Mentores y discípulos, un vínculo atemporal

Cultura

Mentores y discípulos, un vínculo atemporal

La bailarina senegalesa Khoudia Touré y su mentora Crystal Pite,cosecharon los frutos de su unión creativa gracias a la iniciativa Artística de Rolex para Mentores y Discípulos.

El arquetipo de maestro y discípulo es una relación sagrada en la que el respeto absoluto, la devoción y la transmisión de conocimiento han dado vida a corrientes de pensamiento artístico y a las mejores obras de arte, filosofía y ciencias a lo largo de la historia. Platón y Sócrates en la filosofía o hasta el compositor y director alemán Christian Gottlieb Neefe y Ludwig van Beethoven son algunos de los que han encarnado esta relación tan especial. Y gracias a ella, la humanidad ha podido cosechar frutos de obras maestras de valor cultural e intelectual incalculable. 

Durante más de medio siglo, Rolex se ha comprometido con impulsar y apadrinar a algunos de los artistas más talentosos y las instituciones culturales más destacadas con el fin de celebrar la excelencia y contribuir al patrimonio artístico y crear una relación entre pasado, presente y futuro. Su iniciativa, Perpetual Arts, es un extenso programa artístico en el que confluyen arquitectura, música y cine. Además, gracias a la Iniciativa Artística Rolex para Mentores y Discípulos, la marca afirma su compromiso con la cultura a nivel global. 

Esta iniciativa ocupa un lugar especial, ya que es un programa de mentoría que se ha convertido en referente en los círculos artísticos universales en el cual Rolex se pone por delante como un verdadero mecenas de la cultura. Fue creada en 2002 bajo la firme creencia del arte como un continuum, donde las experiencias se acumulan a lo largo de la historia y en donde los artistas de hoy crean y se inspiran en todos aquellos que les han precedido. 

En la imagen superior, Khoudia Touré junto a su mentora Crystal Pite durante su encuentros en el Scotiabank Dance theatre en Vancouver, Canadá. Sobre estas líneas, Touré, becada por Rolex ensayando.

La iniciativa brinda a los mejores talentos la oportunidad de recibir el respaldo de maestros más veteranos en sus disciplinas para poder así consolidar y desarrollar su potencial artístico en toda su plenitud. Por otro lado, el programa ayuda a salvaguardar el patrimonio artístico mundial que, a través de los años, ha ido forjando un diálogo intergeneracional, intercultural e interdisciplinario.  Así, el pasado mes, rolex celebró 20 años de mentorías e intercambio creativo en el Rolex Arts Festival.

Fue en el marco de esta celebración que Khoudia Touré (discípula 2018-2019), una superestrella de la danza senegalesa con fuertes raíces de danza urbana y un futuro prometedor en la modalidad de contemporáneo, presentó su creación. Touré ha sido una de las fundadoras de la compañía La Mer Noire, a través de la cual ha explorado la composición coreográfica, y desde siempre ha mostrado un fuerte compromiso social para impulsar, promover y profesionalizar la danza urbana en su país natal a través de su asociación Maggando. Su mentora fue la célebre bailarina y coreógrafa canadiense Crystal Pite, quien en sus inicios trabajó con William Forsythe en el prestigioso Ballet de Frankfurt. 

Así, tras un año de trabajo junto a su mentora, la bailarina sorprendió al público y a la misma Pite -quien veía por primera vez el producto final- presentando su pieza titulada Óró en el marco del festival. “Estoy totalmente emocionada por lo que has logrado crear al haber reunido a estos increíbles bailarines y haber sobrepasado el reto de un proceso creativo en tres lugares diferentes”, le dijo a su discípula en una discusión posterior a la presentación.

Rolex celebra 20 años de mentorías e intercambio creativo en el Rolex Arts Festival.
En el centro de la imagen, Khoudia Touré, quien presentó su pieza, Óró, junto un equipo de nueve bailarines de todo el mundo.

En ese sentido, la obra de Touré tiene varias complejidades. Una de ellas es que la coreógrafa ha optado por integrar a bailarines de su propia compañía junto con artistas locales dondequiera que vaya a actuar, lo cual le da un aire distinto, fresco y nuevo cada vez. Y la otra es que su proceso creativo que culminó en Óró se desarrolló entre África, Europa y América. “Quería crear algo que estuviese basado en mis encuentros con jóvenes adultos y quería formularles preguntas y partir desde su propio entendimiento del mundo pero fue todo un reto ir a tres países (Senegal, Canadá y Francia) para poder crear esta obra”, explicó la artista. 

Por otro lado, la improvisación como parte del proceso creativo responde al rápido viaje que sucede entre la necesidad de responder a cuestiones existenciales mediante el verbo y la rápida traducción e integración de las respuestas en los cuerpos de los bailarines en forma de movimiento. Así fue como la improvisación y el freestyle unificaron la experiencia creativa de todos los bailarines bajo la dirección de Touré. 

Esto no solo no pasó desapercibido para Pite, sino que la emocionó profundamente. “Esta pieza me ha recordado por qué amo tanto la danza. La sensación expresada de ser invisible, de estar desamparada y y poder ver esos sentimientos traducidos en la danza me hicieron sentir como que el volumen se le sube a las palabras y se vuelve algo distorsionado, extremo, expresivo y abrumador en el mejor de los sentidos”.