Los coches de Norman Foster llegan al Guggenheim

Exposición

Los coches de Norman Foster llegan al Guggenheim

El arquitecto reúne 38 vehículos míticos en "Motion. Autos, Art, Architecture" en Bilbao.

En noviembre de 1999, sólo dos años después de su inauguración, el Museo Guggenheim de Bilbao organizó una legendaria e inolvidable exposición, “El arte de la motocicleta”, que dio aún más relevancia a un edificio singular que acababa de nacer al borde de la ría de Bilbao dispuesto a cambiar la fisonomía y el alma de la ciudad.

Casi 24 años más tarde los motores vuelven a rugir (metafóricamente) en el espectral edificio bilbaíno imaginado y dibujado por el genial arquitecto Frank Gehry (Toronto, Canadá, 28 de febrero 1929). Esta vez son automóviles de cuatro ruedas los que se reúnen en una muestra única que pone de relieve la vertiente más cultural, artística y exquisita de la ‘máquina que cambió el mundo’. Algo de agradecer en un momento en el que el coche es sinónimo de algo sucio y prescindible.

Exposición de coches del Guggenheim

Concebida y diseñada por el arquitecto Norman Foster (Reddish, Gran Bretaña, 1 de junio de 1935), Premio Pritzker de Arquitectura en 1999 y Príncipe de Asturias de las Artes en 2009, esta muestra es el resultado de la colaboración entre el Museo Guggenheim de Bilbao y la Norman Foster Foundation, con el patrocinio de Iberdrola y Volkswagen y comisariada por Lekha Hileman Waitoller, Manuel Cirauqui y el equipo de Norman Foster.

Firebird General Motors
General Motors Firebird I de 1954, II de 1956 y III de 1958 inspirados en los aviones de combate.

Con el nombre “Motion. Autos, Art, Architecture”, 38 automóviles míticos que, por primera vez, se pueden ver juntos (alguno nunca mostrado en un museo y muchos de colecciones particulares), sirven de correa de transmisión para mostrar las interrelaciones entre el arte, la arquitectura, la fotografía, la moda o el cine con los coches a lo largo de más de un siglo.

La colección del arquitecto

Además de los automóviles hay más de 300 piezas entre pinturas, esculturas, fotografías, bocetos, documentos audiovisuales o maquetas de algunos de los arquitectos, diseñadores y artistas más influyentes del último siglo. Y una buena parte de las obras expuestas y algún automóvil proceden de la colección particular de la familia Foster.

Bugatti 57SC Atlantic 1936
Bugatti 57SC Atlantic de 1936. El primer modelo fue un encargo del banquero británico Victor Rothschild.

El pasado 8 de abril el arquitecto británico confesó –con motivo de la inauguración de esta imprescindible muestra– que su fascinación por los automóviles empezó “cuando era pequeño” y confesó que su primer coche fue “un Morris de los años 30, un utilitario, pero después tuve un Jeep que aún conservo”.

Foster ya conocía bien Bilbao. Fue el responsable del diseño de su metro cuando su estudio se adjudicó en 1988 el concurso para su construcción. Sin embargo, cuando hace tres años puso en marcha el proyecto, habló con el Guggenheim de Nueva York. Pero fue Juan Ignacio Vidarte, director general del de Bilbao quien le llamó. “Desde el principio fuimos conscientes de la complejidad de esta exposición”, explica refiriéndose a la dificultad de trasladar estas reliquias desde distintas partes del mundo con la complicación añadida de la pandemia y la guerra en Ucrania. “Al final ha salido adelante y supera en ambición a la que repasó la historia de la motocicleta en 1999. Se ha convertido en uno de los hitos de este año en el que cumplimos el 25 aniversario”, cuenta Vidarte.

Coche Dymaxion
Dymaxion #4, d2010. Réplica de los Dymaxion #1 a 3 de 1933 y 1934. Pertenece a la colección particular de la familia Foster.

Evocadora, rupturista y sorprendente, la muestra se distribuye a lo largo de siete salas bajo diferentes temas: Beginnings (los orígenes), Sculpture (Esculturas), Popularising, sobre la masificación del coche, Sporting, acerca de la esencia deportiva del automóvil y la velocidad, Visionaires, donde podemos ver los diseños que fueron o pudieron ser, Americana, ya que Estados Unidos tuvo mucho que decir en la producción de vehículos, los viajes y la aventura y Future, donde Foster ha invitado a escuelas de diseño de todo el mundo a imaginar cómo será el automóvil de finales de siglo. Vidarte resalta que esta muestra “cuestiona la separación entre las distintas disciplinas y ofrece una exploración de cómo las formas se relacionan visual y culturalmente”.

Arte con volante

La línea central de la exposición es el automóvil convertido en objeto de arte y cómo esa máquina que nació hace más de un siglo ha influido en todas las formas plásticas. Foster explicó que “mi intención con esta exposición es unir belleza y tecnología y presentar un recorrido por la historia de la evolución del automóvil desde 1886, cuando empezó a sustituir a la tracción animal, hasta ahora”.

Alfa Romeo BAT 7
El Alfa Romeo BAT 7 (1954) nació de un proyecto de colaboración con la casa de diseño italiana Bertone.

Hasta septiembre se podrán ver en Bilbao, bajo el mismo techo, el Porsche Phaeton de 1900, con cuatro motores eléctricos en cada uno de los cubos de las ruedas, una idea que unas décadas después se utilizó en el primer vehículo que circuló por la superficie de la Luna, un ejemplar del Ferrari 250 GTO de 1962 diseñado por Giotto Bizarrini del que sólo se hicieron 36 unidades (esta tiene un precio de unos 80 millones de euros), el bellísimo Bugatti Type 57SC Atlantic de 1936 o el español Pegaso Z 102 Cúpula de 1952, diseñado y construido por Wifredo Ricart, ingeniero de Alfa Romeo y creador de la marca Pegaso, y que se conserva actualmente en el Louwman Museum de La Haya (Holanda).

En un alarde de sofisticación se muestran los Firebird I, II y III desarrollados por General Motors para batir récords de velocidad en los años 50. Y eso sin olvidar otros más modernos como un Lancia Stratos Zero, de 1970, y un Dymaxion Car de 2010, que es propiedad de Foster y es un vehículo futurista de tres ruedas y gran eficiencia energética diseñado en 1930 por el inventor y arquitecto estadounidense Buckminster Fuller. Para Foster este es su coche favorito de la exposición, aunque en alguna ocasión confesó que el diseño de automóvil que más le gusta es el de los Porsche de los años 50, mucho más espartanos que los actuales.

Foster ha cedido a la exposición del Guggenheim 11 automóviles de su colección particular. Además del Dymaxion, un Bentley R-Type Continental de 1953 o el Voisin C-7 Lumineuse de 1925 que conducía Le Corbusier. Entre sus objetivos, quiere demostrar que “la ciencia ficción de mi juventud es la realidad de hoy” con coches eléctricos y autónomos.

Pero también hay hueco para algunos modelos que han marcado la historia reciente de la movilidad como el Citroen 2CV, el Renault 4L, el Fiat 500, el Mini, el BMW 600, los Voiture Minimum de 1936 y el Missima de 1972.

Ferrari 250 GTO 1962
El  Ferrari 250 GTO (1962) fue un coche pionero en formato de competición que seguía siendo utilizable en la calle. 

La originalidad de esta muestra es que los coches están rodeados de esculturas, obras de arte, fotografías y documentos que recorren los principales avances tecnológicos que se han producido en el mundo de la automoción además de sus enormes implicaciones sociales y culturales. Entre ellas destacan obras de Henry Moore, Alexander Calder, Warhol y Hockney, acompañando a publicidades de artistas anónimos.

Del catálogo se ha ocupado Ivorypress, la prestigiosa y exigente editorial que dirige Elena Ochoa Foster (Orense, 24 de septiembre de 1958), la española casada con el arquitecto desde 1996. El libro, de 274 páginas, está lleno de imágenes de la exposición e incluye 38 ensayos de diferentes especialistas. Cuesta 44 euros y se puede adquirir en la web de la editorial.

Foster volverá a Bilbao, ya que su estudio ha sido designado para realizar las obras de ampliación del Museo de Bellas Artes.