Hace solo unas semanas recorrimos Montmartre, République, Le Marais. Hicimos un alto en Lucas Ratton (11 Rue Bonaparte) para maravillarnos con su selección de arte tribal y disfrutamos con el americano Craig Hanna a unos pasos de allí, en Laurence Esnol (7 Rue Bonaparte). Unas horas antes habíamos remontado la cuesta hasta el Sacré Coeur, disfrutando de la planicie desde las alturas, los edificios chatos, diminutos, y nos reímos de ello en el primer bistrot, en el segundo bistrot y en el tercer bistrot. Pero durante aquellos días hablamos de otra cosa. En la pared de las calles había un hilo conductor, una fuerza invasora, azul y amarilla, y de forma casi inconsciente fuimos fotografiando cada imagen femenina enmarcada en azulejos. En nuestra última visita a París nos topamos con la obra de una artista urbana diferente que no dejó de acompañarnos durante todo el camino.

Se llama Oja
Con un pasado como estudiante en Comunicación y Artes Aplicadas, en los últimos quince años Oja (como buena artista urbana se niega a revelar su nombre real u otros datos personales) ha explorado diferentes campos visuales como directora artística, diseñadora gráfica e incluso ilustradora tanto en publicidad como en el mundo editorial en los sectores del lujo, la belleza y la gastronomía.
Influenciada por la cultura pop, hoy se posiciona como una observadora de la memoria colectiva y crea retratos de celebridades en forma de ex-votos (según Larousse: “cuadros u objetos colgados en un lugar venerado a raíz de una petición o como agradecimiento a un deseo obtenido”) alterados. Las personalidades representadas, ya sean reales, ficticias o históricas reflejan la situación actual y las contradicciones de una sociedad excesivamente mediatizada y “sobreactuada”.
Pregunta: Háblenos un poco de su trayectoria. ¿Quiénes han sido sus grandes maestros?
Respuesta: Desde muy joven coleccionaba revistas con actrices en la portada, discos en edición limitada de estrellas del pop y productos promocionales. Soñaba con diseñar portadas de discos, así que estudié Artes Aplicadas para convertirme en diseñadora gráfica. En las paredes de mi habitación tenía cuadros con obras de Klimt, Basquiat, Keith Haring, H.R. Giger, Mylène Farmer, Björk y un póster gigante de la película Indochine, de Régis Wargnier, con Catherine Deneuve…
P: ¿Cómo llegó al arte urbano?
R: He evolucionado en diferentes mundos y he creado obras en campos muy diversos, pero me faltaba explorar el arte callejero y quería crear un proyecto que pudiera ser visto en la calle por todo el mundo. Dar ese paso me llevó unos años, porque insistía en que mis obras reunieran mis pasiones y todo lo que amo de las artes gráficas. Fue durante un viaje a Lisboa, en Portugal, cuando descubrí los azulejos. En su contexto, arquitectónico e histórico, tenía sentido. Su composición gráfica, textual y cromática fue para mí un auténtico flechazo. Allí encontré los medios para reunir por fin todo lo que quería decir y mostrar en una sola obra. Sólo faltaba ponerlo en práctica.
P: ¿Cuántas de sus obras están hoy presentes en París?
R: Es imposible cuantificarlo porque las paredes se limpian regularmente y las obras desaparecen muy deprisa. Sigue siendo un arte efímero y esto es también lo que me gusta del arte callejero. Hace poco conté que en dos años he pegado más de 500 unidades de mi exvoto de Catherine Deneuve…

P: ¿Cómo distribuye sus obras? ¿Con qué frecuencia?
R: Una vez a la semana, a veces dos. En cuanto sale el sol, con amigos u otros artistas callejeros nos encanta disfrutar de las calles vacías de París y de su tranquilidad.
P: Háblenos del concepto estético de sus exvotos, tan diferentes que llaman mucho la atención.
R: No me interesa en absoluto crear una simple plantilla con la cara de una famosa. Me gusta que el arte vaya más allá de lo figurativo y represente ideas que inviten a la reflexión. Más allá de la estética pop, a la gente le gusta que mis obras encierran un significado. Mis retratos están codificados y realizados en forma de exvotos, con mensajes en referencia a la historia del personaje, que hay que tomarse el tiempo de descubrir y leer. Los exvotos constan de tres partes que interactúan entre sí: (1) las iniciales del personaje en cuestión con el “épigraff” (entre epitafio y graffiti), una cita estándar que funciona como eslogan publicitario, (2) el retrato que expresa un reclamo y (3) la ornamentación compuesta por símbolos. Aunque admiro a algunos de los personajes que represento, ya sean reales, ficticios o históricos, siempre reflejan las contradicciones de la sociedad, que sacraliza y desacraliza a las personas mediatizadas y acaba convirtiéndolas en iconos. En cuanto a la estética, se inspira en el arte pictórico de los azulejos (desarrollados principalmente por los fabricantes de loza en Portugal, España y Brasil), y compuestos en su mayoría por los colores azul y amarillo.

P:¿Cómo elige a las mujeres que habitan sus exvotos?
R: A menudo son mujeres que me han impresionado artísticamente a través de su obra o de su trayectoria vital y deben formar parte de la memoria colectiva.
P: ¿Es responsabilidad del artista agitar la cultura?
R: La “responsabilidad” recae más en las instituciones que tienen los medios para hacerlo destacando a los artistas y su trabajo. Con la mejor voluntad del mundo, sigue siendo difícil “agitar” algo sin la magia de la financiación y la visibilidad mediática.
P: ¿Es la creación, en su caso, un combate?
R: No, en absoluto. Es ante todo un placer y una necesidad vital. Mi trabajo no es una lucha, sino un reflejo de los “productos” creados por la sociedad. La “creación” es mi columna vertebral, y tengo esta magnífica palabra, llena de promesas, tatuada en mi brazo para recordarme lo esencial en los momentos de duda.
P: ¿Cómo se lleva usted con lo políticamente correcto?
R: De forma espontánea e irónica, respondería: ¡intento ser políticamente incorrecta! El conformismo y la corrección me aburren terriblemente, sobre todo si es política (risas). Hay que respetar las reglas, si no sería un caos, pero se puede jugar “entre” y “con” las reglas. Lo importante es respetarse mutuamente.
P: ¿Qué cosas le molestan de la sociedad actual?
R: La falta de escucha, de intentar comprender al otro y de ser comedidos en lo que decimos. Con demasiada frecuencia nos vemos obligados a tomar partido y elegir un bando sobre uno u otro tema cuando en realidad es mucho más complejo. A menudo, ambas partes tienen un poco de verdad y de mentira. La gente se ha vuelto extremista y desinhibida en las redes sociales, detrás de las cuales se esconden anónimamente con seudónimos. Esto da lugar a veces a extrañas comedias, tanto sentimentales como dramáticas, que en ocasiones se convierten en linchamientos verbales.
P: ¿Cuándo piensa traer a España sus azulejos?
R: Estoy esperando la oportunidad, pero me encantaría ir a España para pegar carteles o para hacer plantillas. Sobre todo en Sevilla, donde todavía hay muchos azulejos.