Pierre-Jean Chabert, ¿escultor o taxidermista?

Escultura

Pierre-Jean Chabert, ¿escultor o taxidermista?

El creador francés mantiene un fuerte vínculo entre ambas, al utilizar en ocasiones cuernas reales en sus reproducciones animales en bronce.

Más allá de su coraza de metal, las esculturas de Pierre-Jean Chabert (Montelimar, Francia, 1 de agosto de 1978) consideran las proporciones del animal y tratan de conferirle una apariencia viva. En eso se aproximan –aunque en la superficie– a la taxidermia. Pero eso no es todo, ya que este amante de la caza incorpora, en algunos de sus proyectos, las propias astas del animal, creando piezas a medio camino entre lo natural y lo escultórico.

Su vocación le vino de pequeño, con clases de cerámica desde los 7 años. Pero tal vez el germen de su prolífica carrera fuese aquel viaje con 17 o 18 al Museo Rodin de Filadelfia, cuando se detuvo ante la obra de bronce titulada La Catedral –una escultura de dos manos unidas– y experimentó la necesidad urgente de tocarla. “Se lo pedí a mi madre y ella accedió”, recuerda. “Y mientras miraba de reojo al vigilante de la sala, me enfrenté a la prohibición y, al tocar la obra, sentí las lágrimas caer y la emoción me invadió. Creo que inconscientemente mi camino quedó marcado en aquel momento”, añade.

Aún así, en la práctica Pierre-Jean Chabert optó por otros caminos: “A los 18 años dejé Montpellier, en el sur de Francia, para ir a París a trabajar como actor. Después de una década esta pasión se fue apagando. Y aunque seguía esculpiendo en mi tiempo libre, empecé a trabajar en una empresa financiera como conductor. Fui ascendiendo hasta llegar a un puesto de responsabilidad pero nunca abandoné mi sueño de esculpir. Así que, después de seis años, con el apoyo y la confianza de mi jefe, me lancé a esta carrera en 2010 y desde entonces vivo de ella”, explica.

En la imagen superior, Pierre-Jean Chabert posando en su taller, donde conviven sus esculturas de bronce con algunos de sus trofeos de caza. Sobre estas líneas, cuernas de ciervo macho adulto integradas en la estructura metálica sobre la que esculpe el animal. Fotos: Yers Keller y PJ Chabert.

Pregunta: ¿Cuál es su relación con la taxidermia?
Respuesta: Evidentemente, en mi trabajo hay un estrecho vínculo entre escultura y taxidermia. En primer lugar está la historia de la vida, de la naturaleza, del lugar en el que viven todas las criaturas terrestres. También está la historia de la muerte y la supervivencia a la que se enfrenta el animal en su vida diaria. La caza es un gesto que debe ser preciso y eficaz, es un recordatorio de nuestros orígenes. En mis viajes a África o por Europa, ya sea con arco o con pistola, siempre experimento una emoción muy intensa.

P: ¿Qué le aporta la caza a su trabajo como escultor?
R: Cualquier apoyo o práctica que pueda servir para avanzar en mi trabajo es útil. Además, muchos de mis clientes son cazadores y amantes de la naturaleza. Pienso que la taxidermia es la búsqueda de una verdad, de una evidencia, de la vida. A menudo me intereso por el trabajo de los taxidermistas, ya que compartimos la misma búsqueda de volumen.

P: Háblenos de los proyectos en los que mezcla cuernas reales con una reproducción del animal.
R: Al igual que en la taxidermia, la escultura debe dar vida a los seres sin desnaturalizarlos. Sin embargo, sin practicar esta primera a la manera de un profesional, utilizo según las circunstancias cuernas reales. Esto representa para mí una extensión de la historia del propio animal. Para ello suelo tomar alguno de los cráneos y trofeos de mi colección para acercarme lo máximo posible a ese ejemplar en su anatomía y proporciones. Me sirven de referencia y de modelo. Sólo me interesa crear hermosas naturalizaciones que rindan homenaje al animal.

A la izquierda, escultura de ciervo –con astas reales– en una de sus fases intermedias. A la derecha, el escultor francés posa con la obra terminada. Fotos: Yers Keller y PJ Chabert.

P: ¿Cuál fue el origen de su pasión por la escultura?
R: Siempre he pintado y esculpido desde niño. Esta pasión viene de mi madre. Solía pintar con acuarelas y acrílicos y hacía maquetas de casas para arquitectos. El trabajo artístico y minucioso siempre me ha fascinado. En cuanto a mis grandes maestros, hay muchos en innumerables disciplinas, desde la pintura y el dibujo hasta la escultura, el cine, la fotografía o incluso la cocina. Pero si tuviera que reducirlo a la escultura, hablaría por supuesto de Rembrandt Bugatti, que para mí fue el más grande en escultura animal, junto con François-Xavier Lalanne, Barye, Jouve, Guyot y Pompon… Ellos le dieron a la escultura animal su gran prestigio.

P: ¿Cuándo desarrolló su particular sensibilidad por el bronce?
R: El bronce fue una elección obvia, ya que desde su descubrimiento hace unos 2.700 años no ha dejado de ser atemporal. Por otro lado, el proceso de fundición es complejo y requiere múltiples habilidades para que el resultado sea óptimo. Fundir el bronce es como un truco de magia, y este material es un valor seguro y tranquilizador para los coleccionistas, ya que permite controlar la producción y el número de copias de cada obra.

P: ¿Puede nombrar una o más esculturas que hayan activado su cerebro, acelerado su pulso, que le hayan conmocionado?
R: Numerosas obras en el Louvre y el Petit Palais de París. Entre otras Los Esclavos de Miguel Ángel, su Piedad de Roma, toda la obra de Rodin, por supuesto, El primer funeral de Barrias (escultura de Adán y Eva llevando a su hijo Abel, asesinado por su hermano), retratos de Houdon y Carpeaux, Rembrandt Bugatti… Pero también, en las casas de los clientes: una pareja de guepardos paseando de Patrick Villas, un gran rinoceronte de Lalanne, Quentin Garel, Marcel Edouard Sandoz, François Pompon …. Muchos me han puesto la piel de gallina. También obras de art brut en el Museo de Lausana y arte africano descubierto en varias ferias o museos internacionales. La escultura es un medio que puede transmitir muchas emociones, desde la alegría hasta el asco o el miedo, el temor o las lágrimas. Capta la luz e interactúa con ella. Y debe estar en armonía desde todos los ángulos.

Además de sus reproducciones a tamaño real cercanas a la taxidermia, Pierre-Jean Chabert crea piezas a escalas menores del mundo animal.

P: ¿Qué ideas hay detrás de sus obras?
R: En el mundo animal hay temas infinitos, inagotables. Debemos saber qué historia queremos transmitir, qué emoción queremos sugerir. Mi obra puede tratar la belleza del mundo animal, pero también su violencia, la supervivencia, el dolor y el sufrimiento. En ocasiones sugiero la idea de las especies en peligro de extinción a través de piezas más violentas que pretenden desafiar. Algunas de mis ideas de hace 10 años están volviendo a la superficie con un redescubrimiento del trabajo sobre lo humano. El animal y el hombre son inseparables.

P: Háblenos de su proceso creativo: ¿Trabaja con fotos de referencia? ¿Cuáles son sus herramientas?
R: Las ideas vienen de todas partes: de una historia, de una imagen, de un vídeo… Germinan en la mente y crecen. Luego dejo que vibren, florezcan, se fortalezcan o se alejen. Pero si un tema vuelve en bucle de la mañana a la noche, e incluso en la ducha o en la cama, estoy listo para empezar. No lo dibujo. Se queda en mi memoria con su actitud, la pose deseada o la historia por contar. Así me siento más libre, y no arreglo nada en 2D sobre el papel para poder mantener la libertad del 3D. Así que me documento, es una etapa primordial y tediosa. La búsqueda de las imágenes adecuadas lleva tiempo, pero permite al ojo –y por tanto al cerebro– apropiarse un poco más de los volúmenes, el carácter y la anatomía del sujeto. Un vídeo permite a menudo sentir el movimiento e integrarlo para que la escultura cobre aún más vida. Entonces estoy listo para comenzar el trabajo de modelado en arcilla. A menudo arranca con la creación de un marco metálico para soportar el peso de la arcilla. En esta fase es necesario palpar el tema. Moldeado con el cuchillo, espátulas y miras, el animal cobra vida bajo los dedos, que son herramientas maravillosas. Si es necesario destruir piezas o volver a cortar/añadir un trozo de su armazón, hay que cumplirlo. No debe haber ningún compromiso. El trabajo continúa de esta manera hasta la realización del molde. A continuación llega la hora de fundir los bronces.

P: Háblenos del concepto estético de sus esculturas.
R: Mi obra suele estar cortada, desgarrada, desollada… Este enfoque contemporáneo es todo un desafío. Tengo que representar una parte del animal sin distorsionarla, sin que sea un recurso gratuito, procurando que las líneas respondan entre sí y que los vacíos se llenen. Esto me permite poner el acento y la intención en una parte del animal. Algunos verán un jabalí saliendo de un matorral, otros lo visualizarán como una hoja de otoño, caballos envueltos en la niebla al amanecer o un gorila al borde de la extinción… En uno de mis elefantes hay un mapa del mundo: ¿habla de su futura desaparición o de su posible reaparición? Me alegra que mis obras fomenten la reflexión.

P: ¿Por qué la naturaleza?
R: Porque es pura, magnífica y no engaña. Va a lo esencial. Por la vida y la muerte. Porque estaba allí antes que nosotros y nos hace vivir. Sin ella no seríamos nada y no existiríamos.

P: ¿Cuánto tiempo le lleva hacer una pieza?
R: Varía mucho. A veces un tema que parece sencillo acaba siendo complejo, porque su historia puede evolucionar durante el trabajo y llevar varios meses. Y a veces se hace en pocos días porque conocemos bien al animal. Después de fundir la escultura en el estudio acudo a mis fundidores para que impriman ceras de mis modelos para pasarlos al bronce mediante el proceso de cera perdida. Controlo cada paso del proceso de encerado, incluyendo el perseguido y la pátina. Se tarda de 1 a 3 meses, dependiendo de la complejidad del trabajo. Y se funden 12 ejemplares (8+4 pruebas de artista) tras lo cual destruyo el molde original para que sólo haya 12 bronces. Se consideran entonces obras de arte y se entregan con un certificado de autenticidad firmado. Para las piezas grandes, puede pasar hasta un año desde la arcilla hasta el bronce.

P: Háblenos de sus clientes y de sus precios.
R: Son particulares o empresas, coleccionistas o aficionados, y a veces hasta neófitos: todo pasa por un capricho. Los precios suelen variar entre 1.500 y 50.000 euros.