La caza se percibe a menudo como una actividad exclusivamente masculina. Sin embargo, desde hace unos 10 años se observa una clara tendencia de una mayor incorporación de la mujer en muchos países de Europa y Norteamérica. Solo en España, el número de federadas de este deporte se ha cuadruplicado en este periodo. La doctora Raquel Castillo, investigadora en Fundación Artemisan, revela que “esto se produce por cambios en la sociedad: igual que en otras actividades que tradicionalmente han sido desarrolladas por hombres, en la caza también se está incorporando la mujer, y todo apunta a que esto seguirá así. Nuestro trabajo se basa en perfilar esa investigación, así como la comunicación y la defensa jurídica del sector cinegético”, añade.
Creada en 2017 para la conservación y gestión de especies y sus hábitats, se unió hace más de un año a la Universidad de Extremadura para analizar por primera vez el papel de la mujer cinegética en nuestro país. Los resultados se publicaron recientemente en un informe titulado La Mujer Cazadora en España. Para su elaboración se han realizado más de 1.600 encuestas y decenas de entrevistas a expertas en esta actividad.
El estudio ha revelado que el perfil de la mujer cazadora en nuestro país es joven, con estudios y de una diversidad de profesiones. El 48% tiene estudios universitarios (4% más que los hombres), mientras que más de un tercio tiene un nivel de ingresos de entre 1.000 y 1.500 euros.

Relevo generacional
Teniendo en cuenta que no existen campañas administrativas que fomenten la inclusión de la mujer en la actividad cinegética como sí ocurre en muchas otras disciplinas, ¿cómo se explica este incremento?Algo que se refleja en los resultados del estudio es que son las jóvenes quienes están cambiando el paradigma. El 80% de las cazadoras no tienen más de 40 años, mientras que la mitad de los hombres sí superan esta edad. En cuanto al perfil profesional, el 21% son estudiantes.
El impacto de las redes sociales en este aspecto es innegable, ya que además de dar a conocer la contribución ambiental y cultural de la actividad, han incrementado la visibilidad de las mujeres que la practican, que a través de sus perfiles tienen la capacidad de inspirar a futuras generaciones. Sobre este punto, también la familia juega un papel importante: la mitad de los encuestados están a favor de transmitir su afición a sus hijos independientemente del género, y aunque el padre sigue siendo el referente en la mayoría de casos, el porcentaje de hijas que se interesan por este deporte es sensiblemente superior cuando la madre es cazadora (27,6% frente a un 15,5% en el caso de los hombres).
Por otra parte, la extensa mayoría de hombres y mujeres que participaron en las encuestas señalan que estas no se encuentran discriminadas en el ámbito cinegético y están de acuerdo en que se siga potenciando su incorporación. De hecho, más de la mitad piensa que la imagen de la caza mejoraría si hubiese una mayor participación femenina, y la frase “El futuro de la caza pasa por la integración de la mujer”, es avalada por el 57,6% de los hombres y el 62,2% de las mujeres.
Este descubrimiento resultó sorprendente para los investigadores de Artemisan: “Esperábamos que desde el sector hubiera más barreras contra la mujer para entrar a practicar esta actividad. En cambio, desde dentro nos dicen que no, que ellas libremente deciden participar y se han sentido acogidas sin importar el género”, comenta Castillo, recalcando que “hay que seguir trabajando en la educación y la visibilidad. Si las niñas, las jóvenes, no ven esto como algo normal que pueden hacer ellas igual que ellos, la tendencia podría revertirse”.

Ambos géneros viven la jornada cinegética como una forma ociosa de pasar el tiempo libre y disfrutar de la naturaleza (en un 90%), aunque el femenino muestra un mayor interés por la observación de animales y plantas silvestres, ver huellas, señales y rastros, así como hacer fotos. “No es sólo la actividad propia de cazar, también todo lo que envuelve. La mayoría la practica por pasar un día en el campo, por salir con su perro o por acompañar a familiares y amigos”, señala la investigadora.
En cuanto a las distintas modalidades, más de un 70% de mujeres prefiere la montería en el caso de especies de caza mayor y en mano o al salto cuando se trata de especies de caza menor. También tienen sus prioridades en lo que al hábitat se refiere, decantándose por la alta montaña. En cuanto a la tipología de las armas de caza, ambos géneros utilizan rifle y escopeta indistintamente.
Los resultados se presentaron en la jornada Mujer y Caza, un evento que tuvo lugar en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes de la Universidad Politécnica de Madrid, en el que distintas cazadoras e investigadoras pudieron compartir sus opiniones y experiencias. La cita contó con personalidades como Clara Freiherr, empresaria y miembro de Jóvenes Cazadores Andaluces, Lorena Martínez, presidenta de la Federación de Caza de la Comunidad Valenciana (la primera en presidir una federación de este deporte en España) o Teresa Satrústegui Treviño, presidenta de la Asociación de Caza y Pesca Montes de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Forestal, Medio Natural y Tecnologías Ambientales.