Michael Rumiz, esculturas en peligro de extinción

Artesanía

Michael Rumiz, esculturas en peligro de extinción

El artista francés da vida a la fauna africana en monumentales piezas de bronce en edición limitada.

Leopardos, rinocerontes, búfalos, gorilas… El escultor francés Michael Rumiz (Versailles, Francia, 16 de diciembre de 1971) ha convertido la fauna salvaje africana en gran protagonista de una monumental obra en bronce, que le distingue como uno de los grandes maestros de este arte desde su taller cerca de Niza, en el sur de Francia.

Con pasado como joyero (fue engastador en la Place Vendôme de París en los años 90 y más tarde en casas icónicas como Boivin, Mauboussin o Van Cleef durante 7 años), Rumiz descubrió muy pronto su vocación por el universo creativo. “En las vacaciones con mis padres y mi hermano, siendo muy joven, yo huía de la playa para visitar galerías de arte y pasar las tardes viendo cuadros”, recuerda.

La naturaleza ha sido desde siempre su otra pasión. “Crecí en Rambouillet, junto a un inmenso bosque que era mi patio de recreo y donde muy pronto descubrí mi pasión por fotografiar la vida salvaje“.

El elefante Kenya mide 55 cm de largo y en él Michael Rumiz ha tratado de transmitir “la fuerza tranquila” de su especie.

Una pasión que logró desarrollar con mucho ímpetu entre 2010 y 2020, con viajes regulares a África –principalmente a Tanzania y Kenia– en safaris fotográficos: “Esa tierra fue sin duda una revelación para mí y la fuente de inspiración de mi posterior faceta como escultor”, explica.

Algo que se iniciaría en 2018, cuando empezó a realizar sus primeras esculturas basadas en la vida salvaje. “Desde entonces utilizo mis fotografías para buscar un pliegue, una grieta, un gesto, una textura especial en la piel… Mis esculturas son casi siempre de animales reales que he fotografiado y la mayoría llevan el nombre de ejemplares conocidos como los leones Scarface o Lipstick, que aunque ya han fallecido tuve la oportunidad de observar y fotografiar en varias ocasiones”, dice.

El gorila Asato es un gran macho de las llanuras del Oeste y vive en el zoológico de Beauval en Francia.

Su temática varía según sus impulsos: “A veces tengo etapas de rinocerontes, luego un periodo de elefantes, pero también trabajo según los encargos de mis clientes, que eligen el sujeto, las dimensiones deseadas, el movimiento, el tono de la pátina… Es un proceso diferente pero también muy bonito: me encanta la comunicación estrecha con ellos, ser capaces de dar vida juntos a la escultura”.

Sus sujetos de predilección para esculpir son “el gorila, el elefante y el rinoceronte, tanto por su poder como por su fragilidad, ya que son especies magníficas pero en peligro de extinción a causa de la caza furtiva”, explica.

En cuanto a sus clientes, son cada vez más internacionales: “Me produce mucha alegría enviar un bronce a Alemania, Estados Unidos, Suiza o Inglaterra. Siempre es muy emocionante saber que una obra, después del esfuerzo tan grande que implica, viaja al otro lado del mundo donde encontrará su sitio en una sala de estar, una oficina o una hermosa terraza”.

Esta pieza se llama Nyeupe (que significa “blanco” en swahili), y es una de las mayores esculturas creadas por Michael Rumiz, con 90 cm de largo y unos 40 kg.

Proceso artesanal

Según Michael Rumiz, sus herramientas “se componen de simples raspadores, bucles, espátulas… En ocasiones yo mismo creo una herramienta para un uso específico, como las texturas de la piel. Una vez finalizada la escultura en plastilina o arcilla, es el momento de pasar a la segunda etapa: el vaciado. Esta escultura es primero un positivo, de la que obtenemos un negativo al hacer un molde de elastómero. En este molde vierto cera, que retoco antes de verterla en un segundo molde, esta vez de yeso refractario, que introduzco en el horno para fundir la cera y que sólo quede su huella en el yeso. Es el proceso de fundición a la cera perdida, en el que finalmente fundiré el bronce que encajará en la huella dejada por la cera. Luego llegan los pasos de cincelado del bronce y, por último, la pátina, un momento delicado porque es cuando le damos el carácter al bronce”, detalla.

Kiboko (que significa “hipopótamo” en swahili) mide 60 cm de largo y está en proceso de creación.

El tiempo empleado en cada pieza es muy variable, ya que depende de criterios como el tamaño o la complejidad de la misma. “Resulta difícil acertar sobre el tiempo de finalización de una pieza si no se trata de un encargo”, explica. “En ocasiones me ocurre que dejo de lado una escultura durante varias semanas o meses para volver a ella más tarde y realizar cambios decisivos como el movimiento o la inclinación de la cabeza, por ejemplo”. Y añade: “Hay piezas en las que trabajo varias semanas o meses, ya que a través de las esculturas busco transmitir elementos como la mirada amenazante y profunda de Asato, la postura en guardia de Nyeupe o la fuerza tranquila de Kenya”.

Michael Rumiz trabaja hoy con distintas galerías en Megève, Niza y San Bartolomé en el Caribe. Sus bronces se producen en series limitadas de 12 ejemplares máximo (4 de ellos serie de artista). Consultar precios directamente con el artista.