. Han sido necesarias entre ocho y diez pruebas con el cliente.

P: ¿Qué caracteriza a sus trajes y uniformes?
R: En todos mantenemos las técnicas originales del siglo XVIII. Es de esos trabajos en los que se pasa mal mientras se está realizando, pero luego tiene su recompensa. Cuando ya está terminado, es muy satisfactorio.
P: ¿Cuál es la clave del éxito? Diría que mantener los orígenes, pero también adaptarse al siglo en el que estamos.
R: Sí, porque lo que es la técnica en realidad, tanto en trajes civiles como en uniformes, es la tradicional. Y a la vez, para dar a conocer el oficio, aprovechamos las oportunidades que nos dan a día de hoy las redes sociales e Internet.
P: Los trajes son todos hechos a medida, ¿verdad?
R: Sí. Solamente trabajamos a medida. No hay dos iguales. Pueden ser parecidos. Incluso alguna vez nos visita un cliente con una fotografía de un traje para encargar el mismo diseño. Lo que le decimos es que podemos hacer algo parecido, pero igual imposible.

P: Este concepto de exclusividad es algo muy característico. La mayoría de firmas, por muy reputadas que sean, elaboran un producto general y trabajan también a medida, pero es muy característico que ustedes no hagan nada para comprar en el momento, por así decirlo.
R: Claro, lo más habitual que se suele encontrar ahora en el mercado es, aunque sea a medida, una adaptación de un patrón ya establecido. Es distinto. Es un trabajo a medida, pero con sus limitaciones. En el caso de la sastrería artesanal, primero, partimos de un patrón cero, es decir, no hay un patrón ya hecho que se modifica, con lo cual se pueden incluir todas las variaciones que el cliente quiera añadir a su diseño. Después, se hace aquí en el taller, con lo cual controlamos todo el proceso y podemos incluir aspectos como la adaptación a la morfología de cada cliente concreto.
P: ¿Todos los uniformes incluyen bordados de oro o de plata?
R: Estos uniformes originalmente son así. Son bordados a mano con el hilo de oro o de plata, dependiendo del uniforme que sea, en distintos grosores y distintos tipos de hilo. Hay un tipo de hilo que se ve en el bordado, que es más grueso, para realizar la forma. En realidad es como si fuese un muelle muy tupido, hueco. La bordadora lo que hace es cortar ese hilo a la medida que necesita. Es un trabajo muy prolijo, todo un espectáculo. Esta técnica se mantiene desde el inicio. En la actualidad hay empresas que realizan estos uniformes de forma industrial y lo que hacen es bordar a máquina. Con lo cual, la diferencia es abismal. Por ejemplo, en los uniformes de las cinco maestranzas, en el faldón hay bordadas dos torres y dos leones. Si se hace a máquina, no se consigue la tridimensionalidad de la figura. Si se hace a mano, se aprecian detalles como la musculatura del león, la forma de la boca, los dientes, los ojos… Es impresionante. Incluso en la torre se llega a ver la profundidad de la puerta, las ventanas y los ladrillos. Por eso el valor económico de estos uniformes es diferente también.

P: ¿Y los uniformes son completamente iguales a los que se hacían siglos atrás?
R: Nosotros mantenemos como se hacía originariamente. Por ejemplo el entretelado tal como era, una entretela bastante gruesa. Además guata en el pecho, los costados y la espalda: una especie de acolchado que moldea el cuerpo del cliente, de tal forma de que una persona, quizá a lo mejor no muy agraciada en su físico, con estos uniformes parece que está en forma…
P: También ofrecen cursos de sastrería y de camisería. ¿A qué se debe? ¿Están pensando en el futuro del oficio?
R: Es que el futuro de los oficios artesanos, en todo el mundo, pero en España especialmente, pasa porque los propios profesionales compartan conocimientos. A día de hoy en España no existe titulación alguna de sastrería, ni pública ni privada. De manera que en 2019, inicios del 20, empezamos a compaginar los fines de semana nuestro trabajo con cursos presenciales. Llegó la pandemia y seguimos con nuestro trabajo desde casa, mediante las redes sociales. El número de personas que solicitaron participar en nuestros cursos presenciales se incrementó de una forma abismal. Entonces lanzamos cursos online en los que explicamos paso a paso cómo hacemos las chaquetas, sin esconder ningún secreto. Explicamos teoría sobre tejidos, cómo se toman medidas, cómo se corta paso a paso… La demanda ha sido bastante importante y en la actualidad tenemos alumnos de más de 15 países distintos.

P: ¿A qué cree que se debe esta falta de titulación?
R: Al final la globalidad nos ha llevado a efectuar otro tipo de trabajo, mucho más automatizado. Hoy en día sorprende que un producto sea hecho completamente a mano y de manera artesanal.
P: Para terminar, ¿cómo ve el futuro como artesano?
R: Si me lo hubieran preguntado hace 10 años habría dicho que mal. El pensamiento que teníamos era que nadie quería aprender el oficio y que el número de clientes que quería sastrería artesanal era muy bajo. Pero en los últimos años, a raíz de las redes sociales y de sacar el curso, mi pensamiento es completamente distinto. Hay una cantidad inmensa de gente que quiere aprender el oficio, tanto para ejercer de sastre como para aprender la técnica y aplicarla a otras tendencias de la moda, porque son técnicas que se pueden aplicar en la alta costura sin ningún problema. Además, el número de clientes que precisan un traje o uniforme ha cambiado bastante, al igual que la edad. Antes era un cliente generalmente mayor, de unos 60 años, y en la actualidad te encuentras a chicos que acaban de terminar la carrera y se empiezan a crear el armario para su vida laboral. Por eso creo que nos espera un buen futuro a los artesanos.