Subasta millonaria de Chartreuse, el tesoro líquido de los monjes cartujos

Espirituosos

Subasta millonaria de Chartreuse, el tesoro líquido de los monjes cartujos

La venta de Baghera/wines los pasados 4, 5 y 6 de marzo ha reunido 648 lotes con más de 1.500 botellas de este licor desde 1840 hasta nuestros días. La cita alcanzó los 1.624.391 euros, superando la estimación previa.

Quienes subestiman el universo de los licores considerándolos como el género menos noble de las bebidas espirituosas –y también el más vapuleado por los promotores del chupito de sobremesa, de dudosa estirpe–, deberán saber que estos días ha sido nuevamente noticia el legendario Chartreuse, virtuoso elixir licoroso elaborado por los monjes cartujos franceses siguiendo una fórmula secreta que tiene su origen en 1764 e incluye 130 ingredientes vegetales.

Considerado desde entonces como el “licor de la salud”, este bendito néctar tiene una historia intrincada y singular –como corresponde a una trayectoria de más de dos siglos– y no sólo ha sido apreciado por sus supuestas virtudes terapéuticas. Gracias a su compleja expresión, su preciso equilibrio y su formidable potencial de guarda, se ha convertido también en objeto de culto entre las pituitarias más sofisticadas de este planeta. En el sector de los destilados de calidad es bien sabido que coleccionistas, restaurantes de postín, coctelerías y los bares mejor surtidos buscan en el mercado botellas de Chartreuse de añadas notables y pagan lo que sea necesario para hacerse con ellas.

En la imagen superior, las tres botellas que conforman los lotes 275 (en primer plano), 276 (a la izquierda) y 277. La primera es una media botella de Chartreuse Jaune “Monastère” que data aproximadamente de 1853 (precio estimado entre 10.000 y 20.000 CHF). La segunda es una botella de Chartreuse Jaune de entre 1840 y 1852 (20.000-40.000 CHF). La tercera, pertenece a la variedad de Chartreuse Blanche y está fechada entre 1840 y 1852 (20.000-40,000 CHF). Sobre estas líneas, cajas correspondientes a añadas modernas de Chartreuse (entre 2013 y 2022).

Una colección única para una subasta histórica

Por eso los pasados 4, 5 y 6 de marzo los focos del mercado de los grandes espirituosos han estado puestos en Ginebra. Más exactamente en la sede de la compañía Baghera/wines, que ha realizado durante esas jornadas una subasta histórica: Once upon a time…Chartreuse. La venta ha comprendido 648 lotes, sumando en torno a 1.500 botellas del elixir de los monjes cartujos.

Ha sido la colección más grande de Chartreuse jamás reunida, al alcance de los numerosos fans que tiene este licor en todo el mundo. Porque las subastas de Baghera/wines tienen carácter global: se puede pujar por los lotes desde cualquier rincón del planeta.

A la hora de destacar la trascedencia de esta venta, el director de Baghera/wines, el español Pablo Álvarez –hijo del CEO de Tempos Vega Sicilia, por cierto– señala que las botellas que han compuesto los lotes “proceden de la colección privada de un sólo coleccionista, de origen francés, con una gran pasión y un profundo conocimiento sobre Chartreuse, que recorrió el mundo durante más de 20 años buscando estas botellas, algunas de las cuales son únicas. El rigor de la selección, que se refleja en la calidad de las referencias y su estado de conservación, es uno de los aspectos de interés de esta colección excepcional. Además, las 1.500 botellas representan en su conjunto la casi totalidad de la producción de los Pères Chartreux desde 1840 hasta nuestros días“.

De izquierda a derecha los lotes 414 y 415 de la subasta, compuestos por dos botellas de Chartreuse Jaune de la destilería en su época de Tarragona entre 1912 y 1920 (5.000-10.000 CHF cada una).

Dos colores y un exilio: Tarragona

Como anticipábamos, la extensa historia de este delicioso licor tiene tantos avatares como los que vivieron sus creadores, los monjes cartujos franceses. Lo que es oportuno aclarar en este punto es que a partir de la fórmula que estableció en 1764 el fraile Antoine Dupuy –completando la labor de otros monjes que le precedieron– para elaborar el “elixir de la larga vida”, el monasterio concibió dos licores. A principios del siglo XIX los padres presentaron con gran éxito el Chartreuse Verte (“verde”). Aunque el “departamento de I+D” –así se llamaría en estos tiempos– continuó trabajando, reformulando la receta original, hasta obtener en 1840 una segunda versión, el Chartreuse Jaune (“amarillo”), más ligero (40º de volumen alcohólico, frente a los 55º del verde).

En 1903, la orden religiosa fue expulsada de Francia, de tal modo que la destilería continuó su actividad en Tarragona. Aunque los monjes regresaron a su país, estableciéndose en Marsella en 1921, no fue hasta 1932 cuando pudieron recuperar sus antiguas instalaciones para retomar la destilación con la marca Chartreuse. Mientras, en territorio español, la producción prosiguió en Tarragona hasta 1989.

De la etapa “española” de la historia del licor, proceden, justamente, algunas de las botellas más buscadas por los coleccionistas. Los Chartreuse Tarragona del período 1903-1932 son auténtico oro líquido.

Imagen histórica de la entrada de la destilería en su etapa española, cuando estuvo instalada en Tarragona entre 1903 y 1989.

Licores de colección como inversión

Retransmitida en directo desde el Club 1865 por Baghera/wines Ginebra, la venta alcanzó 1.624.391 euros, superando la estimación previa a la venta. La subasta estuvo cargada de tesoros, algunos lotes gozaban de una singularidad, como varios Chartreuse de Tarragona amarillo o verde, de los que solo se conocen tres, diez o cien ejemplares en el mundo.

Al finalizar el evento, Michael Ganne y Julie Carpentier, los fundadores, declararon que desde hace varios años “sentimos un verdadero renacimiento del interés por los licores Chartreuse; los conocimientos han aumentado y la caza del tesoro ha empezado. Estamos infinitamente agradecidos a nuestro cliente por habernos confiado sus tesoros, una parte muy importante de una colección construida a lo largo de toda una vida. El Chartreuse se domina y se respeta, revelando una sutileza impresionante a través de las diferentes añadas, colores y orígenes. Como suele ocurrir, la tendencia la lanzan unos pocos entusiastas y la estela se extiende. Es el espíritu del Chartreuse el que vela el saber hacer ancestral de los monjes cartujos. Su discreción y el secreto celosamente guardado de la fórmula han contribuido a perpetuar el mito. Nos fascina este aspecto de nuestra actividad, en el que lo humano se mezcla con lo excepcional para crear un acontecimiento único. Como lo ha sido esta venta, un hito para la historia del Chartreuse…”.

Elixir de larga vida o bien de inversión, nunca está de más tener una botella de Chartreuse en el mueble-bar. “Un licor eterno y espiritual con larga vida por delante”, concluye Pablo Álvarez.