El emblemático Flatiron de Nueva York, subastado por 190 millones de dólares

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El emblemático Flatiron de Nueva York, subastado por 190 millones de dólares

Considerado un hito arquitectónico y uno de los edificios más reconocibles de Manhattan, la estimación que marcaba hace unos días ‘The New York Times’ rozaba los 300 millones de dólares.

En la esquina de la Quinta Avenida con la calle 23 se encuentra la icónica construcción de la ciudad que nunca duerme. También conocido como Fuller Building (en honor a George A. Fuller, quien lo financió), el Flatiron, diseñado en 1902 por el arquitecto estadounidense Daniel Burnham (4 de septiembre de 1846, Nueva York, Estados Unidos – 1 de junio de 1912, Heidelberg, Alemania), es famoso por su forma triangular distintiva y su estilo Beaux-Arts, un estilo popular de principios del siglo XX que combinaba elementos clásicos con detalles ornamentales y escultóricos.

George A. Fuller, prominente promotor inmobiliario, compró en 1901 el terreno para albergar la sede de Fuller & Company, su compañía de publicidad, y contrató a Burnham –que ya había diseñado el World’s Columbian Exposition en Chicago en 1893– para construir una obra que destacara en esa ubicación privilegiada y se convirtiese en uno de los primeros rascacielos de Manhattan. Esto presentó un desafío arquitectónico interesante, ya que se requería un diseño especial para encajar en la forma de la parcela.

El edificio histórico Flatiron, situado en la intersección de la Quinta Avenida y Broadway en Manhattan. Su forma presenta desafíos arquitectónicos únicos, como el hecho de que la parte posterior del mismo tenga solo dos metros de ancho. La fachada está compuesta por ladrillo rojo y terracota, y cuenta con numerosas ventanas en cada uno de los pisos.

Su diseño innovador permitió que fuera construido en una ubicación que muchos pensaban que era imposible, y permitiendo que la luz natural entrara en todas las oficinas del edificio, algo que era raro en la época en que fue construido. Su estructura de acero hizo posible que se elevase a una altura de 87 metros, además de contar con una serie de terrazas escalonadas que proporcionan un interesante contraste con la forma angular de la fachada de terracota (un material liviano pero resistente). También tiene elementos decorativos ornamentales, como motivos florales y figuras alegóricas. Las 22 plantas del edificio albergan una amplia variedad de oficinas, así como tiendas y restaurantes en la planta baja. La entrada principal destaca por su vestíbulo de mármol y bronce.

Hoy en día es uno de los edificios más fotografiados y reconocidos en todo el mundo, continúa siendo un destino turístico popular. También ha sido escenario de innumerables películas y programas de televisión, revistas o carteles publicitarios, y se ha convertido en un símbolo icónico de la ciudad de Nueva York en todo el mundo. Algunas de las más conocidas son Godzilla (1998), Armageddon (1998), Spider-Man (2002), Otoño en Nueva York (2000) o El coleccionista de huesos (1999).

Una de las características más distintivas es su esquina angulada, que se encuentra en la intersección de la Quinta Avenida y Broadway. Es fácilmente reconocible por su forma triangular única, que se asemeja a una plancha de ropa (de ahí su nombre).

La edificación salió a subasta pública el 22 de marzo de la mano de la casa estadounidense Mannion Auctions, especializada en la venta de objetos coleccionables y raros, como monedas antiguas, billetes, medallas, autógrafos, libros y otros objetos de valor histórico. El objetivo de la venta fue terminar con la disputa que existe entre sus cinco actuales propietarios, después de que un juez de la Corte Suprema del Estado Nueva York admitiera la demanda de varios de ellos (de GFP Real Estate, Sorgente Group, ABS Real Estate Partners y Newmark, que poseen el 75% de la propiedad), en litigio desde 2019 con el empresario Nathan Silverstein.

Desde verano de ese mismo año su interior permanece vacío, ya que las partes no lograron ponerse de acuerdo en un plan de negocio para alquilar el espacio. Además, hubo desencuentros en una renovación de 80 millones de dólares que incluía cambios en el exterior y el vestíbulo, además de la instalación de nuevos ascensores. El motivo fue que Silverstein alegó que se inflaron los costes de construcción. Finalmente, los tribunales aprobaron el pasado mes de enero que el edificio se subastase con el fin de que la recaudación se divida entre las partes de manera alícuota a la fracción que poseen.

La puja duró 45 minutos y el comprador es Jacob Garlick, socio fundador de Abraham Trust, fondo especializado en operaciones de inversión, quien no dejó claro qué planea hacer exactamente con la propiedad. Tras finalizar la venta, declaró a la televisión NY1: “Ha sido un sueño que he tenido durante toda mi vida desde que tenía 14 años. Nuestra misión será respetar su integridad histórica y arquitectónica”.