La trayectoria de Michele Oka Doner (Miami Beach, Florida, 1945) abarca más de cinco décadas entre esculturas, joyería, objetos de diseño, mobiliario…
Sus obras más famosas son sin duda Radiant Site, una gran extensión de ladrillos hechos a mano y esmaltados en bronce a lo largo del pasillo del metro de la 6ª Avenida y Broadway en Nueva York, Flight – un gran mosaico en el Aeropuerto Internacional Reagan de Washington– y A Walk on the Beach, nueve mil esculturas de bronce y nácar sobre un hipnótico suelo de terrazo a través de dos kilómetros en los pasillos del aeropuerto de Miami.
Un proyecto, este último, que es a su vez una de las obras de arte públicas más grandes del mundo y cuyo trabajo deriva del estudio y observación del mundo natural que tanto le inspira. “Al principio me concentré solo en la playa, sobre todo la zona del litoral, y cada día esperaba encontrar algo nuevo, una nueva inspiración para crear más imágenes. No fue un proyecto a corto plazo. La terminal Norte se expandía como el universo de Einstein”, explica la creadora.

desde lo pequeño e íntimo hasta lo grande y magnífico. Foto: David Gill Gallery.
Joyeros vivos
El interés de Michele Oka Doner por el mar halla continuidad en sus colecciones de cajas Erosion, Sedimentary, Volcanic, Tropical Seed y Heart Seed: unos intrincados joyeros artesanales en plata de ley que podrían confundirse con caracolas, ostras, conchas, semillas tropicales, incluso restos volcánicos de las profundidades.
A través de esta serie de piezas preciosas la artista realiza un viaje material a su niñez para visualizar el lujo tal y como lo concibió entonces: observando detenidamente a los pintorescos personajes que se adentraban en el hotel Fontainebleau de Miami, todos desfilando con sus mejores joyas.

Para estas cajas, realizó los tres procesos de formación de la corteza del planeta y de su descomposición. “Están concebidas como homenaje y metáfora“, asegura. Un ejemplo claro de su deseo básico como artista de dar sentido a la vida y ubicarse ella misma en el universo. “Me convertí en escultora por las formas que me rodean”, recuerda. Y concluye: “Consideraré que mi vida es un éxito si al final del día puedo meter las cosas que más me gustan en un pañuelo”.