Marta Robles: “Mirar el pasado con ojos del presente es soberbio y estúpido”

Cultura

Marta Robles: “Mirar el pasado con ojos del presente es soberbio y estúpido”

La escritora y periodista publica 'Lo que la primavera hace con los cerezos', un ensayo que explora las historias de amor y desamor de grandes creadores.

Marta Robles (Madrid, 30 de junio de 1963) acaba de publicar Lo que la primavera hace con los cerezos, un nuevo libro que pone de manifiesto la relación entre las emociones y la creación artística. Una obra de la editorial Espasa (tapa dura con sobrecubierta, 19,90 euros) que nos adentra en las vidas de músicos, escritores, poetas, pintores, escultores, cineastas, fotógrafos, etc; muchos de ellos salpicados por episodios románticos tan enérgicos como destructivos.

Este ensayo habla de todos ellos. De amores y desamores, de pasiones y deseo, de abandono, de pérdidas y dolor o de cómo esta combinación alquímica, tan mágica como difícil de explicar y, a veces, de vivir, actúa en la pulsión creativa de los genios. “Ese efecto tan prodigiosamente condensado en el verso de Neruda que da título al libro”, confiesa la escritora, con la que hemos hablado durante su promoción.

Pregunta: ¿Cómo ha sido el proceso de recopilación de toda esta base documental sobre la que ha creado Lo que la primavera hace con los cerezos? ¿Ha requerido de una arquitectura argumental muy sólida?
Respuesta
: Esa base documental forma parte de mi biografía. Me recuerdo a mí misma, desde muy niña, leyendo las historias de tantos admirados creadores que me fascinaban. Mi biblioteca está llena de libros sobre ellos. Y la bibliografía de esta obra es de quince páginas porque, además, incluye infinidad de artículos que han sido imprescindibles en mi vida, que he ido leyendo a lo largo de los años. Lo más difícil de todo era estructurar y decidir quiénes sí y quiénes no, aceptar que no podía abarcar las historias de todos y contar sus facetas en el amor, el desamor y la pérdida, desde una perspectiva personal, con algunas escenas de ficción para ayudar al lector a “ver” más allá de los propios datos y renglones.

P: ¿Qué le atrajo de esta temática a la hora de plantearse este trabajo?
R: Sobre todo, la conciencia de saber –porque lo sé– que cualquier obra de un creador que carezca de emoción no es más que un boceto, un ejercicio, un ensayo… Y, además, fallido. Solo los trabajos que incluyen emoción, la destilan y la provocan, pueden ser considerados obras de arte. Y es que a mí el arte y la emoción me parecen tan imprescindibles para vivir como el aire que respiro.

P: Byron, Tirso de Molina, Marilyn Monroe, Francis Bacon, Virginia Wolf, Picasso… ¿Por qué estos personajes? No ha incluido artistas vivos. ¿Es casualidad?
R: No, en absoluto. Las casualidades, la serendipia, existen. Como la magia. Pero no cuando hay un propósito. El mío era ahondar en esa relación entre la creación y las emociones que Freud centra en el impulso sexual y que yo, como Voltaire, extiendo al amor, porque implica a la cabeza, al corazón y al cuerpo. Y entiendo que tiene mucha más importancia porque, aunque pueda ser efímero, su recuerdo puede ser eterno.

Foto libro Lo que la primavera hace con los cerezos de Marta Robles
Portada del libro ‘Lo que la primavera hace con los cerezos’ de Marta Robles.

P: Donjuanes, atormentados, promiscuos, homosexuales, mujeres fatales, fetichistas, misóginos, triángulos amorosos… ¿Qué figura le ha llamado más la atención? ¿Cuál ha sido la historia que más le ha emocionado? ¿Se identifica con alguna?
R: Bueno, la historia de Salgari siempre me conmocionó por lo atormentada y terriblemente triste, la de Artemisia Gentileschi me resultó impactante: que una mujer de su tiempo con tanto talento decida no solo reivindicar derechos sino empeñarse en conseguir justicia tras ser violada, a pesar de tener que declarar bajo tortura, es espeluznante… Pero la historia de Joyce y Nora Barnacle, una relación de amor con correspondencia pornográfica durante toda la vida, en la que ella de un modo u otro está en todos los personajes de la obra literaria del artista, me resultó fascinante. Y qué decir de la historia de Allen Ginsberg y Peter Orlovsky, el primero homosexual y el segundo heterosexual y, sin embargo, pareja feliz (abierta), con sexo incluido, durante toda su vida… He de decir que todas las historias que recojo son fascinantes. Solo siento no poder haber incluido más.

P: Para usted, ¿qué es el amor? ¿Cree que es posible vivir sin ningún tipo de amor?
R: ¿El amor? ¿Ese “estado de imbecilidad transitoria” que decía Ortega y Gasset? Hay tantos amores como personas y momentos, todos son únicos e irrepetibles. Y casi ninguno dura para siempre. O al menos no lo hace de manera inmutable. El amor para mí es el poema de Lope de Vega (gran conquistador y promiscuo cuya historia recojo en el libro): “Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; (…) Creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño; esto es amor, quien lo probó lo sabe”. Tal vez se puede vivir sin ningún tipo de amor, no sabría decirte, pero sí que no merece la pena. O al menos a mí no me merecería la pena vivir sin amor.

P: Es usted misma novelista, ¿cómo ha influido la pasión en su propia creatividad?
R: De una manera muy determinante. Yo amo y odio de una manera desmedida. Me comprometo, me vuelco en el sentimiento y noto cómo me arrastra a la escritura. No es solo amor de pareja. Es amor a una causa, a un amigo, a un momento de la vida… Pero sé que está muy presente en mi literatura, igual que el desamor y la pérdida, que la marcan de manera definitiva.

P: ¿Cómo ha cambiado la visión de ese amor que narra en sus páginas al actual? “Un amor en el que incluso las mujeres aparecían como causantes de todos los males, desestabilizando al hombre y alejándolo de los asuntos importantes”… En la historia de la humanidad esa definición podría asociarse con el amor romántico.
R: Bueno, es que ese amor romántico, durante siglos, solo parecía referirse al que existía entre un hombre y una mujer. Y las mujeres siempre eran unos seres perversos y aterradores que, con sus encantos, distraían a los hombres de lo “importante”. Ese concepto aún existe para algunos, que nadie se engañe… La realidad es que el buen amor hace “lo que la primavera hace con los cerezos”, ayuda a que el amado florezca. Y el mal amor trata de opacar al otro para que nadie lo disfrute sino el que “ama” (¿Eso es amor?). Aunque, curiosamente, del mal amor, del sufrimiento del mal amor, del abandono, de la crisis y de la pérdida surgen numerosas obras de arte.

Foto retrato de Marta Robles
La periodista Marta Robles. Foto: Gonzalo Pérez Mata

P: ¿Se plantea un libro que hable sobre por qué destila el mal un atractivo irresistible para el amor?
R: En realidad no me lo planteo porque se ha escrito mucho de los amores de los malvados, aunque nunca se sabe… Y, además, más allá de los malos oficiales, hay muchos malos que lo son y no lo parecen y tienen muchísimo público. Yo siempre digo que cuando las mujeres nos reunimos y hablamos de lo irresistibles que son los canallas, hablamos de donjuanes. Nos resultan tan irresistibles porque, aunque no seamos, por suerte, doña Inés, pensamos que podemos redimirlos. Y no, no se puede cambiar a las personas. Ni a los hombres ni a las mujeres.

P: ¿A qué se refiere cuando dice que no está a favor de la cultura de la cancelación? ¿Cree que es algo que sucede en nuestra sociedad actual?
R: La cultura de la cancelación me parece tenebrosa. Creo que si algo nos hace libres de verdad es ver, saber y conocer. Si no sabemos lo que ocurre es imposible que reflexionemos, nos comprometamos y mejoremos. Para empezar, no se puede mirar el pasado con los ojos del presente. Es tan soberbio como estúpido. Pero además es que los creadores, por muy geniales que sean, no están obligados a ser buenas personas. Tampoco por ser bellos lo son. Ese “efecto halo” heredado de la antigua Grecia que no superamos me resulta ridículo. Si los más bellos fueran, además, los más listos y los bondadosos, el mundo estaría aún peor repartido y sería más injusto. André Gide decía que con buenas intenciones no se hace buena literatura. Las artes desde la belleza pueden mostrar el máximo horror. Eso no significa que lo compartan. Solo que lo explican. Aunque puede ser que sus creadores sean unos monstruos, desde luego, pero si lo son, que los encarcelen y les quiten los derechos sobre sus obras pero que se los traspasen a la humanidad. Si la Providencia les ha dado unos dones y ellos los empañan con la maldad, que se los arrebaten y se los adjudiquen al resto de la humanidad… ¡Pero que no se destruyan!

P: Dice Pérez-Reverte que el cáncer del mundo es la estupidez, no la maldad. ¿Está de acuerdo? 
R: Casi siempre estoy de acuerdo con Pérez-Reverte pero creo que matizaría. Es verdad que el tonto puede hacer daño sin querer, pero a mí los malos, cuanto más listos son más miedo me dan. Lo que pasa es que creo que en el mundo hay muchos más tontos que malos. Tontos que se dejan arrastrar por los malos listos.

P: ¿Qué le preocupa de nuestra sociedad? ¿Y en su vida?
R: La insolidaridad. El mundo será solidario o no será. Por generosidad o por necesidad. Pero sin solidaridad nuestro mundo podría apagarse como cualquier otra estrella. Y personalmente me preocupa la salud por encima de cualquier otra cosa.

P: En su obra habla constantemente sobre “sentimientos”. ¿Cómo se maneja con los suyos y qué importancia les da en su vida? 
R: Los sentimientos son el motor del ser humano. El Premio Nobel V.S. Naipaul decía que la diferencia entre lo que no es literatura y lo que sí lo es es la que hay entre la carta que le escribe un chico a su novia un día cualquiera y la que le escribe el día antes de ser ajusticiado… Yo escribo siempre con esa intensidad, como si me fueran a ajusticiar mañana. Igual que no concibo la comida sin sal y pimienta, no la entiendo sin sentimientos y compromiso.

P: ¿Por qué se define como una insegura crónica?
R: Porque lo soy. Y me ha costado mucho reconocerlo. Lo soy. La inseguridad no se supera, solo se domestica para que no inmovilice o cause otros estragos. A veces, medio dominada, hasta tiene sus cosas buenas. Pero vivir con un inseguro es una tortura. Que le pregunten a mi marido al que le tengo que enseñar todo lo que escribo a diario.

P: Ha trabajado en radio, televisión, papel, presentado eventos…, ¿en qué faceta se siente más cómoda?
R: En la de escritora. Soy periodista de carrera y sigo ejerciendo. Y siempre lo seré de corazón y por compromiso. Toda mi vida quise ser escritora, desde niña, llevo escribiendo y publicando libros toda la vida –empezó en 1991 y ha publicado 18 libros– y para mí escribir es una necesidad. No entiendo la vida sin escribir. Aunque debo decir que en radio y televisión también se escribe.

P: ¿En qué nuevo proyecto se ha embarcado?
R: Estoy en plena promoción. No debería pensar en otra cosa, pero ando en otro libro y en alguna cosa más.