La noche del 23 de enero de 2022 el creador belga Pieter Mulier presentó su segundo opus creativo para la casa francesa Alaïa. Una colección Verano-Otoño que sorprendió con varios looks intrigantes y una sensación de homenaje cultural.
¿El motivo? Su inspiración en el universo de Pablo Picasso, incluyendo cubiertas faciales que interpretan las cerámicas Tangara de los años 40 del artista y que convirtieron el físico de las modelos en verdaderas ilusiones ópticas sobre la pasarela.

Una idea que se le ocurrió a Mulier antes de incorporarse a la dirección creativa de la marca en febrero de 2021. “Tenía ganas de hacerlo incluso antes de firmar el contrato con ellos”, asegura. “Y cuando me llamaron pensé: así al menos tengo algo relevante que proponer”.
De este modo, al prepararse para este nuevo trabajo, el antiguo director de diseño de Dior o Calvin Klein elaboró una colección de pasarela con al menos diez siluetas basadas en Picasso. “Las cerámicas que tradujimos en prendas estaban en esa colección porque siempre pensé que eran muy Alaïa”, confiesa.

Alaïa, Picasso y la antibelleza
Y añade: “Alaïa habla de siluetas, habla de belleza femenina, y hay una cierta brusquedad en ello. Picasso sacó a la luz esa misma visión áspera de la belleza femenina con sus siluetas imposibles en torno a las botellas. (…) Las cerámicas son muy alargadas, así que lo interesante del proyecto era mezclar su visión en un cuerpo real, un cuerpo femenino”. Y concluye: “Para mí se trata de escultura: Alaïa es un escultor, el mayor escultor de la moda”.

Para cerrar el círculo con el arte, a los nombres de Alaïa y Picasso se une también el de Gagosian. Y es que dos de esos vestidos que recorrieron la pasarela el 23 de enero están disponibles desde principios de junio en la tienda que la galería tiene en Nueva York (980 Madison Avenue) en edición limitada. Algo que recupera la eterna interrogante sobre la intersección de territorios creativos. ¿Puede la moda ser arte?