En 1985, la película Regreso al Futuro predijo que los coches podrían volar en el siglo XX. No iban mal encaminados Marty McFly y Doc Brown con inventos como los televisores inteligentes, las gafas de realidad virtual, los sensores de huella y, sorprendentemente, los coches voladores, que se han convertido en una realidad. Parece ficción, pero no lo es. El primer automóvil volador del mundo es el ASKA A5, que tiene licencia para transitar tanto por las calles como por el aire.
La encargada de dar vida a este prodigio tecnológico es la start-up Aska. Con sede en Mountain View (California), en la empresa trabajan ingenieros que no solo crean innovación, sino que también la comparten a través de conferencias como TEDx, TechTalk o Think with Google. Y no es para menos. Son pioneros en crear un “coche” volador.

Por sus características, las de un vehículo de cuatro plazas con el tamaño de un SUV, podría parecer poco innovador, aunque se aleja bastante de la idea concebida de coche convencional. Su apariencia de helicóptero o de avión de ala fija sorprende cuando repliega sus alas para ser conducido por el asfalto. El desarrollo y las pruebas de manejo y vuelo del ASKA A5 se han llevado a cabo de acuerdo con las pautas de certificación de la Federal Aviation Administration (FAA) y la Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA). En otras palabras, este automóvil no solo tiene una licencia para ser conducido por calles y carreteras, sino también para conquistar los cielos, algo que no había ocurrido antes.
Además, está diseñado para que no tenga necesidad de pista de aterrizaje, por lo que entraría dentro de la categoría eVTOL. El término hace referencia a all-electric Vertical Take-Off and Landing, es decir, a las aeronaves eléctricas de despegue y aterrizaje verticales. El ASKA A5 marca un hito en esta evolución, siendo el primer vehículo eléctrico del mundo diseñado para combinar tanto la conducción como el vuelo con despegues y aterrizajes verticales, así como despegues y aterrizajes cortos (STOL). Además, el ASKA A5 es eléctrico, aunque incorpora un depósito de gasolina para poder aumentar su autonomía.
El ASKA A5 alcanza velocidades de hasta 240 kilómetros por hora y 250 millas de vuelo, equivalente a aproximadamente 400 kilómetros de viaje. Por si fuera necesario realizar una acción rápida de emergencia, integra un paracaídas balístico, diseñado especialmente para ser utilizado en aviones pequeños.

El vehículo representa un avance revolucionario en el ámbito de la movilidad terrestre y aérea. Un logro tecnológico que es una prueba tangible de que el futuro imaginado en las películas está comenzando a tomar forma.
Para conducirlo, es necesario ser miembro del Founders Club de la empresa. Solo ellos pueden hacer un pedido anticipado del ASKA A5 para adquirirlo en propiedad a un precio de 789.000 dólares o utilizarlo en el servicio de viajes ASKA On-Demand.
Además, la empresa americana ha conseguido varios logros en este ámbito. En el Consumer Electronics Show (CES) de Las Vegas presentó el primer simulador de vuelo con cabina a gran escala, diseñado para ofrecer a las personas una experiencia única de conducción y vuelo. Esta máquina recrea la sensación de estar dentro de una aeronave real, y permite a los usuarios tomar los controles y experimentar la emoción de pilotar aviones y vehículos aéreos no tripulados.
La innovadora plataforma, que también hizo su debut en la televisión estadounidense, promete cambiar por completo la forma en que las personas pueden experimentar la sensación de estar al mando de una aeronave. Un avance tecnológico que marca un hito importante en la democratización de la experiencia de vuelo y la simulación de piloto que, además, puede servir como terapia de choque para aquellos con miedo a volar.