Argentina es un país que jamás deja de sorprender. Sus vinos, en los últimos años, han diversificado sus registros e incrementado la calidad en las diversas regiones de producción, completando un panorama que hoy resulta fascinante para el enómano de paladar curioso.
Y así como en tiempos pretéritos para encontrar las mejores cuvées había que asomarse a las viñas más reputadas de la provincia de Mendoza, hoy existen en este país grandísimos vinos por doquier: en las alturas de Salta –en terruños que se vendimian por encima de los 1700 metros sobre el nivel del mar, altitudes extremas que no se dan en ningún otro lugar del mundo–; en la llanura pampeana –vecina de la costa bonaerense, donde recientemente se ha descubierto un terroir idóneo para la pinot noir, la sauvignon y otras variedades que agradecen climas más templados, acunadas por las brisas marinas–; y, por supuesto, en Patagonia, territorio inconmensurable, donde la geografía ofrece drásticos contrastes.

Los vinos batidos por el viento en la remota provincia de Chubut
Si bien no es noticia la calidad que vienen ofreciendo –desde hace décadas ya– los vinos patagónicos elaborados por las bodegas asentadas en las provincias de Río Negro y Neuquén, hasta hoy se consideraba poco probable que la excelencia pudiera extenderse incluso más al sur, a la vecina Chubut. Porque allí las condiciones de maduración de las uvas y –sobre todo– los vientos, inclementes, que se cuelan desde el Océano Pacífico y pueden superar los 100 km/h, hacen del cultivo de la vid un desafío prácticamente imposible.
Sin embargo, en esta inhóspita y extrema región, en un paraje estepario situado a orillas del lago Musters –llamado “Otron” por los antiguos habitantes del lugar–, en el paralelo 45,33º de latitud Sur, el empresario Alejandro Bulgheroni decidió hace casi una década aventurarse a iniciar aquí Otronia, su último proyecto vinícola, con el sueño de producir los vinos más australes del mundo e integrarlos así al portfolio de su grupo, Avinea (que cuenta con la mayor superficie de viñedo orgánico en Argentina, además de las bodegas Argento, Cruz de Piedra, Cuesta del Madero, Pacheco Pereda y otras marcas).

Otronia y 45º Rugientes, vinos de carácter en la Patagonia extrema
Instaurar un viñedo en la zona más fría del país –en invierno las temperaturas pueden llegar a los 20º bajo cero–, con heladas persistentes durante todo el año, y amplitudes térmicas extremas, no fue sencillo. El desarrollo técnico agrícola del proyecto se llevó a cabo de manera casi secreta y contó con los mejores medios y los asesores más reputados, como el experto en suelos chileno Pedro Parra o el consultor enológico Alberto Antonini.
El primero de ellos encontró en el lugar un auténtico tesoro: “Suelos de gran diversidad, con un importante componente calcáreo, como el que da lugar a los mejores vinos del mundo“, explica Juan Pablo Mugía, el responsable técnico y enólogo de Otronia. Antonini, por su parte, puntualiza que el factor del viento ha resultado a la postre una ventaja en el desarrollo de este singular proyecto. “Porque aunque se tuvieron que plantar álamos para proteger las vides del fuerte azote del viento, al mismo tiempo esta condición climática otorga también un beneficio, porque disminuye el desarrollo de las enfermedades y la humedad relativa. El viento confiere limpieza en el aire, es sinónimo de salud y representa una de las claves del lugar”, concluye el experto.

En sus 50 hectáreas de viñedo, Otronia cultiva una amplia selección de variedades que se han adaptado bien a estas condiciones extremas: pinot noir, chardonnay, pinot gris, torrontés, gewürztraminer, riesling, malbec y merlot. Ya desde la primera añada, 2017, los vinos elaborados en la bodega equipada con la más moderna tecnología enológica han dado fe de la excelsa expresión aromática que ofrecen estas variedades en este insólito terruño, el más austral que se conoce para los vinos de calidad.
La bodega cuenta con dos gamas, pero tanto en los vinos de Otronia, como la segunda marca, 45º Rugientes, el perfil es de finura y precisión varietal. A destacar especialmente el vino espumoso de la casa –el Otronia Brut Nature– elaborado con chardonnay y pinot noir, que puede medirse perfectamente con champagnes de las maisons más nobles.

Aunque no es igual que los de la región de los vinos burbujeantes de la célebre región francesa porque, como asegura el enólogo de Otronia, “el chardonnay de Chubut tiene su propio carácter, con diversas capas aromáticas que se van abriendo en la copa en la medida que el vino comienza a desplegar todo su potencial”. Hay que probarlo, y con paciencia, si es posible.
Tampoco hay que dejar escapar al pinot noir de la casa, en cualquiera de las dos versiones, Otronia y 45º Rugientes.

En Madrid, el restaurante Lana (Calle de Ponzano, 59), que cuenta con una detalladísima selección de más de 500 referencias de vinos argentinos –lo nunca visto en estas latitudes– ya ha incorporado diversos vinos de Otronia a su oferta, como el 45 Rugientes 2019 (68 euros/botella) y el Otronia 2018 (115 euros/botella), ambos monovarietales de pinot noir.