Una semana en el Buenos Aires más ‘cool’

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Una semana en el Buenos Aires más ‘cool’

Restaurantes inéditos o restaurados, locales tradicionales con nuevos aires y clásicos imprescindibles en una ciudad vibrante y llena de vida con reglas propias.

La capital de Argentina se despereza tras los duros años de pandemia con el sol del verano y la euforia del Mundial con la tercera estrella en su camiseta que ha vivido con la máxima pasión. Buenos Aires está siendo por primera vez en mucho tiempo la ciudad más vibrante de Sudamérica. Tras el fútbol, llegó el triunfo en los Globos de Oro de la película Argentina 1985, que también huele a Oscar; el Dakar en motos de Kevin Benavides y solo unas horas después una canción de un disc-jockey argentino, Bizarrap logra el número uno global más rápido de la historia con Shakira.

La pandemia ha cambiado algunas cosas. Por ejemplo, ha hecho nacer muchas terrazas, pero Buenos Aires conserva el estilo elegante y sofisticado del pasado y sus maravillosos parques y jardines se mantienen como los describió Julio Cortázar (ahora con el suelo pintado de violeta por las flores de las jacarandás que ya han caído).

Los locales tradicionales, que siguen vivos o sobreviviendo con dificultades, se adaptan a la cuarta inflación más dura del mundo y a los fuertes aranceles, a importaciones y exportaciones. Hay normas para viajar que implican llevar dinero en efectivo porque el cambio que se aplica a las tarjetas de crédito, el oficial, es casi tres veces mayor al blue, el del cambio normal en la calle. De ahí que todo se pague con un mazo de billetes, lo que puede resultar incluso vintage para un europeo.

En la imagen superior, El Club de Pescadores, sobre el Río de la Plata, construido en 1903. Está en el barrio de Palermo, en el centro de Buenos Aires y enfrente del aeropuerto de vuelos interiores Aeroparque. Sobre estas líneas, Puerto Madero es el barrio más sofisticado de Buenos Aires y uno en los que el metro cuadrado de vivienda rompe récords. Recuperó para la ciudad una antigua zona portuaria y hoy, además de apartamentos de lujo, tiene museos como el Fortabat, hoteles como el Faena, el primero diseñado por Philip Starck en Sudamérica, restaurantes, tiendas y enormes zonas verdes. Reportaje gráfico: Ana Montenegro.

Para un viaje rápido, estos son algunos de los nuevos lugares imprescindibles más sofisticados, entre los que se cuelan algunos clásicos y otros que confirman la vitalidad de una ciudad que duerme muy poco y come bastante bien. Y si de comer se trata, el restaurante de moda es Osten (Juana Manso, 1890), en Puerto Madero, el barrio más moderno y cosmopolita de Buenos Aires, lleno de torres donde tienen apartamentos Messi y todos los que son alguien en América. Osten nació en plena pandemia y un año después ya era considerado uno de los mejores de Sudamérica por su diseño, coctelería y cocina. Con elementos básicos de construcción, el local ha creado una decoración de estilo Art decó impactante. El elemento central es una gran barra que recuerda las de los locales de los años 20 en Manhattan. Se come bien y se bebe mejor a un precio muy razonable (en metálico).

Foto Osten restaurante de Buenos Aires
Desde que abrió en diciembre de 2020, el restaurante y bar Osten se ha convertido en un imprescindible de Buenos Aires. En 2021 fue elegido uno de los mejores del mundo, no sólo por sus excelentes cócteles sino también por una cuidada cocina en la que las carnes tienen, obviamente, mucho protagonismo.

En un país donde la carne es una religión, la última parilla de lujo se abrió en los jardines del Hotel Four Seasons y su invernadero, con vistas a la piscina (pileta, en la lengua local) a la sombra de la nueva torre del hotel y al lado de La Maison, el palacete donde están las suits más elegantes. Se llama Nuestro Secreto (Posadas 1086) y es una auténtica experiencia de gastronomía argentina con una cocina basada en la parrilla, el asador de leña y el horno de barro en el que hacen incluso pastas y pescados, aunque el plato estrella es un asado de tira con cinco horas de cocción. La bodega, con vinos argentinos e internacionales, tampoco defrauda.

Más coqueto y clásico, con ese aire francés que les encanta a los porteños es Casa Cavia (Cavia 2985, Palermo Chico), entre las grandes avenidas Figueroa Alcorta y Libertador, muy cerca de los museos Malva y Artes Decorativas. Es un pequeño palacete incrustado entre altas torres de apartamentos con un agradable patio en la parte trasera, protegido del viento y la lluvia. Aquí es posible tomar un café, un brunch el domingo, una merienda con sándwich de pan brioche o una cena romántica con la cocina de la joven chef Julieta Caruso (Bariloche, 1985). Formada en Asia y en el restaurante Mugaritz (Guipúzcoa), hace una fusión con productos de temporada y de la huerta, pescados, pero también carnes con un toque diferente para Buenos Aires.

Foto El invernadero es el restaurante gin de moda
El invernadero es el restaurante gin de moda, una frondosa terraza a la sombra del edificio de la Biblioteca Nacional, una obra de cemento y estilo brutalista, del arquitecto Clorindo Testa que se inauguró en 1992.

En contraste, Invernadero (Agüero, 2502) es bullicioso y está dirigido a un público más joven. Lo forman un porche abierto y una frondosa terraza con capacidad para unos 100 comensales, a la sombra del imponente edifico de la Biblioteca Nacional. Una obra de cemento y estilo brutalista del arquitecto Clorindo Testa que se inauguró en 1992 con ayuda de España. El espacio no puede ser más mítico. Sobre este terreno se levantaba la Mansion Álzaga Unzué, que era la residencia presidencial de Perón y Evita (en esa casa murió ella). Luego fue demolida para construir la biblioteca e inicialmente este restaurante era su cafetería donde se reunían estudiantes e intelectuales. En 2019 se reinventó como gin bar y de tapas, que en Buenos Aires significa “platos compartidos”, no exactamente nuestras tapas. Tiene también un menú de mediodía y aquí celebró Coldplay, en noviembre, el final de su gira de récord en Argentina (diez conciertos consecutivos desde el 28 de octubre con el estadio River Plate lleno).

Los bodegones forman parte del paisaje y la gastronomía porteña. Locales populares de comida tradicional (milanesa, empanada, matahambre, etcétera) de precio asequible y cantidades generosas. Suelen estar en barrios tradicionales y pueden ser grandes espacios o pequeños locales con pocas mesas. Pan y Teatro (Las Casas, 4095.) en el barrio de Boedo, es como un tranquilo restaurante de pueblo, con una terraza bajo un emparrado en pleno centro de Buenos Aires. Está muy cerca de la sede del San Lorenzo, el equipo de fútbol del que supone que es hincha el Papa Francisco. No es un campo, porque se lo expropiaron hace décadas, pero acaban de recuperar el espacio y lo que había encima, un supermercado. Cosas de Argentina. El corte de calles de esa construcción ha preservado la esquina donde está este restaurante especializado en comida casera de Mendoza, amenizada por un excelente pianista. Carnes un poco diferentes en la ciudad, como conejo, cordero o chivito y postres que suenan familiares a un peninsular, como el queso con membrillo y arroz con leche.

Foto Pan y Teatro de Buenos Aires
Uno de los mejores exponentes de los bodegones de Buenos Aires es Pan y Teatro, en el centro de la ciudad, pero que te traslada a una plaza de un pueblo italiano con gastronomía local con toques europeos, como cordero, conejo o chivito. Un perfecto ejemplo de la fusión argentina entre tanos y gallegos.

De vuelta al centro, al microcentro, es imprescindible visitar la nueva Confitería Ideal (Suipacha, 384), al lado de la famosa calle Corrientes y cerca del Obelisco. Tras seis años de rehabilitación, este histórico local porteño, inaugurado en 1912, reabrió sus puertas a finales del pasado mes de noviembre con todo el esplendor de otros tiempos. Sus vidrieras, dorados, mampostería, mármoles y todas las flores de lis que la decoraron en su origen y que es el logo del establecimiento. Incluso se ha recuperado el antiguo ascensor, aunque inicialmente el primer piso no está abierto al público. En el siglo XX, este local creado por el inmigrante gallego Manuel Rosendo Fernández (Pontevedra, 1880), que había llegado a Argentina con sólo 10 años, fue uno de los más elegantes y competía con el Café Tortoni. Por sus mesas pasaron ilustres argentinos y visitantes como Jorge Luis Borges, Carlos Gardel Maradona, Mick Jagger, Yoko Ono o el director de cine Allan Parker. También fue set de películas, como la Evita de Parker y Madonna o Tango, de Carlos Saura. Abre de la mañana a la noche y la entrada tiene la zona de confitería, donde siempre, con vitrinas decoradas con sifones de cristal.

Foto La Confitería La Ideal (1912)
La Confitería La Ideal (1912) acaba de reabrir tras seis años de rehabilitación. Mantiene la flor de lis como logotipo de la casa y ha preservado sifones y damajuanas antiguos.

Ser un gran chef en Argentina y abrir un restaurante vegetariano obliga a poner una entrada secreta. Es un guiño a lo diferente, pero en Martí, la nueva aventura del cocinero argentino más famoso, Germán Martitegui (Necochea, Argentina, 16 de junio 1966), artífice del famoso Tegui, no hay carne. Martí abrió a principios de 2022 y ha tenido tanto éxito que la entrada secreta casi es imprescindible para controlar las reservas. Se trata de una puerta blanca y ciega, donde hay que llamar al timbre para acceder, sobre la que simplemente está pintado el nombre en amarillo. Dentro todo cambia. Una luminosa sala, con una gran barra rectangular, bajo una cubierta de cristal, y la cocina en el centro. Un equipo muy joven y atento, una carta llena de toques locales y una excelente bodega lo han convertido en éxito.  

Tres museos imprescindibles

Buenos Aires está llena de museos, pero hay tres que siempre tienen algo nuevo que ofrecer (y además no están muy lejos entre ellos). El Museo Nacional de Bellas Artes (Av. del Libertador, 1473) no cobra entrada y, aunque tampoco es muy grande, agrupa algunas obras en su colección permanente. Por ejemplo, las esculturas del paso de Rodin por Argentina, incluida “El Beso”, muestras de la arqueología del país y algunas obras maestras de pintores europeos adquiridas en los años en que el país era uno de los más ricos del mundo, desde El Greco a Picasso o Modigliani, además de una muestra del arte argentino en el siglo XX. Hasta finales de febrero hay una muestra de obras del Museo Taranto del sur de Italia.

Foto Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires
El Museo de Arte Decorativo de Buenos Aires es uno de esos lugares imprescindibles. Aunque no visitemos el interior del palacete Errázuriz (1911) donde está el museo, el jardín delantero es un rincón de tranquilidad, bajo enormes árboles y con el rumor de la fuente, donde tomar un café, comer o cenar.

El Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, popularmente conocido como MALBA (Av. Figueroa Alcorta, 3415) es uno de los más importantes de Sudamérica en cuanto a arte contemporáneo, desde principios del siglo XX. Abrió en 2001 por iniciativa de la Fundación Costantini y con la colección privada de Eduardo Francisco Costantini (Buenos Aires, 17 de septiembre de 1946), economista y empresario local. Hasta septiembre de este año una exposición, bajo el nombre “Tercer ojo, colección Costantini en Malba”, muestra la última adquisición del fundador, el autorretrato de Frida Kahlo (Coyoacán, México 1907–1954), Diego y yo (1949), el último de busto pintado antes de morir donde aparece llorando y con la imagen de su marido, el muralista Diego Rivera como un tercer ojo. Se expone al lado de otra obra de Kahlo que posee el Malba, Autorretrato con chango y loro (1942). La nueva incorporación sirve para hacer una reordenación de las obras y un recorrido que conecta la colección y su fundador. 

Foto enorme flor de 18 toneladas, obra del arquitecto Eduardo Catalano
Entre las extensas zonas verdes del barrio de Recoleta, en la plaza de las Naciones Unidas se alza desde 2002 una enorme flor de 18 toneladas, obra del arquitecto Eduardo Catalano (Buenos Aires, Argentina, 1917- Boston, Estados Unidos, 2010) que abre sus pétalos cuando sale el sol.

El Museo de Arte Decorativo (Av. del Libertador, 1902) merece una visita incluso aunque no accedamos al interior. Está ubicado en un palacete de estilo francés, construido a principios del siglo XX, similar al que ocupa al lado la embajada italiana y enfrente de la española. Buenos Aires ha sabido preservar algunos de estos fantásticos palacios que eran residencias de familias nobles. En este caso del diplomático chileno Matías Errázuriz y su mujer la argentina Josefina de Alvear. En el patio de entrada, alrededor de un estanque con chorros, hay un pequeño café en el que se puede desayunar, comer y cenar, bajo los árboles y con el frescor del agua que en estos meses de verano, en el cono sur, se agradece mucho. En el interior se muestra cómo era la decoración en una casa señorial hace un siglo.

Algunas compras

En este momento Buenos Aires no es una ciudad donde exista mucha oferta para ir de compras, pero sí hay algunas tiendas en las que merece perderse durante un rato tras sus escaparates: 30Quarenta (Arroyo, 890) es un especio a medio camino entre tienda de antigüedades y decoración, con elementos coloristas y divertidos. Es un proyecto personal de Miguel Bornstein (Buenos Aires, 1947) que puso en marcha hace 20 años, cuando se jubiló como alto ejecutivo de empresas. Tomando como base objetos antiguos, butacas o sofás, le da la vuelta para convertirlo en algo diferente lleno de color. Son muy llamativas sus lámparas o los cuadros en tres dimensiones, siempre con un guiño de humor. Desde hace unos años trabaja con él su hijo y se acaba de incorporar una diseñadora industrial. Para hacer sus objetos cuenta con un país que, asegura, está lleno: “Sólo hay que salir a buscarlo”.

Foto 30 Quarenta
La tienda 30 Quarenta, en la elegante y coqueta calle Arroyo, es una explosión de color. Miguel Bornstein crea con mimo desde hace más de 20 años imaginativas piezas de decoración con muebles y elementos antiguos que recupera por todo el país.

Armario 33. Esta innovadora sastrería de mujer acaba de abrir en el barrio de Recoleta (Posadas, 1271). Su creadora es la diseñadora bonaerense de origen croata Maria Orbanich (Buenos Aires, 1 de octubre 1968), formada durante 20 años en la sastrería de sus suegros. Acaba de abrir en un pequeño local, pero en un lugar muy transitado con un proyecto en el que el arte está muy presente. El nombre hace referencia a la idea que con 33 prendas en el armario podemos vestirnos diferente todo un año. Sus colecciones, de colores básicos y 12 modelos, se cambia cada tres meses. La propuesta incluye una asistente de sastrería que puede adaptar las prendas en 24 horas.

Fueguia 1833 (Avenida Alvear, 1680) está considerada la única línea de fragancias de autor de Sudamérica. Creada en 2010 por Julián Bedel (Buenos Aires, 22 de febrero de 1978), es una marca de perfumes diferente con más de 100 fragancias, todas ellas con esencias argentinas, algunas tan originales como el palo santo chaqueño o el destilado de yerba mate. Las sencillas botellas que se venden en cajas de madera de colihue llevan la etiqueta escrita a mano y los nombres evocan paisajes sudamericanos o literarios. La marca utiliza mapas de la época de Darwin y el nombre de un aborigen, Fueguia Basket, que viajó a Inglaterra en 1930. En la pequeña tienda todo el protagonismo es para los perfumes, paredes, suelos y puertas.