Significa ‘uno’ en gaélico y da nombre al proyecto personal de María Moro, quien creó esta exclusiva marca de joyería hace diez años con la intención de que cada pieza sea realmente única y basada en el trabajo artesanal y ético.
Tras años trabajando tanto para revistas de moda y de estilo de vida, como en el retail de marcas de lujo en varios países en Europa, María Moro comenzó una travesía que le llevó, a través de sus frecuentes viajes a Asia, a darse cuenta de que su verdadera pasión es la joyería. Siempre regresaba de sus viajes cautivada por piezas antiguas de joyería, gemas y técnicas empleadas por los artesanos locales, maestros en esta artesanía ancestral. Su enamoramiento llegó a tal punto que comenzó a diseñar bocetos, a la vez que se empapaba del arte de la gemología y se implicaba en recuperar procesos ancestrales de fabricación de joyas ya olvidados o a punto de desaparecer.

Fue en Sri Lanka donde más apreció esta fascinación, hace ahora 10 años y donde trabaja con los mismos artesanos y expertos en la extracción de gemas. Ella misma lo explica en estas palabras: “Cuando llegué por primera vez a Sri Lanka, quedé fascinada ante la variedad de gemas y piedras preciosas que encontré en la isla, la increíble belleza que emerge de la tierra, desde su forma bruta en las minas hasta el brillo de sus colores una vez talladas y pulidas”. Las piezas que la diseñadora crea con estos regalos de la tierra oscilan entre los 800 y los 15.000 euros, aunque aquellas que se realizan por encargo pueden superar esta horquilla, dependiendo de las piedras utilizadas. En estos meses María Moro inicia con su firma una ruta de espacios efímeros itinerantes en lugares seleccionados de todo el mundo para dar a conocer su trabajo. La primera cita se está desarrollando en Atenas, entre el 30 de mayo y el 10 de junio. Tras ello, viajará a Barcelona y Los Ángeles con esta fórmula de pop-up stores exclusivas.
Piedras preciosas éticas procedentes de la minería sostenible
Sri Lanka, antes denominada Ceilán, se conoce como la ‘Joya del Océano Índico’ y para María Moro “ningún otro lugar del planeta produce tal variedad de piedras preciosas”. Como resultado de fenómenos geológicos del pasado, esta isla tropical alberga grandes minas de las que se extraen zafiros, mundialmente conocidos por su magnífica calidad y pureza, además de otras gemas como turmalinas, piedras lunares, granates, amatistas…

Todas ellas dan forma a las piezas ideadas por la diseñadora, quien es experta en este tema. La extracción de gemas en Sri Lanka se considera como un excelente ejemplo de minería tradicional, ética y sostenible. “Los mineros artesanales extraen las gemas siguiendo prácticas ancestrales, respetuosas con el medio ambiente y sujetas a leyes laborales justas. De hecho, piensa que “en pocos lugares se extraen las piedras de una forma más sostenible que en Sri Lanka”.
A lo largo de la historia las joyas han servido de trueque, han significado poder y simbolizado el estatus de su portador e, incluso, se han empleado como moneda de cambio y han sido también la espita tras la que se originan guerras y conflictos entre los pueblos. Para Moro, “lo que siempre ha caracterizado a las joyas a lo largo de todas las épocas es que son objetos que tocan el alma, son misteriosas y gustan a hombres y mujeres y su historia es tan larga como la de la creación de la tierra”, argumenta. La fundadora de OONA defiende que solo hay dos tipos de piedras preciosas, “las que son éticas y responsables y las que esclavizan a las personas o crean graves conflictos“.
Apoyo a la artesanía
El taller de producción de OONA se encuentra en la ciudad de Galle, en la costa sur de la isla, donde maestros artesanos elaboran las joyas a mano con el máximo cuidado y atención al detalle. La diseñadora trabaja codo con codo con artesanos y orfebres seleccionados en cada fase del proceso de fabricación de las joyas en quienes lleva confiando una década. “Nuestras joyas están hechas a mano con una gran variedad de gemas naturales de Sri Lanka, seleccionadas personalmente de fuentes éticas”, argumenta.

Se trata de manos expertas que dan forma a los diseños dibujados a mano por su creadora, imbuida e inspirada por las más remotas civilizaciones que siempre le han cautivado y que ahora expresa en forma de colecciones únicas.
Al igual que se habla mucho de la sostenibilidad en el mundo de la moda, María Moro quiere demostrar con OONA que la forma en que se extraen las piedras también puede implicar daños irreparables en el planeta. De ahí, que haya puesto su mirada y su empeño en ensalzar un país como Sri Lanka, el único que ha regulado la extracción de piezas preciosas. “Las piedras naturales constituyen una inversión segura porque no es algo volátil, es un mercado en crecimiento que va al alza”, comenta.