Casi sin darnos cuenta, las fiestas de Navidad, Fin de Año y Reyes han caído ya en el olvido y nos adentramos a la aventura en 2023. El mundo de la música clásica, amante de los aniversarios y las grandes fechas, tendrá tres acontecimientos que celebrar este año: el 1 de abril se celebra el 150º aniversario del nacimiento de Serguéi Rachmáninov, uno de los últimos grandes compositores posrománticos europeos y considerado el pianista más virtuoso del siglo XX; el 28 de mayo hubiera cumplido cien años György Ligeti, una de las grandes figuras de la música contemporánea –al que han escuchado incluso los que creen que no lo han hecho– y para finalizar el año, el 2 de diciembre se conmemorará también el centenario del nacimiento de la soprano estadounidense, aunque hija de emigrantes griegos, Maria Anna Cecilia Sofia Kalogeropulu. Perdón, se me olvidaba: casi todo el mundo la conocía por el nuevo apellido que adoptó su padre en los Estados Unidos, para que no les resultara tan difícil de pronunciar a sus nuevos vecinos, Maria Callas.
Maria Callas
Empecemos por esta última, la más famosa de los tres homenajeados. Maria Callas (Manhattan, 2 de diciembre de 1923 – París, 16 de septiembre de 1977) sigue siendo considerada como la cantante de ópera más eminente del pasado siglo. Le otorgaron el sobrenombre de “La Divina” por el amplio registro de su voz y su gran técnica vocal –que le permitían cantar papeles tanto de soprano ligera como de mezzosoprano– así como por su expresividad dramática actoral. De hecho, se le atribuye el mérito de haber cambiado la historia de la ópera, al poner un énfasis sin precedentes en la integridad musical y la verdad dramática, y por transformar la percepción del repertorio belcantista, especialmente de Bellini y Donizetti. Se convirtió en la prima donna assoluta de la legendaria Scala de Milán, pero sus apariciones operísticas también triunfaron en la Royal Opera House de Londres, la Metropolitan Opera House de Nueva York, la Ópera de París, la Ópera Estatal de Viena y teatros de ópera de ciudades de menor relevancia operística, como Chicago, Dallas, Houston, Lisboa, Ciudad de México, São Paulo o Río de Janeiro. Sus últimas actuaciones sobre el escenario se produjeron en 1965, cuando solo tenía 42 años. Si bien hubo muchos planes para regresar a los escenarios, nunca fructificaron, aunque en 1974 ofreció una serie de conciertos en Europa, Norteamérica y Japón con el tenor Giuseppe di Stefano, que la había acompañado con frecuencia en la ópera y en los estudios de grabación.

Para celebrar la efeméride, y dado que ninguna voz puede representar o imitar la voz de la Callas, los homenajes a su figura deben limitarse a recuperar sus viejas grabaciones. El sello francés Erato, perteneciente a Warner Music desde 1992, cuenta, probablemente, con la más amplia colección de grabaciones originales suyas y ha programado para 2023 un constante flujo de relanzamientos discográficos de la Callas (muchos en Lp de vinilo, casi todos en edición digital –Qobuz, iTunes o Amazon, aunque también se la puede encontrar en plataformas como Spotify o Tidal–, desde la Norma de Vincenzo Bellini a La Gioconda (la única ópera de Amilcare Ponchielli) pasando por From Studio to Screen, un disco que resume algunas de sus icónicas grabaciones incluidas en películas: desde Philadelphia y Fargo hasta Los puentes de Madison, pasando por Bohemian Rhapsody… La Callas, en realidad, solo intervino como actriz en una película: la Medea de Pier Paolo Pasolini, que la eligió por haber sido en el escenario, la intérprete más reconocida de la ópera de Luigi Cherubini del mismo título. Según los expertos, la grabación de Tosca en La Scala de Milán, en 1953, es un hito en la historia de las grabaciones. Dirigida con una intensidad abrasadora por Victor de Sabata, reúne a Callas con dos de sus colegas más cercanos, el tenor Giuseppe di Stefano y el barítono Tito Gobbi. El aria Vissi d’arte ha llegado a considerarse como el manifiesto personal de Maria Callas.
Varios más son los homenajes que se le vienen tributando a la Callas desde hace años. Por ejemplo, Maria Callas, Lettres et Mémoires, el espectáculo teatral que la actriz Monica Bellucci (que, curiosamente, interpretaba el papel de una diva retirada en pleno éxito, La Fiamma, en la tercera temporada de la serie de televisión Mozart in the Jungle, que mostraba los entresijos del mundo de la música clásica, y en la que intevenían brevemente, haciendo de sí mismos, personajes como Pablo Heras-Casado, Plácido Domingo, Lang Lang, Emanuel Ax, Joshua Bell, Nico Muhly o Caroline Shaw) lleva ofreciendo desde 2019 por todo el mundo. Incluido España, donde se presentó el verano pasado en el Festival Castell de Peralada. El espectáculo, escrito por Tom Volf, autor de tres libros sobre la cantante y director del documental Maria by Callas, se ha representado ya en París, Atenas, Romas, Milán, Londres o Los Ángeles y se están gestionando nuevas representaciones en otras ciudades.
El fantasma de la Callas también estará presente los días 9, 10 y 11 de marzo en el Teatro del Liceo de Barcelona, donde se representará 7 Deaths of Maria Callas, el espectáculo de Marina Abramović, que celebra el centenario del nacimiento de la cantante con una obra a caballo entre la ópera, la performance y la videocreación. El espectáculo es un encuentro de divas en el que se invoca a La Divina a través de una serie de las principales arias por las que destacó: Violetta Valéry de La Traviata; Desdémona de Otello; Cio-Cio-San de Madama Butterfly; y las protagonistas de Tosca, Carmen, Lucia di Lammermoor y Norma. Pero que nadie espere ahí escuchar a la Callas: en realidad, sus papeles los interpretan otras voces (las de Gilda Fiume, Vanessa Goikoetxea, Benedetta Torre, Antonia Ahyoung Kim, Rinat Shaham, Leonor Bonilla y Marta Mathéu) y su voz solo suena al final, cuando la actriz que hace de su criada abre un tocadiscos y deja caer la aguja sobre el aria Casta Diva. El sonido es áspero, de grabación antigua, pero la voz sí es la de ella…
En recuerdo de György Ligeti
En el caso de Ligeti (Dicsőszentmárton, 28 de mayo de 1923 – Viena, 12 de junio de 2006), el homenaje es más sencillo: no era intérprete ni cantante; se “limitaba”, es un decir, a componer y sus partituras siguen interpretándose habitualmente, igual que sucedía en vida del compositor austríaco, uno de los más impactantes creadores musicales del siglo XX, que explicaba así su nacionalidad: “¿Mi pasaporte? Austríaco. Soy un judío húngaro nacido en Transilvania. Después de tener la nacionalidad rumana, conseguí la húngara en Budapest. Me fugué tras la Revolución del 56 a Viena. Tengo raíces en los dos mundos. Pertenezco a todas partes. Uno debería ser considerado así: ciudadano del mundo”.
Atmosphères, la pieza orquestal que estrenó en Donaueschingen en 1961, le convirtió en un compositor famoso sin llegar a ser todavía un treintañero. El deslumbrante y brillante cluster pianissimo con el que comienza Atmosphères suena tan sintético, ajeno y abarcador, como si realmente procediera de otra galaxia. No es extraño, pues, que el director de cine Stanley Kubrick lo percibiera así y decidiera utilizar la pieza –sin solicitar su consentimiento al compositor– en su película de culto 2001: Una odisea del espacio, a finales de los años sesenta. En realidad, en la película figuran hasta cuatro piezas distintas de Ligeti: Réquiem, Lux Aeterna, Aventures y la citada Atmosphères, que es, de las cuatro, la única pieza que se escucha íntegra en la película.

Ligeti nunca llegó a los tribunales para reclamar la autoría de las composiciones. Había recibido en su casa de Viena la carta de un amigo neoyorquino, en la que le comentaba que había visto la película de Kubrick y el uso que se hacía de la música de Ligeti en la película. Dadas las circunstancias, Ligeti acudió al estreno en Viena de la película. “Me quedé absolutamente atónito. Me enfadé mucho”, recordaría años después. Un abogado le dijo que en el mundo del cine, lo habitual consiste en que los extractos breves pueden utilizarse con el mero permiso formal de los editores, pero para pasajes más largos es necesaria la consulta con el compositor. Ligeti acudió de nuevo a ver la película provisto de un cronómetro y comprobó que en la banda sonora aparecía algo más de media hora de su música. Con estos datos, regresó al abogado y este se puso en contacto con la productora cinematográfica Metro-Goldwyn-Mayer, alegando que el uso de la música de Ligeti era ilegal. MGM respondió que tenía todo el derecho a quejarse, pero que la demanda debía realizarse en Inglaterra. Este fue el comienzo de una larga correspondencia que demostraba que Ligeti tenía razón, pero que se produciría un largo y costoso proceso judicial, por lo que Ligeti decidió no acudir a los tribunales y aceptó una irrisoria indemnización de 3.000 dólares (de la época, eso sí). Posteriormente, Kubrick le compensó, incluyendo otras piezas suyas en El resplandor (su pieza Lontano) y en Eyes Wide Shut (Musica ricercata No. 2: Mesto, rigido e cerimoniale). Sin llegar a convertirse en una estrella mundial, lo cierto es que el éxito de 2001: Una odisea del espacio sí produjo un incremento notable en su reconocimiento popular, cimentado aún más con el estreno, en 1978, de su ópera Le Grande Macabre.
En conmemoración del centenario de su nacimiento el Auditorio Nacional de Música lleva programando obras de Ligeti desde el pasado mes de septiembre, siempre en programas compartidos. El único concierto formado íntegramente por piezas de Ligeti tendrá lugar el 17 de abril, que incluirá, entre otras obras, sus Seis bagatelas para quinteto de viento y el Concierto de Hamburgo para trompa y orquesta de cámara. De similar extensión en obras, pero más concentrada en el tiempo es la programación que la Filarmónica de Berlín ofrecerá sobre Ligeti, con la celebración este año de su célebre Bienal, centrada en esta ocasión en la música de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo y, más en concreto, en György Ligeti, del que ofrecerá una amplia programación entre los días 9 y 25 de febrero, y en la que destacan los tres conciertos que dirigirá sir Simon Rattle (16, 17 y 18 de febrero) en los que se interpretará una de sus obras más raras de escuchar en directo, el Réquiem. Rumanía, Hungría y Austria –donde comenzaron los homenajes el 13 de enero en la Konzerthaus de Viena– también le van a recordar a través de numerosos actividades y conciertos. Es también en Austria, de donde era su pasaporte, como explicaba el propio compositor al principio de estas líneas, donde va a tener lugar el más importante de los homenajes a Ligeti: el Festival de Salzburgo, uno de los principales festivales de música clásica del mundo, va a programar obras suyas a lo largo de varias fechas entre el 24 de julio y el 3 de agosto, incluidos varios monográficos: 28 y 30 de julio y 2 de agosto.
Yuja Wang homenajea a Serguéi Rachmáninov
Pocos músicos han tenido éxito desarrollando su trabajo en dos disciplinas musicales, pero Serguéi Rachmáninov (Stáraya Rusa, 1 de abril de 1873 – Beverly Hills, Los Ángeles, 28 de marzo de 1943) lo logró en tres: gran compositor, gran director de orquesta y extraordinario pianista. De hecho, el pasado mes de noviembre, la revista de música clásica de la BBC, BBC Music Magazine, publicó el resultado de una encuesta realizada entre cien de los principales concertistas actuales de piano (tres votos cada uno), sobre quienes serían los mejores “colegas” de la era de la música grabada (es decir, desde principios del siglo XX) y el resultado no dejaba lugar a dudas: Rachmáninov. Se asegura que Serguéi, de por sí bastante alto –1,92m–, tenía probablemente las manos más grandes de la música clásica, razón por la cual algunas de sus piezas son tan endiabladamente difíciles para otros intérpretes: podía abarcar doce teclas de piano desde la punta del meñique hasta la del pulgar.

Como concertista de piano su repertorio estaba formado por obras de Bach, Beethoven, Chopin, Liszt (otro compositor caracterizado por la dificultad técnica de sus composiciones), Schumann, Scriabin o Chaikovski. Sus grabaciones como pianista y como director de orquesta son innumerables, casi siempre para el viejo sello RCA Victor, actualmente en manos del conglomerado Sony Music, que, aunque no lo confirma, podría tener guardado el as en la manga de una reedición parcial, al menos, de su vasto repertorio.
Como compositor, Rachmáninov era un “romántico tardío”. Su música es tonal y no se vio nunca afectada por el dodecafonismo (su creador, Arnold Schönberg, nació casi un año y medio después que él). De estructura clásica e impregnada de belleza armónica y melodías de una expresividad sobrecogedora, la suya es una escritura romántica… aunque la era romántica ya hubiera pasado.
Como director de orquesta llegó a afirmar que la Orquesta de Filadelfia era “la mejor orquesta que he escuchado en cualquier momento o lugar de mi vida. No sé si exageraría si dijera que es la mejor orquesta que el mundo ha oído jamás”. Tal vez por eso la entidad le sigue teniendo en tan alta estima que ha programado en enero y febrero dos programas distintos de dos conciertos cada uno a cargo de la también destacadísima pianista china Yuja Wang, en los que interpretará, en días alternos, sus Conciertos para piano nº 1, 2, 3 y 4, con su Rapsodia sobre un tema de Paganini como única pieza repetida en las dos jornadas. Los mismos programas se ofrecieron juntos, a finales de enero, en un único concierto maratoniano de dos horas y media de duración, en el Carnegie Hall con los mismos protagonistas: Wang y la Orquesta de Filadelfia.
En realidad, buena parte del calendario de recitales de la joven pianista china (Pekín, China, 10 de febrero de 1987) para esta primavera tiene en su repertorio piezas de Rachmáninov, incluidas ocho fechas consecutivas, del 9 al 19 de febrero, en el Walt Disney Concert Hall de Los Ángeles, dirigidos todos ellos por Gustavo Dudamel, en los que sólo interpretará obra del compositor ruso.

Además, el 1 de abril, el día en el que se cumple realmente el centésimo quincuagésimo aniversario del nacimiento de Rachmáninov, Yuja Wang será también la encargada de rendir homenaje al compositor en la programación de primavera del célebre Festival de Lucerna, la ciudad suiza en cuyo cantón residió entre 1932 y 1939 junto a su mujer, su prima Natalia Satina, en una mansión llamada Villa Senar situada a orillas del lago de Lucerna. Wang también está programada el 23 de junio para celebrar juntas dos efemérides, por un lado el 150º aniversario del nacimiento de Rachmáninov del que estamos hablando y, por otra parte, el centenario de la Orquesta Sinfónica de Toronto (su concierto inaugural se celebró el 23 de abril de 1923). Ahí, junto a Shostakóvich y estrenos mundiales de los jóvenes compositores Fjóla Evans, Matthew-John Knights y Luis Ramírez, la pianista china interpretará el Concierto para piano nº 3 en re menor, opus 30 de Rachmáninov, el que los expertos consideran que es “el Everest de los conciertos de piano”, uno de los conciertos para piano más difíciles del repertorio pianístico. Y Yuja Wang, con su 1,57 de estatura, seguro que no tiene el tamaño de manos de Rachmáninov…