La buena artesanía siempre estuvo ahí, pero antes como ahora ha necesitado de una mirada sensible y educada que la aprecie en su justa medida. A mediados del siglo XIX, entre 1850 y 1853, la escritora, pintora, fotógrafa y viajera británica Louisa Tenison recorrió España junto a su marido, el fotógrafo Edward King Tenison, dejando constancia de su periplo en el libro Castilla y Andalucía; después de pasar una primavera en Sevilla, en 1853 regresó a Inglaterra con sus cuadernos de notas y decenas de abanicos que compró en tiendas y mercados para regalar a sus allegados. Pocos años antes Eugenia de Montijo, emperatriz de Francia, había paseado por la corte mantillas sevillanas y hasta torerillas de matador, el último grito en París. Un siglo después Zenobia Camprubí, ya casada con el poeta Juan Ramón Jiménez, abrió en 1928 la exquisita tienda Arte Popular Español para vender a la alta burguesía española los cántaros, cestos y botijos que a ella le habían cautivado en Huelva y Sevilla.

No por casualidad, el alcalde de Sevilla, Antonio Muñoz, resucitó a estas tres mujeres durante la preapertura de la exposición “Maestros del Futuro. Artesanía y Diseño en Europa”, que podrá verse hasta 31 de mayo en el Castillo de San Jorge, situado en el barrio de Triana de la capital andaluza. La muestra acoge piezas de medio centenar de artistas europeos y españoles, en su mayoría sevillanos, en un ejercicio de reinterpretación sin precedentes de las tradiciones y oficios más ancestrales, pero con un enfoque actual. “Detrás de la artesanía hay empresas, emprendedores, negocios que generan riqueza y nuevas formas de comercialización que nos ayudan a proyectar una nueva imagen en el mundo”, afirma el regidor sevillano, convencido de que preservar las señas de identidad es una forma de impulsar el desarrollo económico de la ciudad.

El lujo del siglo XXI tiene mucho de exclusividad, autenticidad y carácter. Y ha encontrado en la alta artesanía una de sus expresiones más refinadas. Imagineros, orfebres, guarnicioneros, ceramistas y bordadores –entre otros profesionales que hacen arte con sus manos– protagonizan esta exhibición organizada por el Ayuntamiento de Sevilla, que ha sido coordinada por la Asociación Contemporánea de Artes y Oficios y cuenta con el apoyo de la prestigiosa Fundación Michelangelo. El arquitecto Pablo Millán se ha encargado de diseñar el espectacular espacio.

Visibilizar los talleres artesanales
El comisario de la muestra, Jean Blanchaert afirma: “Sólo hay dos ciudades en el mundo en las que la artesanía sigue viva: Florencia y Sevilla”, aunque este artista, galerista y crítico de arte italo-belga matiza que en la ciudad del Guadalquivir “se echaba en falta el diseño”. El objetivo aquí es visibilizar los talleres de Europa, acercándolos a las nuevas generaciones con un lenguaje renovado.
Maestros como el escultor italiano Alessandro Ciffo, la ceramista belga Annemarie Laureys o la artista textil irlandesa Helen O’Shea firman algunas de las más de 50 piezas presentadas en esta cita. Entre la representación española destacan las obras de Orfebres Seco, un taller especializado en el trabajo con metales nobles desde mediados del siglo XIX, la cerámica de la sevillana Concha Ybarra o la pieza de Juan Miñarro, escultor e imaginero de referencia.

Sevilla es un auténtico vivero de maestría artesana, no en vano alberga algunos de los talleres más excepcionales del mundo, marcados por las tradiciones religiosas y culturales. De los 20 artesanos sevillanos presentes en la exposición, muchos viven de la Semana Santa o la Feria de Abril. Esta cita les ha brindado la oportunidad de aplicar sus tradicionales técnicas a intervenciones más contemporáneas. “Algunos son especialistas en arte sacro y tuvieron que salir de su zona de confort cuando les pedimos una pieza más vanguardista. Al final, se han sentido felices por haber superado este reto”, señala Ramón Vergara, comisario adjunto de la muestra, que está inspirada en Next of Europe, una de las 15 exposiciones que formaron parte en 2022 de Homo Faber: crafting a more human future.
Nacido en Sevilla –“a todos los sevillanos la artesanía nos corre por las venas”, dice–, Vergara dejó aparcada una profesión que no le llenaba para dedicarse a su verdadera pasión: “Divulgar la artesanía española, el trabajo hecho a mano, poniendo en valor la belleza de lo imperfecto en un mundo globalizado donde todo es igual para todos”. En su opinión, “la identidad de cada territorio, de cada país, se ha ido perdiendo por culpa de la comercialización masiva”. Hoy, este representante de la Fundación Michelangelo en España se siente orgulloso de haber guiado por el Castillo de San Jorge a una invitada de excepción: la baronesa Thyssen-Bornemisza, Carmen Cervera.

Tocado por la mano de Dios
Entre las piezas que llamaron la atención de la coleccionista estaba un bordado en hilos de oro representado en un cuadro, obra de Francisco Carrera, alias Paquili, presidente de la Asociación Gremial de Arte Sacro de Sevilla. Tras saludar a este bordador, que lleva 40 años al frente de su taller y ha colaborado con firmas como Loewe, comentó emocionada: “Está tocado por la mano de Dios”. Lo que desconoce es que para Hacienda los bordadores como él son simples “zurcidores de medias”.
También fueron invitados a reinventar la tradición otros maestros del futuro como Juan Miñarro (imaginería), Francisco Dorantes (guarnicionería), Juan Pablo Tito (alfarería), Francis Verdugo (talla), Alfonso Aguilar (encaje de bolillos), Jesús Rosado (bordado), Antigua Cerería El Salvador (artículos religiosos en cera), Concha Ybarra (cerámica) o Javier Menacho (marroquinería); mientras que Irene Infantes (artesanía textil) y los estudios Todo Muta y Las Ánimas, más cercanos al Art Design, ya transitaban por ese camino. La mayoría de ellos ya había expuesto otras creaciones en la exposición “Sevilla. Sombra iluminada” organizada por el Madrid Design Festival y comisariada por Macarena Navarro-Reverter (hasta el 9 de abril).

El trabajo de Javier Menacho, que fue elegido por la mano de Dior para los bolsos de su colección Crucero 2023 inspirada en Sevilla, se basa en la alta marroquinería y en la decoración de interiores en piel. “Peco un poco de estilo sevillano clásico; por eso, cuando me llamó Ramón Vergara para participar en la muestra del Castillo de San Jorge, expuse mis limitaciones con la estética contemporánea”, relata. No obstante, al final lo resolvió con la pieza Donum Terrae (regalo de la tierra en latín), una escultura realizada con cuero ecológico. “Sevilla tiene un abanico de artesanos de mucho nivel, y ya era hora de que las instituciones nos dieran visibilidad”, comenta desde su apacible taller en Castilblanco de los Arroyos, mientras remata un panel de cuero con trazos mudéjares que pronto recubrirá un lujoso ascensor.